¿Soy la única que con la edad ha ido desarrollando pequeñas manías? ¿Lo que al principio parecía ser una tontería de golpe se ha convertido en algo que no soportas? Porque soy sincera y a veces me veo a mi misma con una mala ostia que te cagas porque alguien está mascando chicle muy fuerte. Mi duda es: ¿Va a ir a más?

Lo del chicle no es más que un ejemplo trivial, hay de peores como por ejemplo estar tranquila en el metro y que los grupos de adolescentes y su pavonería empiecen con su caos frenético de hormonas, o cuando la gente pone la música muy alta en la playa, o cuando andan muy lento por la acera ocupando todo el espacio. Todo esto considerando que EFECTIVAMENTE he sido una de esas personas:

  • He sido adolescente con las hormonas brotando y montando un cirio en el tren.
  • He puesto música en la playa, en el metro o en la calle y me he puesto a bailar la macarena en un andén para hacerles pasar vergüenza a mis amigas.
  • He sido la turista despistada barrando el paso a todo el mundo.

Total, que he sido lo que ahora odio.

De joven tenía mis cosas como todo el mundo (espero), pero que con la edad haya ido a peor y que ADEMÁS se vayan sumando otras tonterías a la lista…

No sé si está bien (o no), así que por mi salud y paz mental trato de gestionarlo y quitarle importancia, pero… ¡Uf! Estoy alcanzando una edad en la que todo lo que altere mi calma me enoja. ¿Que es hipócrita? Sí. ¿Pero lógico? Puede que también.

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Porque amigas, me he convertido en esa mujer que busca la tranquilidad, en la que le gusta que las cosas tengan “su sitio” en casa, en aquella que agradece tener una rutina y orden en su vida.

 

Me gusta la ropa doblada a mi manera (por ejemplo: Hago un ovillo con los calcetines, como una pelotita, y pongo uno en cada sujetador para que no se estropee la copa), pongo el lavaplatos ordenado por grupos (tenedores, cucharas y cuchillos cada uno en un agujero o los platos separados por tamaño y forma, para luego poder recoger más rápido), me gusta que no haya nada encima de las mesas de casa y que todo el mundo se quite los zapatos al entrar.

Mi casa, mis manías. En el resto de la casa tengo cada cosa en su lugar y si alguien lo mueve, lo vuelvo a poner en su sitio (o les pido que lo hagan): Tenemos la estantería para los libros, la de los vinilos con el tocadiscos, la de los comics, y la de las colecciones (maquetas de trenes y vasos de chupito). Y en la limpieza soy igual porque no tolero la acumulación de cosas por el comedor (en cada habitación cada cual que haga lo que quiera) ni los vasos sucios o las latas vacías repartidas por ahí.

 

He incorporado incluso algunas de mi pareja, como por ejemplo doblar los trapos de cocina como un tríptico o aprovechar el agua del humidificador o de la lluvia para regar las plantas (antes no me lo planteaba), y también algunas de mi hijo como guardar cada juguete en su caja o recoger todos los zapatos y poner toda la ropa sucia a lavar directamente (esto último quizá lo haya copiado de mí).

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Por lo que los tres tenemos lo nuestro.

Y si, ahora que lo leo, parezco una puta loca. Pero me he acostumbrado a vivir así, lo que antes eran pequeñas cotidianidades, ahora que convivo con mi familia se han convertido en nuestras manías porque los demás lo ven así. Pues sí, me (nos) gustan las cosas a mí (nuestra) manera.

 

Y estoy segura de que cada uno tiene las suyas y chocan con los demás: ¿Hay platos por lavar? Habrá quien le moleste y los lave, mientras que a otras personas les sudará el mondongo. ¿El cubo de basura está a reventar y hasta con esa agua asquerosa? Vamos a disimular a ver si el siguiente la saca. ¿Echan primero la leche y después los cereales? Bueno, si son unos psicópatas, yo no soy quien para meterme (que vean los anuncios y aprendan como se hace).

Con esta reflexión asumo mis manías (aunque me preocupen) y las de los demás (en cada casa hay unas normas), e incluso me mentalizo para que vayan asomando otras de nuevas: Porque sí, sé que con la edad va a suceder y cada vez tendré la mecha más corta. A no ser que me dé un aire o que algo trascendental suceda en mi vida, algo que me haga verlo todo distinto, claro. Entonces todo cambiaría.

 

MOREIONA