El don de la oportunidad es algo que toda suegra tiene. Cuando menos te lo esperas, te llama, aparece por la calle o hace acto de presencia en tu vida.

La historia que os voy a contar pasó hace relativamente poco. En el puente de octubre mis suegros se fueron de viaje y nos dijeron a mi novia y a mí que les vigilásemos la casa. Vivimos juntas desde este verano y aunque ella diga que no, su madre no lleva muy bien que su hija ahora coma chirlas.

Aprovechando ellos no iban a estar y viven en un casoplón en medio del campo, con chimenea, una cama enorme en la azotea y sin vecinos cerca, decidimos ir para allá. Nos lo cogimos como si fueran unas minis vacaciones de desconexión total.

No te voy a engañar, el primer día lo pasamos todo en la cama. Estamos en esa etapa de nuestra relación en la que dormimos poco, pero pasamos mucho rato entre sábanas, tú ya me entiendes.

Al día siguiente hicimos un poco más de vida “mas activa”. Hicimos una ruta de senderismo, un picnic, visitamos el pueblo cercano y por la tarde volvimos a casa. El plan era el siguiente: ducha, vino y encender la chimenea. Creo que no hay nada más que decir.

¡Dicho y hecho! Pusimos musiquita ambiente, nos pusimos dos buenos copazos y echar la tarde noche. Si te soy sincera, ni pensé en si mi chica había cerrado la puerta o no y di por hecho que le había dicho a su madre que estaríamos por allí.

Te pongo en situación: nos habíamos pimplado dos botellas de vino, sonaba a tope de power Lady Gaga y no sé quién estaba más caliente si la chimenea o yo. Justo cuando me estaban comiendo toda la parrusa y yo anunciaba mi llegada al orgasmo a los cuatro vientos, entró mi suegra.

La mujer se quedó muerta y dijo: ‘pero Nuri, ¿qué estáis haciendo?’

¿De verdad se lo teníamos que explicar?

Se tapó la cara y pidió que nos vistiésemos y nos fuéramos inmediatamente. Mi novia le dijo que no y me pidió que subiera a la habitación y que no me moviera de allí. A día de hoy sigo sin saber qué le dijo, porque no me lo ha querido contar.

Para más inri, he visto que me ha bloqueado del whatsapp y ya no me hace las visitas que solía hacer a la tienda donde trabajo.

No supimos nada de su madre desde que presenció nuestro momento más hot. Yo suponía que estaría cabreada conmigo y la llamé, pero nada. Está claro que fue un momento embarazoso para ella, pero creo que las cosas se tienen que ver con más normalidad.

El jueves le llamó por primera vez como si nada y mi chica puso el altavoz: ‘Nuri, ¿vienes a comer este domingo? Que no te sepa mal, pero a partir de ahora quiero que a casa vengas tú sola, que para eso vienes a ver a tus padres y esta sí que es tu casa’.

¿Perdona? Ahora resulta que es mejor que no vaya por allí, por si me da por hacer otra escenita porno en su salón o me dé por adueñarme de sus tierras.

Mi chica dice que pasa de ir, que tienen que entender que no fue una falta de respeto, sino que ellos adelantaron el regreso de su viaje sin saber por qué y nosotras no tenemos que dar explicaciones de lo que hacemos o dejamos de hacer.

Ahora soy persona non grata en Villa Suegra y me da que esto se alargará durante mucho, mucho tiempo.

 

Anónimo

 

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