Revisando mi correo electrónico me encontré con el pedido de presupuesto para una sesión de fotografía en blanco y negro y a contraluz, donde se debería mostrar la profesión de mi cliente. Me explicó que quería algo original. Adjunto había 3 fotos, una de su rostro, otra de cuerpo entero con ropa casual y una tercera jugando al fútbol, entendí que su profesión era futbolista.

Entre varias charlas y puestas en común decidimos hacer las fotos en el vestuario del club. No voy a mentir, él me pareció muy interesante el día que recibí sus fotos, pero me mantuve siempre muy profesional.

Llegó el día acordado, nos encontramos en el club, que solo lo habían abierto para él, un favor que le debía su gente. Luego de hacer todas las pruebas de luces, le aviso que estábamos listos para empezar. Él llevaba su equipo, una pelota y los guantes de arquero (realmente esa era su profesión), y yo, cuando trabajo prefiero estar cómoda, normalmente unas calzas, un remerón, y si el espacio me lo permite, me quedo descalza.

Suelo poner música para que la sesión sea más amena y para que mi modelo se sienta más relajado.

Le expliqué las poses que podía ir haciendo, las marcaba con facilidad. Me clavaba la mirada intensa a través de la lente, posaba de manera muy sexy, él estaba totalmente relajado, se movía de manera natural, fluía delante de la cámara, y a mi ese tipo de personas me hacen el trabajo más simple.

Él me sugirió hacer fotos un poco más sensuales, yo accedí a su propuesta, vamos que tenía un cuerpo increíble y estaba disfrutando mucho de llevar a cabo mi fetiche. Se quitó la camiseta, y se sentó a horcajadas en el banco del vestuario, se colocó los guantes y literalmente me empezó a comer con la mirada, comencé a sentir un calor que invadía todo el cuerpo, me anudé mi remerón a la cadera para estar aún más cómoda con mis movimientos y me hice una coleta alta, notando como seguía cada uno de mis movimientos.

Siguió posando, y lentamente colocó sus dedos dentro del elástico del pantalón y bajándolo hasta donde se empieza a ver la parte baja del abdomen, cada músculo marcado, parecía tallado a mano, se sonreía de lado con cabeza hacia abajo y la mirada hacia arriba.

Le propuse echarle un poco de vaselina para que parezca transpirado, pidiéndome, con cara picara que lo ayude a colocarla en la espalda y en los brazos, trataba de mantener mi respiración normalizada y que mi pequeño temblor en la voz y en los dedos no se haga notar.

El ambiente se estaba volviendo muy caliente, se quitó el pantalón totalmente quedando sólo con sus guantes y la pelota la usaba para tapar sus genitales, se me estaba haciendo difícil mantener la cordura. Él sabía que estaba logrando volverme loca, y cuando miraba y sonreía o gesticulaba ya no lo hacía para la cámara, lo estaba haciendo para mí, él sabía que estaba logrando calentarme, los dos hacíamos bromas, él se animaba a bailar con algún tema que sonaba de fondo, contorneaba sus caderas, llevaba sus manos al frente de su cara, quedando totalmente expuesto para mí, mientras yo seguía disparando, logrando capturar todos, o casi todos, sus movimientos.

La excitación se apoderaba de mí, y él era totalmente consciente de eso, le gustaba provocarme.

Estaba en una pose genial pero debía corregir una de las luces, dejé la cámara por un momento, le pedí que se mantenga en el lugar, acercándome a él a acomodar un poco su postura y en un segundo, sin preverlo, me agarró por la cintura y me comió la boca, no emití resistencia alguna.

Me dejé llevar por el momento y por la calentura que tenía, rocé mis dedos por su cuerpo, me miró, vuelve a sonreír de lado y atacó de un mordisco mi cuello, respirando fuertemente en mi oído, mordiendo mi lóbulo derecho, apretándome con sus manos más hacia él, se quitó los guantes con los dientes y empezó a quitarme la remera mientras seguía besándome intensamente.

Puso sus manos en mis pechos y los masajeó firmemente, luego bajó a mi culo, con ambas manos y de un movimiento me subió encima de su cadera, volteándose para dejar mi espalda apoyada contra el frío metal de los casilleros, sus caderas empiezan a moverse de atrás a adelante, mordisqueando y succionando mis pechos. Me dejó ponerme de pie y en un movimiento perfecto, me bajó la calza, mis manos se paseaban por su cuerpo al igual que mi lengua.

Me tomó de la coleta y me volteó dejando mi cara y manos hacia los lockers, haciendo a un lado mi tanga, con una mano sujetando mi cintura, mientras con la otra apretaba mi glúteo, metió sus dedos dentro de mi, suave pero con velocidad, sintiendo mi humedad.

Llevó los dedos a mi boca para que pueda saborear de mi propia miel.

Me cogió con fuerza de la cintura y de una rápida y certera embestida me penetró, con intensidad, con firmeza, moviendo sus caderas dibujando círculos, acariciando mi clítoris desde su ubicación, notando mis espasmos y gemidos cada vez más intensos, antes de que pueda acabar, salió de mí. Volviendo a ponerme de frente a él, se arrodilló y con sus dedos y lengua con gran exactitud hizo que explote en su boca.

Lo miré, lo empujé hacia el banco del medio y en un tono casi imperceptible le dije “ahora es mi turno” bajando lentamente a su entrepierna para que, entonces, sea su turno de explotar en mí.

Piel con Sabor a Versos

 

Recuerda que esto es un relato, una FANTASÍA.