Soy loversizer desde hace muchos años y, de un tiempo a esta parte, he visto un patrón de comentarios que se repite en los posts de maternidad real o dramamás. Como madre que soy, agradezco muchísimo leer artículos que muestran una realidad en la que me veo reflejada. Esos en los que se habla del lado más oscuro de la maternidad, de la famosa carga mental o de esas cosas que solo pasan en las casas en las que hay niños pequeños. No sabéis lo que me gusta leer esas historias que tan bien detallan lo estresante, angustiosa, sucia, agotadora, hilarante y desesperante que puede llegar a ser la vida con hijos. De un modo extraño y retorcido, me consuela ver que no soy la única que la vive así.

Porque es verdad, es así. Tal cual, sin filtros. Y yo leo el post en cuestión y me digo ‘¿ves, como no eres la única?’. Me doy una palmadita en la espalda y me quedo tan a gusto. Al menos cuando no me paro a leer los comentarios. Porque, como decía, siempre veo algunos del tipo:

 

‘Otro post anticonceptivo’.

‘Por testimonios como este he decidido no ser madre’.

‘Creía que quería tener hijos, pero ahora ya no lo tengo tan claro’.

 

Y muchos más de tono similar. Los leo y, por un momento, me siento mal. Siento que hay algo que no estamos explicando bien. Hay muchas mujeres arrepentidas de haber tenido hijos, lo cual me parece muy lícito y creo que es importante conocer su visión. Pero creo que la gran mayoría de las que venimos aquí a contar nuestras movidas en relación a la maternidad, venimos a compartir una realidad de la que, hasta hace no mucho, parece que no se podía hablar. Venimos a desahogarnos, a quejarnos, también puede ser.

Porque estamos cansadas, aburridas y hartas. Sin embargo, no cambiaríamos a nuestros hijos por nada. Los adoramos, nos gusta ser madres. Lo que no nos gusta es la desinformación, la idealización de la maternidad. No nos gusta que se nos culpe por no alcanzar una perfección que no es más que un ideal imposible. Nos mata sentirnos impostoras, que se nos compare con las demás. Nos mata no llegar a todo, pasarnos el día corriendo, no poder conciliar.

Pero, chicas, aunque todo eso es real, es solo una de las múltiples facetas de la maternidad. Se puede ser una madre agobiada por todo lo anterior y una madre feliz al mismo tiempo. Podemos cagarnos en nuestra maldita estampa y maldecir el día que se nos ocurrió concebir 25 veces a la hora, e irnos a la cama después de arropar a nuestros pequeños y dormirnos mientras damos gracias al universo por ellos. Porque no es fácil, da miedo y, en ocasiones, nos amarga la existencia, pero, en conjunto, puede ser maravilloso. Es solo que, a menudo, los árboles no nos dejan ver el bosque en su inmensidad. Y necesitamos quejarnos, dejar salir nuestra frustración para hacer hueco a todo lo bueno que nos aporta. Que es mucho y muy relevante. Cuando de verdad nos centramos en lo importante, solo queda lo bueno. O no, pero no por ello dejamos de valorar la parte positiva de la maternidad.

¿No quieres ser madre? Estupendo.

¿Quieres serlo? Estupendo.

¿Tienes dudas? Normal.

No es algo que se pueda decidir a la ligera. Pero, mientras lo meditas, no tengas en cuenta solamente la parte mala. La maternidad tiene muchas caras y puede que, cuando seas madre, las experimentes todas cada día.

 

Ami

 

Envíanos tus vivencias a [email protected]

 

Imagen destacada