El universo de Tinder nunca deja de sorprenderme. Creo que este es el detalle por el que estoy tan enganchada a seguir quedando con tíos que conozco en esta aplicación, que cuando pienso que nada puede sorprenderme más ¡zasca! Tinder se saca de la manga un nuevo espécimen digno de estudio.

En mi caso el último pude vivirlo en primera persona hace tan solo un par de semanas. Os aseguro que cuando les conté a mis colegas lo de este tipo la mitad de ellos no se lo podían creer, pero sí, resulta que cabezas huecas los hay en todas partes, se cruzan con nosotros cada día aunque no nos demos cuenta.

Vamos a llamar a este chico Alfonsito, porque suena gracioso y no se merece menos aunque obviamente este no es su nombre real. Bien pues Alfonsito me envió un corazón de esos en Tinder y yo entré a su perfil para ver de qué iba aquel ser. No me disgustó aunque en su perfil tampoco decía nada del otro mundo. ‘Amante del deporte y de pasarlo bien‘. Pues ya ves chico, ni que los demás amásemos pasarlo mal por encima de todo. Pero bueno, que físicamente me moló bastante así que hice match y nos pusimos a hablar un rato.

Alfonsito no tenía muchas cosas interesantes que contar, le gustaba pasarlo bien pero a lo mejor no era hablando precisamente. Me costaba bastante sacar temas que pudiésemos desarrollar juntos al menos hasta que la pandemia entró en el juego. Simplemente le dije que a mí me gusta cumplir con las medidas para ver si así salimos de esta mierda cuanto antes y Alfonsito solo añadió que la pandemia es una gran mentira y que la culpa es toda de los que nos la creemos. Me encendí como una cerilla porque no puedo con los negacionistas, he visto muy malito a mi padre como para que ahora viniese un gilipollas a decirme en la cara que es que me estoy tragando una bola. Entonces le pregunté si también era antivacunas, aunque me esperaba su respuesta.

‘¿Las vacunas? Están pinchando a la gente con mierdas que dentro de un tiempo van a ser peores que la pandemia, pobres ilusos…’

Alucinada me hallaba con aquel ser. Y aunque adoro más que nada en este mundo una buena discusión, decidí dejarlo ahí. Le di las buenas noches a Alfonsito y salí de la aplicación cagándome en las muelas de todos los negacionistas del mundo.

Pero para mi sorpresa Alfonsito no se había dado por vencido conmigo y a la mañana siguiente amanecí con un un mensaje suyo pidiéndome disculpas por haber sido maleducado conmigo, mucho más conciliador y ¿cómo decirlo? NORMAL.

Volví a retomar los mensajes con él y la verdad es que Alfonsito mostró su mejor cara. Ya parecía como que incluso tenía más tema de conversación y aportaba más que tonterías o frases sin sentido. Como una no se chupa el dedo en seguida pensé que Alfonsito lo que quería era pillar cacho con una servidora pero como aquello empezaba a divertirme le seguí el juego curiosa por saber cómo terminaría aquello. Esa misma tarde Alfonsito me dijo que quería invitarme a una caña para hacer las paces por la discusión del día anterior. La verdad es que yo no tenía nada que perder así que decidí quedar con él en el bar de un colega y así conocer al famosos Alfonsito en persona.

¿Os imagináis lo que ocurrió entonces? Ay Alfonsito… Sí, aquel chico era un hombre alto y muy guapetón, con sonrisa perenne en la cara y con gesto muy amigable. Entró en la cervecería y me saludó efusivo, en seguida me soltó una estupenda frase de disculpa y comenzó animado a preguntar por mi vida en general. Pensé en que a lo mejor, a pesar de su negacionismo, Alfonsito podía merecer un poco la pena y los dos comenzamos a hablar sin parar.

Fue entonces cuando surgió el tema de los estudios, yo le comenté a Alfonsito que estaba terminando un ciclo superior y que quería entrar en la universidad para graduarme y él simplemente añadió que las universidades son una mierda y que la enseñanza hoy en día es otra mentira. Alfonsito en estado puro. Tiré del hilo porque ya de perdidos al río y le pedí que me explicara a qué se refería exactamente, entonces Alfonsito se mandó un discurso impresionante sobre el terraplanismo, las mentiras de los de arriba y de vez en cuando también hablaba de Bill Gates que no sé yo lo que pintaba ese señor en toda esta historia. Yo solo le daba tragos a la cerveza y de vez en cuando miraba para mi colega que estaba al otro lado de la barra y que también flipaba lo más grande con lo que Alfonsito me estaba contando.

Cuando al fin terminó le pregunté si aquello había sido todo, me dijo que sí aunque solo era el principio, y le di las gracias por la cerveza. Me levanté, acaricié su pelo en un gesto de colegueo total y me largué del bar sin poder añadir nada más. Todavía no he gestionado toda la información que Alfonsito me ofreció en aquella cita, pero ni falta que me hace. Es increíble que en los tiempos que corren haya gente que todavía es capaz de defender estas tendencias. Hay que tener cuidado con Tinder, y mucho más con los negacionistas.

 

Anónimo

 

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