Vamos a ser claros. La obesidad es un problema para la salud, eso es algo que todos los gordos sabemos, ya que en los últimos cincuenta años se nos ha machacado con este tema día a día. Los WeLoverSize  sabemos que el sobrepeso es algo que nos impide tener una vida con una salud óptima. También la mayoría sabemos que la obesidad  va creciendo en nuestra sociedad y que, a pesar de aceptarnos como somos, no es algo bueno. Estamos gordos y no nos martirizamos por ello, vivimos la vida con alegría, pero deseamos una vida lo más sana posible para todos. Muchos hacemos dieta y ejercicio, muchos otros además tenemos problemas más graves que no se solucionan tan fácilmente. Pero voy a hablar principalmente de gente como yo, que somos obesos mórbidos (qué termino tan feo) porque no somos capaces de controlarnos con la comida y llevar una rutina de ejercicio, que engordamos y engordamos  pero no encontramos la solución al problema a pesar de haberlo intentado mil veces.  Voy a hablar de nosotros, lo que yo llamo gordos compulsivos.

En esta sociedad que promociona la meritocrática de manera hipócrita para justificar cierta distribución social, se nos dice constantemente la dichosa frase de «quien quiere puede». Y si, hay algo de cierto en ese eslogan. El primer paso para conseguir algo es quererlo. Pero después de ese primer paso hay decenas de miles de factores, objetivos y subjetivos, que nos pueden hacer fracasar en cualquier meta que nos hayamos propuesto. Muchos de esos factores están marcados por la sociedad en la que vivimos y muchos de ellos nos son imposibles de controlar. Pero si tu  dices esto, mucha gente te soltará que entonces hay que perseverar y buscar opciones, que donde se cierra una puerta se abre otra. Y de nuevo tiene razón parcialmente, mientras más puertas exploremos nuestras posibilidades aumentan, pero jamás podremos abarcar todas  y eso puede significar que acabemos nuestra vida sin conseguir nuestra meta.

¿A qué viene esto? A la gordofobia, hija directa de la meritocracia. Realmente en nuestra sociedad existe la idea generalizada de que los gordos estamos así porque queremos. Si quisiéramos estar delgado perseveraríamos en estarlo. Al fin y al cabo adelgazar para la mayoría de nosotros solamente consistiría en «comer como una persona normal» y hacer una hora ejercicio todos los días, tan sencillo como eso. Muy bien, ahora cuéntaselo a mi nevera cuando acabo de discutir con mi ex.

La gran mayoría de nosotros no decidimos comer simplemente porque seamos unos hedonistas y no hacer ejercicio porque seamos perezosos. No son decisiones que sepamos controlar. Realmente tenemos algo que nos obstaculiza avanzar hacia un estilo de vida más sano. No sabemos cómo manejarnos, como extraer esa fuerza de voluntad que nos permitiría mejorar. Pero la sociedad cree que el problema es nuestro y que la solución la tenemos a nuestra disposición pero que nos negamos a llevarla a cabo. Tanto es así que algunos lumbreras de la política británica se han planteado la posibilidad de impedirnos el acceso a la sanidad pública y muchos cuñados les han aplaudido.

La realidad es mucho más tozuda. Existen decenas de factores psicológicos y sociales que afectan a nuestra situación. Existen maneras de solucionarla. Pero la realidad es que sin ayuda y sin entender esto como algo social, la obesidad será un problema que seguirá creciendo en todo el primer mundo y los países en desarrollo. Mientras tanto los gordos compulsivos viviremos frustrados y culpabilizados porque no hemos sido lo suficiente perseverantes para adelgazar. Puede que hayamos probado cien mil dietas,  hayamos estado en el gimnasio en varias etapas, que hayamos hecho tablas de ejercicios, pero al final siempre hemos fracasado. Y la sociedad  y nosotros nos vemos como fracasados culpables de nuestra propia gordura, no como una persona con un problema que necesita ayuda.

Porque la realidad es que si una persona no puede parar de vomitar para verse más delgada, es una persona que necesita ayuda; si no puede parar de drogarse y  hacer ejercicio para verse cada día más fuerte, necesita ayuda; si no puede parar de beber, necesita ayuda; si no puede parar de apostar, necesita ayuda; pero si no puede parar de comer es porque no quiere.

Ciertamente existe gente estúpida que cree que todo lo anterior también es una cuestión de decisión personal, pero a nivel social se actúa con mayor o menor eficiencia contra esto. Como mínimo se habla de estos problemas en los materia curricular de las escuelas y  existen programas y centros de ayuda públicos para ello. Se conceptualizan como problemas sociales y se busca solucionarlos a través de la comunidad.

Pero la obesidad mórbida no se ve así, se culpabiliza al gordo por estar gordo y a pesar de que existen servicios públicos de ayuda para esto (cada vez menos a causa de los recortes) el propio hecho de verlo como una decisión personal nos invita a descartar estas opciones principalmente por el orgullo de no creer que se tiene un problema (al fin y al cabo, si yo quiero puedo, lo que pasa que no me he puesto) y en otras ocasiones por la ineficacia de estas medidas que plantean las soluciones desde esta perspectiva de la fuerza de voluntad.

Entender y trabajar esto como una cuestión de origen y solución comunitaria permitiría que los esfuerzos fuesen en la misma dirección para evitar que la obesidad se siguiera extendiendo. En lugar de ir creciendo el número de gordos en la misma proporción que las opciones diferentes y contradictorias para adelgazar, se podría encontrar las soluciones para prevenir la gordura compulsiva y ayudar a aquellos que la sufrimos a estar más sanos. Pero el adelgazamiento (al igual que el tabaquismo) es un negocio que mueve grandes cantidades de dinero y poner soluciones realmente eficaces supondría que algunas personas muy poderosas  perdieran mucho. Así que seguirán promocionando y señalando que los gordos estamos así porque queremos y que todo depende de encontrar el método y perseverar. Mientras, nosotros seguiremos en un circulo de culpabilidad que no nos permitirá escapar de la gordura.

Dado que esto no se solucionará a corto plazo, debemos ponernos en acción. Como siempre, el primer paso, es aceptar que tenemos un problema. Una vez lo hemos aceptado, el segundo paso es querernos mucho a nosotros mismos y así permitirnos mejorar cada día. Para ello, lo mejor es el tercer paso, consistente en buscar ayuda profesional. Cada personalidad y cada problema le conviene algo distinto, pero como consejo: en general rehúye de aquellos que te culpabilicen y te hagan sentir mal por estar gordo y priorizar quienes te ayuden a entender por qué no puedes parar de comer. El cuarto paso es una vez estemos concienciado nosotros y nos entendamos y nos queramos tal cual somos, buscar las soluciones. Y el último paso, luchar y concienciar para que la gordofobia vaya desapareciendo y evitar  que la obesidad mórbida continúe creciendo de manera tan acelerada, porque nosotros sabemos lo que es y no se lo deseamos a nadie.

Iván Alonso