Yo creo que a estas alturas ya todo el mundo es consciente de que lo que vemos en redes sociales es todo mentira. Que, como poco, no es real. Está todo maquillado, literal y/o figuradamente. En mi caso, debo admitir que hubo un tiempo en que me coló. Era de las que veía las publicaciones de la gente en sus redes y me lo creía. Me hacía una idea de lo feliz que era tal, lo gracioso que era Pascual y la vida tan plena y satisfactoria que llevaba este o aquella. Es muy probable que yo misma mintiera en mis publicaciones. Diría que sin ser consciente de ello, pero supongo que eso sería mentirme a mí misma. Nadie es honesto de verdad en internet. Apenas nadie lo es en la vida real, ¿quién va a serlo en ese escaparate virtual al que todo el mundo tiene acceso?

Ahora bien, una cosa es disfrazar la realidad y otra, muy diferente, ser un fraude. Y un fraude es lo que es mi… examiga, por así decirlo. Una chica con la que perdí la relación hace un tiempo. más o menos el mismo que ella tardó en acumular el primer millar de seguidores, se vino arriba y empezó a pasar del culo de sus amigos de ‘antes de’. Porque esta chica se perdió en su nueva vida virtual y mandó a tomar por saco la de verdad en cuanto empezó a ganar algo de dinero.

Lo cierto es que la mandó a freír espárragos un poco antes, cuando comenzó a perder peso. Ella, que se operó del estómago, pero se está haciendo rica diciendo que adelgazó con batidos de una determinada marca.

No niego que la chica tiene gancho y carisma, es buena en esta movida. Y supo darle una vuelta de tuerca al tema de su cambio corporal de un modo de lo más provechoso. Pero me parece horrible que lo haya hecho y lo siga haciendo en base a una mentira. Que no es una mentirijilla sin más o una omisión sin importancia. Es que se trata de un fraude con todas las letras.

Sus miles de seguidores están ahí viéndola hacer ejercicio y alimentarse de batidos milagrosos sin saber que fue necesaria una intervención quirúrgica a la que no todo el mundo tiene acceso para lograr perder peso de una forma relativamente saludable.

Yo fui testigo de lo mal que lo pasó antes, durante y un poco después. Porque tampoco es que fuera un proceso sencillo, precisamente. Lo recuerdo cada vez que la veo tan feliz y sonriente, tomándose uno de los batidos de mantenimiento y vendiendo las excelencias de un producto que, a juzgar por quién lo vende, dudo que sean reales.

Lo cual me lleva a preguntarme si esa salud y felicidad de las que ahora hace gala, son también reales o no. Me da mucha pena pensar que el fraude de los dichosos batidos se extienda a todo lo demás. Y me da mucho coraje que haga lo que hace y que se lucre a base de estafar a otros del mismo modo en que a ella la estafaron en el pasado.

 

Anónimo

 

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