Ay, el Chichi.
Coño.
Parrús.
Chochete.
Chumino.
Purruseta.
En mi casa le llamamos Pesetola.
Y algunos incluso tienen nombre propio.
Esa versátil y polivalente zona de nuestro cuerpo que lo mismo ayuda a cumplir una de nuestras necesidades más básicas, que nos proporciona los momentos más placenteros.
Podemos llamarlo como nos dé la gana y clasificarlo en multitud de categorías como, por ejemplo, tipos de chichis según su depilación:
- El Pelao. Bien rasuradito, suave y liso como el de una de nuestras antiguas muñecas Barbie (las de ahora llevan bragas). Queda resultón y no suele dejar indiferente a nadie. Como punto negativo cabe destacar que requiere mucho mantenimiento o que te dejes una pasta en depilación láser. Y ojo al efecto velcro si se pone retozón con otro pubis afeitado.
- El Selvático. Todo lo contrario al anterior, este es libre, salvaje, hippie, natural. Crece frondoso e irregular, cubriendo el pubis, las ingles y escondiendo nuestro más secreto acceso tras una cortinilla. Como la selva oculta la entrada a El Dorado en las películas, así es él.
- El Sensible. Lo recortas, depilas a la cera, le pasas la cuchilla, tiras de depiladora, de las pinzas, por temporadas lo dejas a su aire… Da igual. Le hagas lo que le hagas y lo cuides como lo cuides, ese chichi siempre destacará por encima del estilismo que le pongas. El Sensible tendrá ronchas, descamaciones, puntitos rojos y/o granitos enquistados.
- El Tradicional. Para las seguidoras del ‘Donde hay pelo, hay alegría’, pero tampoco una alegría a lo loco, eh. Recortadito, con forma de trapecio o pirámide invertida y los bajos y las ingles despejadas. Arreglado al estilo mainstream.
- El Prisas. Un día le pasaron la recortadora pero no hubo tiempo para apurar las ingles. A la semana siguiente le quitaron los pelillos satélite con unas pinzas, pero… para cuando le dieron un poco de forma, la mata principal ya estaba larga… Y así es su vida, un bucle de quiero y no puedo que lo convierte en un intento de algo que nunca llega a ser. Sueña con llegar a ser un Tradicional, pero siempre se despierta antes de tiempo.
- El I+D+I. El más dinámico y cambiante. Un día es un rectángulo, otro una flechita, otro un semicírculo… Experimenta con las formas, siluetas ¡e incluso colores! Es el más divertido, pero también exige mucha dedicación.
Y tú ¿cómo lo llevas?
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