Esta tarde uno de mis hijos mayores me ha preguntado si creemos en Dios. Me ha parecido raro, porque no van a religión en el colegio ni es algo de lo que se suela hablar en casa, pero cosas más extrañas me han preguntado, la verdad. Le he respondido que no era cuestión de lo que creyéramos todos, sino de lo que sintiera él y, después de intentar explicarle quién es Dios y responder a un montón de cuestiones para las que no estaba muy centrada, intenté averiguar de dónde le venía la curiosidad. Resulta que uno de los compañeros del futbol le ha dicho que tiene tantos hermanos porque sus padres van a tener tantos hijos como les diga Dios.
Ains… qué cruz con la necesidad de la gente de buscar una justificación para nuestra familia numerosa. Qué difícil debe ser asimilar que tengo 5 hijos, estoy embarazada y no estoy loca ni soy del OPUS. Con todos mis respetos, eh, pero hago esta referencia porque es el clásico de clásicos de las parejas con más de 2 o 3 hijos.
Pues nosotros no somos ni religiosos, sinceramente. Mi marido es ateo convencido y yo soy de espiritualidad fluida, por decirlo de alguna manera. Lo cual no creo que venga al caso nunca. No entiendo esa extrema urgencia por meternos en una categoría determinada por el hecho de tener más hijos que la media.
Tenemos 5 hijos y otro en camino, entre los cuales hay 2 pares de gemelos. En casa somos 2 adultos de treinta y tantos, 2 niños de 8 años, 1 niña de 6, 2 niñas de 4 y esperamos otro nene para dentro de un par de meses. Somos muchos, lo sé. Parecemos los protas de una de esas películas de los años 60, también lo sé. Es lo que hay, no pasa nada. Nadie nos ha obligado. Tenemos los hijos que hemos querido tener, fíjate que no me atrevo a decir que no tendremos más. Lo cierto es que no lo sé. Sólo sé que los dos tuvimos claro desde siempre que queríamos tener niños y una familia grande.
Y tenemos la suerte de poder permitírnoslo. No somos ricos, ni mucho menos, pero nuestra situación económica nos ha permitido hasta el momento mantener un techo bajo el que vivir, comida y ropa para todos, y el lujo de pedirme excedencias para encargarme de mis hijos mientras son bebés.
Ahora estoy trabajando, pero en breve volveré a quedarme en casa durante un tiempo (básicamente porque el sueldo de mi pareja es mucho mayor que el mío). Para ello tendremos que recortar gastos de partidas dedicadas al ocio, sobre todo. Además de, como ya es nuestra costumbre, ahorrar y reducir costes en todo lo posible.
Y lo hacemos de mil amores, porque nos encanta nuestra creciente familia y porque adoramos criar a nuestros hijos. También estamos agotados y, muchas veces, totalmente desbordados, como todo el que vive con niños pequeños en casa. Pero creo que nos apañamos bastante bien y no los cambiaríamos por nada.
Por eso nos la trae floja lo que opinen los demás y lo locos que crean que estamos o lo fervorosos creyentes que crean que seamos.
Almudena
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