Cuando te pasas toda la vida de relación tóxica en relación tóxica y de drama en drama (como una servidora aquí presente), te acostumbras a que todas tus parejas tengan siempre más contras que pros. Más dificultades y problemas que risas y anécdotas. Vamos, te acostumbras a la mierda y, peor todavía, crees que es la única manera de estar con alguien.

Sin embargo, conoces a alguien con el que todo es fácil. Todo sale de manera smooth. Te quiere por y no a pesar de, te entiende, decide de manera voluntaria aprender a bailar para poder hacerlo contigo. Y te cuesta aceptarlo, porque internamente estás constantemente esperando el drama, esperando el llanto…esperando que haya algo mal. Porque es lo que siempre te toca, porque es lo que siempre has visto.

Descubres que, pese a que no tenga exactamente los mismos gustos que tú, te escucha mientras le hablas de tus pasiones. No por obligación, no por “hacerte un favor”, no por criticar…sino porque quiere saber qué es lo que te gusta, quiere ver cómo se te ilumina la cara cuando hablas de ese nuevo libro de poesía que te has comprado y que te representa. Y, es más, encontráis cosas que os gusten a los dos, series, películas, actividades al aire libre…cosas que poder hacer juntos.

Cuéntame más cosas mientras me limpio la baba, por favor

Descubres que introducirlo en tu vida no es un problema. No tiene miedo de conocer a tu familia y amigos, aunque eso hiciera “oficial” que lo vuestro es “serio” y que “ya no puede huir” (juro por mi madre que a mí me han puesto esa excusa). Nada de ir a escondidas, de tener que inventar historias enrevesadas que contesten a la pregunta “oye, ¿tú qué hiciste el viernes, que no viniste?”, de tener que salir por la puerta de atrás de puntillas, como si estuvieras en su vida de visita y no quisieras hacer ruido.

Acto seguido, el capullo de turno desapareció

Descubres que no tienes que aparentar ser perfecta. Vamos, como si te tiras un peo en su cara, que le va a dar igual. Lo mismo se ríe de ti durante un rato, o se muere intoxicado (esto depende ya de cómo controles tú tu esfínter, amiga). Lo que quiero decir con todo esto es que puedes ser tú, de manera natural, siempre. No tienes que pretender ser más educada, más modosita o no tener que…ya sabes…HACER CACA. Todo es tan normal que es como si os conocierais de toda la vida. Como si estar juntos fuera lo más lógico del mundo.

 

Y así, poco a poco, ya no es tan raro. Poco a poco dejas de esperar la toxicidad y el drama e incluso los llegas a mirar como si formaran parte de un pasado muy lejano (sin ningún tipo de nostalgia, obviously). A veces  ni te acuerdas de cómo te sentías por aquel entonces. Sólo puedes pensar en lo bien que se está cuando se está bien.