Tenía 17/18 años. Me creé Badoo por primera vez y me encontré de todo por ahí. Descubrí que me gustaban los chicos de pasados los 25 años. No debía estar en esa app realmente porque era demasiado joven, pero como nunca me ha gustado salir pues no tenía otra forma de conocer chicos. Hubo uno en concreto que me llamó la atención. No era el más guapo del mundo ni nada, más bien era un chico del montón, pero tenía una sonrisa muy simpática. Él pasaba los 30 años. Empezamos a hablar y era muy inteligente, culto, divertido, maduro… Me encantaba esa madurez de los treintañeros. Qué sabía yo.

Estuvimos hablando unas semanas y me contó que tenía una hija de 10 años, cosa que no me importaba porque ni pretendía ser su madre, ni su hermana mayor, más bien. Además le gustaba mucho viajar y se había comprado una furgoneta en la que estaba trabajando para acondicionarla y usarla como una especie de caravana.

Era verano, había luna rosa esa noche y yo tenía muchas ganas de verla, así que decidimos ir juntos como primera cita. Teníamos que verla a algún sitio fuera de la civilización, como la montaña, el campo o la playa. ERROR. No vayáis nunca con desconocidos en coche, menos de noche y menos a sitios donde no puedes salir corriendo a pedir ayuda porque no hay gente y muchas veces tampoco cobertura.

Me preguntó si quería ir en coche o en furgoneta, e inocente de mí, le dije que quería que viniera con la furgo para ver cómo estaba quedando por dentro. Nunca en mi vida imaginé que fuera a tomárselo con segundas, de verdad, ni se me pasó por la cabeza.

Le dije que me recogiera en un punto concreto porque no quería que supiera dónde vivía, y allí que quedamos. Me subí a la furgoneta y aunque no se veía muy bien por la oscuridad de la noche, supe que el chico no me gustaba en persona y que más bien era fotogénico. No era feo ni nada, pero es que no era mi tipo. Fui amable con él aun así porque me caía súper bien, y decidimos ir a la playa. Lo primero que hizo fue poner la mano en mi pierna. Yo llevaba un vestidito súper mono porque me encantan los vestidos, y más en verano, pues bueno, a día de hoy sé que eso también hay algunos que se lo toman como indirecta para que el coño esté más accesible y no haya que hacer más que levantar la falda sin quitarse nada. 

No me sentía muy cómoda con su mano en la pierna, pero no creí que fuera con ninguna intención sexual, simplemente cariñosa. Sí, estaba muy pava porque no había conocido todavía este mundillo y solo había tenido un noviete de mi edad que conocí en el pueblo con mi grupo de amigos. No conocía la maldad y en mi mente no existía la posibilidad de que hubiera gente como este señor, me temo que porque no se me había hablado de este tema lo suficiente y no estaba educada en ello ni conocía experiencias, además de creerme que yo controlaba, como todas las adolescentes.

Dijimos de ir a determinada playa, a apenas 15 minutos, pero cada vez pasaba más el tiempo y empezó a decirme que es que se había confundido de salida y no sabía cómo volver para atrás porque no había rotondas, que si eso íbamos a otra playa un poco más lejos pero más chula que él ya conocía. Ahí empecé a preocuparme.

Paramos en un Burguer King donde esperando en la cola se puso a abrazarme y a quererme besar todo romántico, y luego comiéndome la hamburguesa igual, estábamos sentados uno en frente del otro y se inclinaba por encima de la mesa para besarme la frente a todas horas. Era el típico comportamiento de un tortolito. No entendía nada.

Un rato después llegamos a un pueblo costero al que casi no suele ir nadie a veranear y por ello está como medio desértico. Empezó a meterse en una especie de caminal de piedras sin luces ni farolas, con muchísimos baches, y ahí empecé a ver mis pocos años de vida y a mis seres queridos pasar por delante de mis ojos. Pensé que era el fin. Me entró pánico pero lo intenté disimular. Al final del camino había una entrada con mucha maleza de hierbas que daba a la playa directamente, pero le dije que me negaba a estar ahí, que me daba miedo que saliera algún bicho y que fuéramos a otro sitio.

Llegamos a un mirador en la playa, había muchos coches, por lo que no me preocupé. Nos sentamos en la parte de detrás de la furgoneta en dirección a la luna para mirarla y quedarnos charlando, pero el tío va y cierra. Me puse tan pero tan nerviosa al sentirme encerrada por un tío en su furgoneta, que le dije que no cerrara la puerta que tenía claustrofobia, así que abrió. Después de unos minutos vimos a una pareja teniendo sexo en uno de esos coches y movimos el coche a otra pequeña zona de esa playa donde no había nadie. 

Volvimos a sentarnos para hablar y me acariciaba la pierna, intentando meter la mano debajo de mi vestido, a lo que yo se la apartaba. Así varias veces. Al final estaba tan incómoda que le dije que me quería ir y se enfadó. Su cara me dio mucho miedo, porque no dijo nada, pero en su mirada se veía ira. Inmediatamente mi instinto de supervivencia me hizo tirarme encima de él a abrazarle y besuquearle la mejilla mientras le decía que no se enfadase conmigo, que quedaríamos la semana siguiente, que es que estaba de mal humor y no me encontraba bien porque iba a bajarme la menstruación. Conseguí convencerle y le cambió totalmente la cara para bien, por lo que me sentí tranquila. Quién sabe si enfadado se iba a querer vengar y en lugar de llevarme a casa me deja tirada ahí, o lo que es peor, me viola o me hace algo y me deja medio muerta en cualquier lado.

 

Subimos de nuevo a la furgo e hice el disimulo todo el trayecto, de casi una hora. Me sentí tan feliz cuando vi que ya entramos a la ciudad y estábamos a unas calles de mi casa e iba a poder irme a mi camita segura. Solo pensaba en refugiarme en mi casa, donde estaba sola por cierto, porque mis padres ese fin de semana se habían ido.

Le hice dejarme en el mismo sitio donde me había recogido, le di un beso de despedida para disimular y le dije que nos veríamos en unos días. Cuando bajé, fue tocar el suelo de la calle y sentir que esa tensión que tenía presionándome el pecho se iba en un suspiro. Fui literalmente sonriendo hasta mi casa porque estaba sana y salva, y decidí que nunca más.

Con el chico… Bueno, esa semana traté de hablar lo mínimo posible con él hasta que un día, después de haberle dado largas varias veces, se enfadó y me bloqueó para siempre porque me dijo, literalmente, que quería “a una mujer más fácil sexualmente”.

La lección queda clara: no hagáis tonterías como yo.

 

Viv Hill