¿Alguna vez habéis fantaseado con follaros a un cantante de un grupo? Yo sí, muchas veces, pero el destino es cruel y Kurt Cobain está en el otro barrio, Paul McCartney está mayor y Pete Doherty está en la mierdísima. Total, que me tengo que conformar con lo que me echen, así que cuando me salió en Tinder el cantante de un grupo de moderneo español tardé cero segundos en darle a like.

Sorpresas te da la vida… Él me devolvió el like, es decir, hicimos match (ayyyy, estos términos modernos), así que empezamos a hablar. Yo me las quería dar de interesante, así que en ningún momento hice alusión a su grupo de música. Él, en cambio, quiso dejar claro que era cantante. Esa debió ser la primera señal para huir.

La conversación fue tal que así:

Él – ¿Alguna vez te han dicho que parece que estás dormida en tus fotos?

Yo – Jajajajaja ¿Qué?

Él – No, que sales con los ojos cerrados :-)

Yo – Ahhh, es que cuando sonrío se me cierran.

Él – Pues espero verte con los ojos cerrados.

Tras el tonteo inicial, llegó el momento “¿Estudias o trabajas?”.

Él – ¿Y a qué te dedicas?

Yo – Pues estoy estudiando ingeniería industrial.

Él – Anda… Pues a ver si adivinas a qué me dedico yo.

Como me había levantado salerosa, le quise seguir el juego. Total, que empecé a decir profesiones como cuando estás en parvulitos aprendiendo a que se dedican papá y mamá, y ya al final desistió y me soltó: “Soy cantante. Tengo un grupo. Seguro que lo conoces… Se llama…”.

No me voy a poner a transcribir las horas de conversaciones que tuvimos, os lo resumiré diciendo que el chaval era un flipado de cojones, pero como yo era joven e inocente pensaba que se lo podía permitir por ser famosete. Ridículo, lo sé.

La cosa es que un día estaba de fiesta y él me escribió. Me preguntó que por dónde andaba y como estábamos cerca decidimos vernos. Me acerqué al local en el que él estaba y me comí media hora de cola para que me dejasen entrar… Empieza mal la cosa. Cuando conseguí entrar me pasé literalmente cuarenta y cinco minutos de reloj (hice cuentas al día siguiente) escuchando machiruladas de él y de sus colegas.

Os juro que hablaban de las tías a las que se habían follado con una falta de respeto brutal, como si fuesen cachos de carne que una vez usados no valían para nada. Yo no estaba muy concienciada en el tema del feminismo por aquel entonces, así que me sentía hasta afortunada de poder estar ahí con un fucker de la vida.

Llegó un punto en el que me cansé de escuchar cómo hablaba de otras mujeres en mi cara como si yo no estuviese, así que le dije que me piraba porque me estaban esperando. En ese momento le debió hacer click algo en la cabeza y me empezó a comer la oreja con las típicas frases cutres y vomitivas del estilo a “no eres como las demás”.

No me digáis nada porque sé lo que pensáis… Tenía que haberme pirado, pero era una chavala de 18 años que acababa de empezar la universidad, así que cuando me pidió ir a mi casa no lo dude.

Cuando llegamos a mi casa, entramos en mi habitación y nos empezamos a besar. Resulta que era de esos tíos que te empujan la cabeza hacia su rabo como si tú no te supieses el camino. Me empecé a sentir súper incómoda y paré. En ese momento, en vez de tranquilizarme y decirme que no pasaba nada, el cantante encantador me soltó “si lo llego a saber me quedo en el bar y me llevo a casa a cualquiera que me la chupe”.

Le dije que tenía que ir al baño y me puse a llorar. Llamé a mi hermana porque estaba en shock. No sabía cómo echarle de mi casa; tenía claro que no quería hacer nada con él, pero me daba hasta palo decírselo. Fue entonces cuando me enseñó la mayor lección de sororidad y feminismo.

“Maica, no eres tú la que tiene que sentir vergüenza, sino él. Sal del baño y dile que no te vuelva a llamar en su vida.”

Y eso hice. Me lavé la cara, salí del baño y le dije que se marchase de mi casa con toda la serenidad del mundo. Se ve que herí su orgullo de machito, porque según se iba me dijo que era “otra fan loca del coño”.

A los dos días volvió a darme el coñazo por el chat de Tinder. Así es la vida, como una rotonda. Nunca sabes por dónde te va a salir un gilipollas.

 

Maica C.