Mi querida lectora, una adivinanza: ¿sabes cuántas veces he tenido sexo en un lugar íntimo? En una habitación, con su cama y esas cosas…  Cuando hablo de sexo, me refiero a todo en general: masturbación mutua, sexo oral, completitos… Pues, en total, unas 5 veces. En los últimos 15 años.

Todo esto del sexo en lugares públicos empezó en la adolescencia. Empiezas a tener tus primeras prácticas sexuales pero sois unos críos. Seguís viviendo con mamá y papá y no hay forma humana de quedarse a solas. Así que acabas yendo al cine. ¿Y qué pasa en el cine? Pues que vas a cualquier cosa, menos a ver la película. Era otra época, ¿eh? Te podías permitir pagar el cine, no ver la peli y no salías llorando por tu economía. La cuestión es que tu mano acababa en su entrepierna y echabas la tarde tan ricamente.

Luego pasa el tiempo y conoces a otro maromo. Ya eres algo más mayor y lo de hacerle un trabajito en la entrepierna no basta. Te falta acción y te sobra ropa. Así que descubres la maravilla de los baños públicos. Que no son ninguna maravilla, en realidad. Pasas el rato pensando: ¿Y eso qué era? ¿Nos han oído? ¿Nos van a echar del centro comercial? ¿Lo que acaba de pasar era una cucaracha?

Pero bueno, si encuentras un baño decente pues te lanzas. Aquí, una servidora, pues tiene una pequeña ventaja. Como mujer sobre ruedas, tengo prioridad en un baño accesible sin que nadie pueda decirme nada. Amplitudes, amiga, las amplitudes. Incluso si entras con compañía, pues claro, se entiende… Una chica como yo necesitara ayuda, ¿no? Así que os metéis ahí dentro, hacéis lo vuestro y salís más contentos que unas pascuas. Para que luego digan que menuda penita mi silla de ruedas… ¡JA!

Aumentas de edad y aumenta tu necesidad de riesgo. Así que buscas otro sitio, aunque sea otro baño, pero más concurrido. Aumentas el morbo de ser escuchada en pleno apogeo. Y lo gozas, vamos que si lo gozas. Porque tú, lejos de sentir que te corta el rollo, estás pasándolo en grande pensando que no vas a poder controlarte y alguien, al otro lado de la puerta, va a saber lo que has estado haciendo. ¿Te puede caer una bronca? ¿Puedes meterte en un lío? ¿Van a decir que es una falta de respeto? Pues sí, oye, pue sí. Y razón no les faltaría, ojo. Pero para ti es peor la monotonía y el aburrimiento en tu vida sexual que las consecuencias que puedan lloverte.

Cuando empiezas con el sexo en lugares públicos, no puedes parar. Cualquier lugar es bueno para hacerlo. Y tu vida sexual se vuelve más emocionante. Hoy sales con el coche, encuentras un polígono medio vacío y te dan ganas de tocarte. Al día siguiente, decides meterte tu vibrador en el bolso y ver qué se siente al hacerlo en tu trabajo, en tu facultad… En cualquier sitio donde esperen que te portes bien cuando, en realidad, tú estás planeando portarte peor que nunca.

Total, que te plantas con 30 años pero con una vida sexual de quinceañera. Que ya no tienes padres a tu alrededor, pero tu cama te aburre. Tu vida se ha convertido en un cúmulo de obligaciones y responsabilidades, necesitas escapar de tu rutina mucho más que respirar. Y pruebas, experimentas, te arriesgas. Y disfrutas.

Ay, amiga… Que con tanto hablar del tema, acabo de darme cuenta de que tengo el jardín para mi sola. Voy a darme una ducha fría antes de hacer cualquier locura…

@mia__sekhmet