La genética no es necesaria en la paternidad y cada día estoy más convencida de ello.

No estoy pasando por un buen momento personal. Llevo mucho tiempo queriendo ser madre y no hay manera. He estado unos cuatro años con tratamientos de fertilidad, unos seis con acupuntura y otras terapias naturales, hasta que ya estoy cansada y me he planteado adoptar.

No es fácil asimilar que tu cuerpo no es fértil. A esto le tengo que sumar las constantes preguntas de toda mi familia: ‘¿Cuándo me vas a hacer tía? ¿Llegaré a ver a mis nietos antes de morir? ¿Tanto te cuesta quedarte preñada?’

La decisión ya está tomada y nos hemos apuntado a diferentes listas de adopción, tanto nacionales como internacionales. Tonta de mí, pensé que todo el mundo se lo tomaría como una gran noticia, dado que tarde o temprano tendríamos un miembro más en la familia. Pero las reacciones han sido dispares:

‘¿Y no te da miedo que te den un niño enfermo?’

‘¿Estás segura de que quieres criar al hijo de otra persona?’

‘¿No crees que igual no tendrás conexión con el bebé porque no lo has parido?’

La verdad es que llevo más de 10 casada, tengo un buen trabajo, solvencia económica, buena salud y muchas ganas de ser madre. Cumplo muchos de los requisitos que piden, por lo que no lo veo descabellado. Es más, me da igual que sea niño o niña o que tenga uno o cinco años, porque le voy a querer igual.

Pero si algo tengo que destacar es la gotita que colma el vaso, mi suegra. Ella se pone de morros cada vez que sacamos este tema y en más de una ocasión ha dejado caer que si no tenemos hijos es porque yo soy mayor que su hijo y a saber qué habré hecho en mi juventud para que ahora ‘no cuaje’.

La última lindeza que me soltó fue: ‘Si adoptas a un chiquillo de un país de esos raros, no será nunca mi nieto.

Para empezar, me pregunto constantemente qué será para ella eso de un ‘país raro’. Si ella no ha salido de su pueblo, no es mi problema. No es tan extraño adoptar un niño. Es más, hay gente maravillosa que adopta en lugar de tenerlos porque saben que hay niños que no han nacido con la suerte de pertenecer a un hogar en concreto. 

Igual dentro de unos meses tengo que escribir una nueva historia en la que cuente que soy madre soltera por adopción porque mi suegra no quería un nieto adoptado y mi marido no supo poner a su madre en su sitio, pero a día de hoy sigo con mi objetivo y me da igual lo que digan los demás. 

 

Anónimo

 

Envía tus movidas a [email protected]