A las que te tocan la barriga (y no estás preñada) a la vez que preguntan: ‘¿De cuánto estás? No toquéis la moral señoras, que el contenido es comida y el envase es persona. Y básicamente no te conozco para que me invadas las magretas.

A la que te pregunta: ‘¿De cuánto estás?’ y estando embarazada contestas: ‘De 6 meses’ y no contentas con su perplejidad evidente, rematan: ‘Pues parece que estás de 9’.

MIERDA PARA SU BOCA, señora.

A los señores mayores que eligiendo fruta en el supermercado, se paran a admirar tu cuerpo carnoso, sobre todo la zona pectoral, para dedicarte un: ‘Menudo par de brevas’, con el tono justo para que tú lo oigas y los demás no, un poco de respeto, oiga, que me está dando asquito nivel supremo.

A los que cuestionan tu leche, que ya es agua. Ya quisiera Puleva tener semejante fábrica en cuanto a calidad y cantidad.

A los que insisten en dar chupete, que ya se acostumbrará. Si no se lo doy, ya verás lo que me ahorro cuando decida quitarlo.

A la señora que me dice por la calle: ‘¿Es niño o niña?’ y tú con media sonrisa dices: ‘Niña’ y ves venir, ves venir, ves venir un: ‘Ah… Como no lleva pendientes…’ también pueden rematar con: ‘Ah… Como va de azul… ‘ yo digo: ‘Hago lo que quiero… Con mi pelo’ y ya que se queden pensando en lo que han hecho.

Eso que vas con tu criatura nacida con bajo peso y percentil 10 y alguien se te acerca haciendo carantoñas, y pregunta: ‘¿Qué tiempo tiene?’ y amablemente contestas: ‘6 meses’ y con la confianza que otorga el ser un don nadie en mi vida sentencia: ‘Uuh… Está muy pequeña… Deberías preguntar al pediatra’ y te quedas con todo el dolor del mundo por ser educada y no mandarla a Wisconsin a doblar alambres.

A quien te dice: ‘¿No la llevas muy tapada?’ o su variante: ‘¿No la llevas muy fresca?’ Ah, pues no lo había pensado, iba mirándome el ombligo que se me ha quedado después de 9 meses engordando para luego parir con sufrimiento a mi criatura que luego no me deja dormir apenas, a la que alimento cada hora, cambio sus pañales cada dos o tres, y me paso 25 horas al día mirando. No me había dado cuenta de que hace 12 grados o en su defecto 40.

A los que cuestionan que la coja en brazos porque hay que dejarla llorar, cada cual elige la banda sonora en su casa. Yo aprecio el silencio, y prefiero el cariño. A mí no me gustaría estar sola en un mundo que apenas conozco y que me es hostil sin mamá. Bueno, y básicamente hago con mi hija lo que me sale del mismísimo cooooooorazón.

A los que preguntan cómo duerme, y les dices: ‘Bien’, porque que yo sepa no nos unen lazos ni carnales ni divinos, e insisten si en su cuna o en la cama, ávidos de crítica, preparando la respuesta a la que se creen con derecho. Finalmente cedes a los deseos ajenos y orgullosa dices: ‘Conmigo en la cama, toda la noche, y su padre en otra habitación, la cuna muerta de risa’, y esperas mientras observas como cambia el gesto del juez que dicta sentencia: ‘Luego no podrás sacarla ni con agua caliente’. Ole… Ole tu coño o tus huevos. Ahí querías llegar y ahí te quería yo ver para decirte que tienes hocico de oso hormiguero impertinente.

Hay que desarrollar el arte de mandar a alguien a la mierda de tal forma que esté deseando emprender el viaje.

Para todos estos jueces, jurados y verdugos.

Aprende a meter la cuchara en tu plato, y no la metas en el de al lado.

 

Lady Apego