Vivo en un pueblo muy pequeñito, así que siempre he tenido un poco difícil eso de ligar. Conoces a todo el mundo así que la variedad se queda corta. Para que os hagáis a la idea, sólo hay 8 personas con las que es viable echar un kiki: el que trabaja en la empresa de tractores de su padre, el grupito de malotes que se van de fiesta a todos los pueblos de alrededores y el hijo del de la frutería. El resto o son críos o muy viejos, y sintiéndolo mucho Becky G, a mí no me gustan mayores. 

Pues el finde pasado decidí ir con mis amigas a una fiesta en un pueblo a treinta minutos, nada del otro mundo. Lo típico, engatusamos a uno de nuestros padres para que nos llevase y nos fuimos a darlo todo a base de cerveza y calimocho con vino Don Simón.  

A eso de las 4 de la mañana el vino me subió que parecía que iba a echar a volar del pedo que llevaba, y empecé a quejarme de lo poco que mojo, así que por las risas decidí descargarme Tinder en un momento. 

Que si jiji y jaja cuando vi en la pantalla a alguien de mi pueblo, concretamente un chaval del grupo de los malotes que está más bueno que las patatas bravas del Mercadona. Entre mis amigas y el vino, le di like. Total, que a los 10 minutos miré el móvil y había match.  

“Esta es la mía, hoy follo”, me dije a mi misma.  

No os mentiré, parecía gilipollas hablando por el chat de Tinder con un tío que estaba en la misma plaza. Literalmente, podía verle escribiendo si me daba la vuelta. Así soy yo de ridícula, qué le vamos a hacer.  

Entre chateo quinceañero empezó a sonar una de mis canciones favoritas, así que dejé el móvil para darlo todo. Debe ser que estaba divina de la muerte saltando y cantando, porque cuando estaba a puntico de cruzar la pasarela como los participantes de OT, noté que alguien me tocaba el hombro. Me giré y Efectiviwonder, era el maromo del pueblo.  

Entre que yo iba un poco cocida del alcohol y con el temazo me había venido arriba, le propuse ir a un sitio más íntimo para hablar.  

Nos fuimos a unos setos detrás de la iglesia y empezamos a comernos los morros. Todo iba bien, había un cachondismo terrible fluyendo por mi ser. Estaba feliz porque por fin, tras meses de sequía en mi coño moreno, iba a echar un polvo. La cosa es que le toqué el señor paquete y vi que el no estaba tan on fire. 

 

El chaval se puso súper nervioso y yo intenté tranquilizarle. Llevaba tanto sin mojar que me daba ya igual esperar más tiempo, me conformaba con seguir enrollándonos porque a decir verdad él besaba de muerte. La cosa es que vi que el no estaba cómodo así que evidentemente paré. 

Yo – Si no quieres no pasa nada, de verdad. Paramos y tan amigos. ¿Quieres volver a la plaza? 

Él – No… Si no es eso… 

Yo – ¿Entonces qué es? 

Él – Me da muchísimo palo decirlo.  

Yo – Venga, que no pasa nada. 

Él – De verdad, que me da palo. 

Yo – Bueno, pues no pasa nada. Venga, vamos a volver a la fiesta y aquí no ha pasado nada. 

Y cuando me puse de pie me soltó la bomba. 

«Mira, que me gusta tu hermano.»

WHAAAT? He de decir que mi hermano es guapísimo y trae locas a todas las del pueblo, pero me cago en la puta… No me sigas el rollo si lo que quieres es llevarte al huerto a mi hermano, tronco.  

Evidentemente, todo esto sólo lo pensé, porque el chaval se puso mega nervioso y me empezó a contar lo duro que es ser gay en un pueblo como el nuestro. Intenté darle mi apoyo moral y que si necesitaba cualquier cosa me lo dijese (menos fotos de mi hermano recién salido de la ducha).  

El problema es que luego él ha ido diciendo que hemos follado a tope en plan fantasma, y me jode muchísimo que me utilice como tapadera. ¿Qué haríais vosotras? 

Anónima