Estás en esa primera cita con el chico que te gusta; con tu vestido nuevo, tus taconazos y tus dos horas de peluquería en forma de tirabuzones; tan sexy y potente que casi no se te nota que estás pensando en cómo te vas a comer esa pedazo de hamburguesa sin mancharte mucho (porque no sea QUE). Cuando de repente:

– ¿Con cuántos chicos has estado antes?

– ¿Eh?… – Y te quedas mirándolo con cara de tonta, los carillos llenos y media hoja de lechuga colgando de la boca.

Pero ¿por qué? Va, piensa.

– Puees…

¡Piensa, rápido! ¿Qué le vas a decir? Ayy… ¡pero si no me acuerdo de cuántos han sido! ¿8? ¿80? NO LO SÉ. Va, relájate.

– Pocos.

– ¿Cuántos son pocos?

– Unos 9. ¿Y tú? – Preguntas mirando hacia otro lado.

Y sin inmutarse, él contesta alto y claro:

– 32

Aún flipando con su respuesta no puedes evitar pensar en la tuya. Sabes que no han sido 9 hombres, sabes que han sido más, muchos más.

¿Por qué no has dicho la verdad?

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Un estudio realizado por la Sociedad Europea de Ginecología, con 9.600 mujeres de edad comprendida entre los 16 y los 45 años, afirma que la media de parejas sexuales de una mujer europea es de 10, siendo así el continente en el que menos parejas sexuales tienen las mujeres a lo largo de su vida. La cifra masculina sin embargo, se aproxima e incluso rebasa la treintena.

Por otra parte, el psicólogo Norman R. Brown, del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, divide en dos grupos la forma de calcular el número de parejas sexuales: el de los hombres y el de las mujeres.

Primero explica que las mujeres se basan más en recordar todos los detalles e ir enumerando sus compañeros al mismo tiempo que recuerdan una historia en relación al amante.

Luego, expone que los hombres cuentan a sus parejas sexuales de forma aproximada y tendiendo a la inflación.

Vamos, que nosotras somos más una mezcla del “Un, dos, tres… ¡responda otra vez!” y “Pasapalabra” y ellos son más del “Parchís”: se comen una y cuentan veinte.

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«Las GRANDES aventuras de ELLOS«.

Va a ser verdad al final que el hombre (véase raza humana) es el único animal capaz de engañarse a sí mismo.

Aún con todo esto y sabiendo cómo se calcula el asunto de las medias estadísticas (si tu tienes dos Ferraris y yo no tengo ninguno, la media dice que yo tengo un Ferrari y tú otro), pensemos: ¿lo que marca la diferencia es realmente el uso de métodos de contabilidad distintos, o hay otros motivos de peso (en especial para la mujer) subyacentes como el estigma social?

Sea lo que fuere, a la vista está la crítica persistente hacia las mujeres por su número de ligues a la espalda. Calificaciones con sentido despectivo como “guarra”, “zorra” o “puta” son todavía en la actualidad adjetivos de recurso fácil en nuestro repertorio. Y digo “nuestro” porque tanto hombres como mujeres nos atrevemos a juzgar la conducta sexual de los demás de esta manera. Y éstas últimas (las mujeres), y por mucha penavergüenzaajena que me dé decirlo, MÁS.

La explicación al uso de la palabra “guarra” y todas las semejantes utilizadas con el mismo fin peyorativo, quedan encerradas en la historia de un Occidente marcado por las reglas del patriarcado: Un hombre se tiene que fiar de indicios que refuercen la veracidad de su paternidad, así que las mujeres promiscuas, como no pueden ofrecer esas garantías, son menospreciadas. Éstas, al mantener relaciones sexuales ocasionales con distintas parejas, intercambian multitud de fluidos, cosa que, como todos sabemos, es una importante fuente de patógenos. Así, una mujer promiscua, además de ser menospreciada por no poder ofrecer seguridad, resulta ser una mujer sucia y contaminada.

¿Qué os parece? Pues este es el significado latente que transmitimos cada vez que nos dirigimos a una mujer de esta manera.

¿Tiene algo de todo esto el más mínimo sentido? En absoluto. Ni siquiera para las normas del patriarcado en el siglo XXI, porque… tachaaan: EXISTEN LOS MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS. El mismo estudio de la Sociedad Europea de Ginceología hacía incapié en el bajo conocimiento existente en la población sobre los anticonceptivos orales (¿es esto posible?, pregunta retórica expresada desde mi más profunda indignación).

Seguimos usando estas palabras con connotaciones despectivas para mujeres promiscuas ¿y gracias a qué? Al machismo perenne y persistente.

Estamos en el siglo XXI, el contexto ha cambiado y la estigmatización sexual de la mujer sigue en vilo, por lo que las mentes y la capacidad de razonamiento siguen estancadas. Algo estamos haciendo mal.

 

 

Fuentes:

https://www.muyinteresante.es/salud/preguntas-respuestas/imentimos-acerca-del-numero-de-relaciones-sexuales

https://www.elmundo.es/yodona/2015/03/25/551016c3e2704e15588b4580.html

https://www.20minutos.es/noticia/514915/0/mujeres/pareja/cambios/