Hola, me llamo Patricia, soy sexóloga y no, no quiero ver tu pene.

Últimamente tengo ganas de decirle esto al mundo, gritarlo en Facebook, Twitter, en el estado del WhatsApp o incluso tatuármelo en la frente, a ver si así queda más claro.

Que las mujeres tenemos que defender más que los hombres nuestra profesionalidad, es bien sabido, pero hay un grupo que, por la ignorancia sobre su trabajo y, en especial, por la influencia del porno heteropatriarcal, tienen que aguantar más esa incultura y, en ocasiones, se enfrentan a situaciones desagradables, machistas o babosas.

Este grupo de mujeres, ejercen lo que yo llamo “profesiones morbosas” y son las enfermeras, fisioterapeutas, masajistas y en mi caso, sexólogas. Seguro que habrá más profesiones afectadas, pero creo estas son las más representativas.

Yo solo puedo hablar desde mi experiencia, pero imagino que las otras profesionales mencionadas habrán escuchado alguna vez perlas como: “¿haces masajes con final feliz?”, “sí, sí, tú cúrame que estoy muy malito (ceja, ceja)”, “¿tienes que tocarme la ingle? A ver si se te va a ir la mano jeje”.

En lo que a mi respecta, el primer prejuicio que me encontré fue en mi propia familia, que “no veía que eso de la sexología tuviera futuro”, por no decir que no lo veían con buenos ojos. Mientras estudiaba el máster, no faltaban los comentarios de “ya me llamas cuando hagáis las prácticas” o “los que estudiáis eso sois muy liberales”.

Y ahora, en mi día a día es habitual recibir mensajes con fotos de penes sin venir a cuento (para comprobar si el tamaño me parece correcto), me preguntan si estoy depilada, que cuántos penes he chupado e incluso uno me pidió si le podía quitar (por el chat de Facebook) su virginidad … “quitar “ eso da para otro post.

Así que, en esta sociedad donde aún existen modelos que perpetúan la idea de que somos meros objetos sexuales, es decir, dos tetas y tres agujeros, tanto yo como el resto de profesiones morbosas, tendremos que seguir educando, rompiendo estereotipos sobre qué hacemos en nuestros trabajos y demostrando lo buenas profesionales que somos.

Porque estas situaciones en concreto y las demás situaciones desiguales que vivimos las mujeres cada día, no nos hacen menos, nos dan más fuerza para seguir y sobre todo, que solo trabajando unidas podremos conseguirlo.

Autor: Patricia Hidalgo Jurado