TODA LA VIDA CREYENDOME MURCIANO Y RESULTA QUE SOY UN SENOR DE VALLADOLID

Hace poco me comprometí con mi novia de toda la vida.

Cuando le propuse matrimonio, aceptó, aunque no la vi del todo contenta. Y casi de inmediato me propuso ir a casa de mis padres el fin de semana para darles la noticia en persona.

Eso me extrañó mucho porque, aunque se lleva bien con ellos, era literalmente la primera vez en 16 años que me proponía ir para solo un fin de semana.

Nosotros vivimos en Gijón, y yo soy de un pueblecito de Murcia, así que normalmente vamos en vacaciones o puentes para poder aprovechar el viaje.

Cuando llegamos, mi madre abrió la puerta. Le contamos la noticia y se puso muy contenta. Pero, una vez más, noté algo en ella que me decía que había algo más. Exactamente la misma sensación que cuando mi novia me dijo que sí.

Mi madre me pidió que me sentara, que tenía que hablar conmigo de un tema importante.

Sin anestesia ni nada, me contó que soy adoptado. Mis padres no podían tener hijos. Primero adoptaron a mi hermana, y años más tarde me adoptaron a mí.

Después de muchas lágrimas, de muchos “perdóname por no habértelo contado antes”, y de varios cigarros, nos calmamos todos y pudimos seguir hablando. ¡Porque lo mejor estaba aún por llegar!

Como os he comentado, soy de un pueblecito de Murcia, así que allí nos conocemos todos.

Absolutamente todo el pueblo sabía que yo era adoptado, aunque nadie hablaba de ello. Obviamente todos habían visto a mi madre, no embarazada, salir del pueblo un lunes para volver dos días mas tarde con un bebé entre los brazos.

Lo curioso es que, en todos estos años, nadie lo había mencionado nunca.

Por lo visto mi hermana se enteró de pequeña porque discutió con una compañera de clase y se lo soltó en venganza. Pero en mi caso nadie lo había dicho nunca.

Mis amigos lo sabían, mi médico lo sabía (aunque no estaba escrito en mi historial), mis primeros jefes de cuanto trabajaba en el pueblo lo sabían, ¡hasta mi futura esposa lo sabía! Mi madre la había llamado cuando empezamos a ir en serio, por si acaso había alguna emergencia médica poder comentarle al médico que el historial familiar no era relevante en mi caso.

Mi madre pudo contarme, entre lágrimas, que llevaba años intentando contármelo, pero le daba miedo como reaccionaría. Lo único que sabía sobre mis padres biológicos es que una criada se había quedado embarazada del señorito de la casa y que no pudo quedarse conmigo. ¡Y resulta que soy de Valladolid! Mi hermana se lo tomó muy mal en su día, y no quería pasar por lo mismo otra vez.

Solamente me lo contó porque, como íbamos a casarnos, iba a ver mi certificado de nacimiento y me iba a enterar de todo. Por eso mi novia se puso tan nerviosa cuando se lo propuse, porque sabía que me iba a enterar de todo.

Realmente no me importa, ni me importó nunca. Mis padres siguen siendo mis padres. Nunca he intentado buscar a mis padres biológicos. No lo necesito. Ya tengo unos padres que me criaron lo mejor que supieron, y que, a su manera, solo intentaron protegerme. A ellos que les estoy muy agradecido.

Mi hermana si que ha buscado a su familia biológica, y a día de hoy tiene relación con su padre y dos de sus hermanos. Pero sinceramente, yo no he sentido nunca esa necesidad.

 

Relato escrito por Andrea basado en una historia REAL.