Hace unos meses, mi suegra me comenta que algunas de sus amigas estaban yendo a una clínica que utilizaba diferentes técnicas para perder peso y que les estaba funcionando bastante bien. Yo pensé pues con más setenta, donde todas toman algún tipo de medicación, es más difícil perder peso, si a varias les funciona, pues estupendo.

Va a la primera sesión y me dice que está encantada, que es un poco caro, pero que parece sencillo el proceso, tenía que volver a los quince días más o menos. Le mandó una dieta, unos geles para el cuerpo y en la siguiente sesión le iban a realizar una sesión de acupuntura.

Hasta aquí todo normal. Ella vuelve a los quince días y había perdido tres kilos. Comienzo de una nueva dieta, tras quince días, puede ser. Pasan unas semanas y me va contando que todo muy bien, que no pasa hambre y está perdiendo mucho y que la doctora era una gran profesional que nada más verla entrar le decía has perdido sobre 2.8oo kg y luego se subía en la báscula y acertaba.

A la siguiente nada más verla, le decía está vez 3100 kg y era lo que luego reflejaba la báscula. Vamos una profesional como la copa de un pino y encima doctora.

En todo este proceso yo no la veo porque vivimos lejos. Pero vamos a pasar unos días y al rato de estar en su casa, sospecho que se ha dejado la dieta porque está igual que la última vez que la vi.

Muy sutilmente le pregunto por la dieta y me dice pues mira mis amigas se la han dejado porque no veían pérdida de peso, pero yo ya he perdido diez kilos. En 1,50 cm que medirá ella, perder ese peso se nota sí o sí, pero no era su caso. Le digo cuánto pesa entonces y me dice que no lo sabe, que una condición era que no se pesara en casa, porque en la clínica tenían una báscula especial que medía el peso de otra manera y si se pesaba en casa no se iba a aclarar.

Eso ya me empieza a rechinar, continúo con el interrogatorio y le pregunto por las amigas. Me dice que en sus casas no veían pérdida para ese coste. Pero claro sus amigas se dejan llevar por todo el mundo y al final las engañan.

Lo normal sería decirle que la habían estafado, que habían jugado con su dinero, su autoestima y su ilusión. Pero yo quería ir un poco más allá y verle la cara a la de la clínica. Le dije que pidiera una cita mientras estuviera yo allí para acompañarla. Nos dieron cita para dos semanas después. Antes de salir le dije que me iba a pesar en su báscula a ver los kilos que había cogido en las navidades y la animé a que ella también lo hiciera.

La cosa se puso un poco tensa cuando comprobó que su peso era de dos kilos superior al que tenía antes de empezar la dieta.

Creo que al ver mi cara entendió la situación y empezó a entender lo que sus amigas querían decirle. Si era una profesional como la copa de un pino, pero del timo y del engaño. Mi suegra no lo podía creer porque ella veía la báscula de la clínica cuando se subía, era una báscula muy rara, pero ella veía el peso reflejado.

No hubo manera de pedir explicación ni nada, cuando llegamos a la clínica, estaba cerrada con un cartel de nos hemos trasladado a otra población y el teléfono de referencia era de un señor de Burgos, que el pobre hombre estaba harto de recibir llamadas reclamando cosas que él no sabía.

Cuatrocientos euros más o menos le estafó la señora doctora a mi suegra. Tras la denuncia era una más de tantas afectadas. Al final el dinero es dinero, pero jugar con la salud, la confianza y la autoestima de las personas no tiene precio.

Tiara