¿MATERNIDAD? ¿O PARQUE DE ATRACCIONES?

El otro día tuve una revelación. En ese momento de lucidez que llega tras estar en la más profunda de las mierdas. Y es que a la maternidad bien podía llamarse “mierdinidad” porque empiezas cambiando pañales y de mierda hasta el codo pensando que la etapa más sucia acabará pronto, pero el destino te sorprende con múltiples y novedosas formas de estar en la mierda maternalmente hablando. 

Es tras uno de esos momentos cuando me di cuenta el otro día de que la maternidad se parece sorprendentemente a un parque de atracciones. ¿Por lo emocionante? ¿Por lo trepidante? ¿Por lo que marea? Pues sí, por todo eso y por mucho más.

Para empezar, el embarazo sería la Noria. Está clarísimo. Una enorme bola redonda que lo mismo te pone arriba que abajo. Es tan obvio que no le vamos “a dar más vueltas” (juass, juass, juass… !!El festival del humor ha llegado a sus hogares señoras!!)

Seguiríamos con la vida en casa con el bebé, que sería la zona infantil del parque. Todo colorines y alegría. Poca adrenalina y muchas ganas de sentarse. Y cuando parece que lo tienes todo bajo control… ZASKA!! A la vuelta de la esquina te espera el Tiovivo, al que te subes pensando que no pasará nada y del que sales más mareado que de un after. Lo que viene siendo la primera infancia y sus noches en vela vaya…

Pero escúchame… porque sin darte ni cuenta sales de la zona infantil y ya no hay vuelta atrás. Bienvenida a las atracciones en las que muestran alertas para cardíacos. Bienvenida a la adolescencia. Puede que una Montaña Rusa no te parezca para tanto… Puede que un par de Canguritos Locos los soportes con templanza. Ya me dirás qué tal con el Furius Ultimate, el Hormon Desatadum y el Gritus Diarius. 

La emoción está servida amiga. Vértigo, gritos y cuando piensas que ya todo ha acabado te ves dentro del gran looping seguido de una caída libre. Y encima, después de pasar el trago, te piden dinero (unos por una foto y otros “para libros”)

Pero todo pasa… y la adolescencia termina (demos gracias al señor) para dar paso a la… 

E-MAN-CI-PA-CIÓN…. 

O lo que es lo mismo, el Pasaje del Terror. Ya no tienes ningún control sobre la situación, ni cinturón, ni arnés, todo son incertidumbres. Sabes que los sustos vendrán, pero no sabes cuándo y por dónde. 

Y sin darte ni cuenta, esos hijos con los que has pasado por todo el parque de atracciones, te hacen abuela y vuelves a la casilla de salida: La Noria… la zona infantil… la adrenalina… 

Pero esta vez con pase VIP, ese que te da la experiencia y con el que no haces colas. Parando a comprarles algodón de azúcar sin pensar en que luego se les pegará en el pelo.

Yo de momento me muevo entre la zona infantil y la no apta para cardíacos. No está mal… siempre me han gustado las atracciones fuertes… Pero chica, sí que echo de menos, entre sección y sección, una zona con unas tumbonas donde parar tranquilamente a coger fuerzas para la siguiente… 

Marta Toledo