¿Todas tus conversaciones giran sobre él? ¿Disculpas todo lo que hace mal? ¿Aunque sabes que no te quiere de la misma forma que tú, no puedes dejar de pensar en él? ¿Te obsesiona tanto que te anula como persona? Cuando estar enamorada significa sufrir, estamos amando demasiado.

Una vez me enganché de un chico en 3 citas. Realmente quedé marcada ya desde la primera, pero después de la tercera se convirtió en una obsesión, el llamado enganche emocional. Yo pensaba que teníamos mucho feeling, pura química. Podíamos pasarnos la noche entera hablando, enlazando de un tema a otro. Era músico, amante de los animales, un tío leído y con mucho sentido del humor. Enseguida pensé que era el hombre de mi vida, después de cientos. Pero obviamente yo no era la suya. Solo que estaba demasiado ciega para verlo.

Justificaba su falta de interés con excusas para ver lo evidente: “Estará ocupado preparando el concierto”, “es que todavía no me conoce lo suficiente”, “lo que pasa es que es muy desprendido”, “los tíos son así”…

Yo pensaba que tenía que esforzarme por conquistarle, por ser divertida, inteligente, sexy… todo para ser merecedora de su amor. Miraba el whatsapp para contestarle al minuto aunque él tardase un día. Porque para las mujeres que queremos demasiado, el problema no es amar, sino no ser queridas.

Esto llegó a colapsar todos mis pensamientos, a todas horas, sólo hablaba de él, hasta el punto de comentarlo 10 veces y levantarme de una mesa por no ser capaz de fingir cambiar de tema.

La gente se pregunta “¿cómo alguien es capaz de aguantar a un maltratador?”, “¿por qué  sigue con él si le pone los cuernos con toda la que pasa?”, “¿acaso no es evidente que no le interesas? ¿por qué pierdes tu tiempo?

Porque las que amamos de forma obsesiva estamos llenas de miedo, miedos que nos acompañan desde la niñez. Damos nuestro amor con la desesperada ilusión de que el chico que queremos se ocupe de nuestros miedos. En cambio, los miedos y la obsesión se profundizan hasta que el hecho de dar amor para recibirlo se convierte en la principal fuerza que impulsa nuestra vida. Nuestro amor se convierte en una adicción.

Algunos tíos también desarrollan esta obsesión, pero la mayoría de los hombres que han  sido dañados en la niñez no desarrollan una adicción a las relaciones.  Por factores biológicos y culturales, por lo  general tratan de protegerse y evitar el dolor mediante objetivos más impersonales. Tienden a  obsesionarse con el trabajo, los deportes o los hobbies, mientras que nosotras, por lo general, debido a factores biológicos y culturales,  tendemos a obsesionarnos con una relación.

kill me

A mí me ayudó muchísimo un libro llamado “Las mujeres que aman demasiado”, de la terapeuta Robin Norwood, que explica esta problemática. Según Norwood:

Las mujeres  que aman demasiado comparten un perfil común. Amar demasiado no  significa amar a demasiados hombres, ni enamorarse con demasiada  frecuencia, ni sentir un amor genuino demasiado profundo por otro ser.  En verdad significa obsesionarse por un hombre y llamar a esa obsesión  “amor”, permitiendo que ésta controle nuestras emociones y gran parte de nuestra conducta y, si bien comprendemos que ejerce una  influencia negativa sobre nuestra salud y nuestro bienestar, nos sentimos  incapaces de librarnos de ella.

Y debo reconocer que aún pasado un tiempo, seguía pensando en él. No por su amor incondicional, sino por lo que yo había imaginado de él. Soñaba con situaciones donde nos encontrábamos y caía rendido a mis pies, un concierto en el que nos veíamos, un viaje donde compartíamos asiento en el mismo avión o escenas donde le daba celos con otros tíos y mil paridas así. Enganchada a un espejismo en el desierto, a lo que yo soñé que pudo haber sido y nunca fue. Adicta a ese plácido autoengaño. La peor batalla es entre lo que sentimos y lo que sabemos. Lo que somos capaces de imaginar… eso sí nos hace esclavos. Porque todos comemos mentiras cuando estamos hambrientos de amor.

Me costó mucho tiempo alejarme de mis pensamientos. Poner distancia y ver por qué de pronto sentía una tristeza que lo inundaba todo. Y qué jodido es que nadie te entienda.

Si las que leéis esto os sentís identificadas, no lo paséis por alto. Porque de esto se aprende, con esto te haces fuerte. Lo suficientemente fuerte para quererte a ti más que a nadie. Esa es la única forma de amar, sin miedo a que no te quieran. Porque la vida es demasiado corta como para no dejar ir a quien no se merece quedar. Así que mírate en el espejo y repite “soy guapa, soy inteligente, soy divertida, tengo gente que me quiere, coño que hay gente que está en la UCI!!”.

happy

Dadle fuerza a aquellas cosas que os aportan felicidad, volved a recuperar vuestro centro gravitacional. Dejad de exigiros más de lo que podéis dar, afrontad la realidad y liberaros del miedo. Del miedo a fracasar, de no ser vosotras mismas, de llevar una máscara.

Trataros con cariño, haced críticas constructivas sobre vosotras mismas, no os comparéis, aceptaros, perdonaros. Y amad, amad sin miedo. Podéis estar tranquilas. Porque aunque duela, el corazón no se rompe de usarlo. Os lo dice una que ha amado demasiado.

@LuciaLodermann