Lo he vuelto a hacer. He vuelto a perder mi tiempo – y parte de mi dignidad – haciendo clic en vídeos inútiles en Youtube. Es una práctica que procuro reservar para momentos en los que mi mente necesita un descanso, con el riesgo de que el proceso se alargue durante horas y acabe sabiéndome de memoria los nombres y colores de todas las paletas de Mac. Dicho esto iré al grano: hoy, en uno de esos ratos, me he topado con un vídeo sobre cosas que a los hombres no les gustan de las mujeres y, ciertamente, me he indignado un poquito (por no decir bastante).

Ya no entraré a discutir la obviedad de que, para empezar, ¿qué le tiene que importar a una mujer la opinión (generalizada y estereotipada) de los tíos para estar segura consigo misma? Necesitar la validación heteropatriarcal masculina solo perpetúa roles de género y crea dependencia. El problema es que, ya incluso desde la distancia, y asumiendo que lo que iba a oír eran clichés generalizados (que muy probablemente muchos tíos no comparten), me ha parecido una sarta de chorradas con doble rasero: por un lado parecen decirte “¡Sé tú misma!, no tienes por qué esforzarte tanto” pero la verdad tras ellos es que generan nuevos modelos de control que pueden ser incluso peores que los que nosotras mismas nos imponemos. Podría ponerme a desgranar cada uno de los puntos, pero no acabaría hasta la semana que viene, así que iré directamente a la frase que más me ha cabreado: “A los chicos les gustan las chicas que comen. Es un corte cuando pides una ensalada, no te acabas la comida y prescindes del postre”.

giphy (1)

BUENO A VER.

Como mujer que ha tenido (y sigo teniendo a veces) una relación complicada con la comida, aún sin haber pasado por ningún trastorno alimenticio, diré que decirle esto a una chica es del todo inaceptable.

Para empezar, la sociedad nos bombardea con que tenemos que estar delgadas para gustar PEEEERO claro, delante del hombre hay que comer como si no hubiera mañana, así demuestras que tu imagen impecable es fruto de la magia, un mundo secreto que te guardarás para ti misma en la intimidad de tu casa, donde sí que puedes matarte de hambre sin que nadie te vea, así no parecerás una loca delante de los demás pero estarás flaca.

En el caso de que seas delgada, si no comes en una cita parecerá que tienes una enfermedad – y ya hemos dicho en el párrafo anterior que eso es FATAL así que ya te estás zampando esa hamburguesa entera aunque te hayas merendado toda la despensa de tu casa cinco minutos antes de salir. Si eres gorda, ¿qué haces no comiendo? ¿A quién pretendes engañar? Como si esos kilos se alimentaran solos, ¡a comer se ha dicho! No importa que no tengas hambre, que comer delante de gente te provoque ansiedad o que tengas un trastorno alimenticio y lo último que necesites sea que te obliguen a comer.

giphy

En definitiva, la palabra que definiría lo que pienso al respecto es EMPATÍA. Personalmente, me he comido platos a rebosar delante de hombres, pero en ocasiones también me he dejado más de la mitad o directamente no he probado bocado y en todos los casos he tenido mis razones para ello. Y si algún tío se me queja algún día sobre lo que como o dejo de comer en su presencia voy a ser la primera en enviarlo por donde ha venido.

Autor: anónimo