Si os hablo de Carmen Blanco quizás así de entrada, no sepáis a quién me estoy refiriendo, pero si a su nombre añado el recién acuñado término de ‘sologamia’ puede que os hagáis una idea de por dónde van los tiros. Y es que Carmen Blanco, o mejor dicho, su boda con la vida, se han hecho virales estos últimos días. Ella, a sus 52 años, ha decidido que quería celebrar con los suyos una gran fiesta donde la protagonista fuera su felicidad por la vida.

A todo tren, sin faltar un detalle, con su cóctel, su banquete, regalos e incluso viaje. Carmen decidió que si lo suyo es la soltería ¿por qué no montar un fiestón en torno a ello? Y así lo hizo, con 130 invitados, en un precioso entorno de la provincia de A Coruña.

Y desde que esta noticia se hiciera viral, las opiniones y comentarios no han dejado de aparecer. Muchos, defendiendo esa idea de que ya que celebramos las bodas por qué no dar una oportunidad a la fiesta de la soltería, y otros mucho más críticos, tachando de locura y de esperpento a la idea de Carmen.

Carmen Blanco en La Voz de Galicia

Partiendo de la base de que cada quien crea eventos de lo que le da la gana (ojo porque en mi familia se celebraba incluso la primera regla de cada mujer) ¿qué puede haber de malo en dar una oportunidad a la sologamia? Llevamos siglos juntándonos y brindando al establecernos como pareja monógama, quizás ya es el momento de mostrar a los demás que sola no se está mal y la decisión bien merece una fiesta.

Son ganas de ser el centro de atención‘, ‘y si dentro de un mes conoce a alguien ¿se va a divorciar de sí misma?‘, ‘esa lo que iba es a por los regalos ¡chica lista!‘… Un sinfín de comentarios puede que demasiado superficiales, que se apoyan en lo básico, en la idea de que una mujer ha montando una gran jarana para decirle al mundo que ella se vale y se sobra sola. La sologamia de Carmen, como la de otras muchas personas, va más allá. Gente que ya ha vivido en pareja o que simplemente ha optado por no unirse sentimentalmente a nadie, demostrando así que el patrón establecido no tiene por qué ser siempre el mismo.

Todas nos merecemos una fiesta si nos apetece ¿por qué solo reservarla a las parejas que deciden casarse?

¿Es que el sector soltero no puede tener su gran ocasión? Con su vestido, su menú completo, su entorno idílico, familiares y amigos aplaudiendo y una barra libre hasta las tantas. Es incluso injusto que algo así solo se reserve al matrimonio, podríamos decir que retrógrado. En una sociedad en las que se festeja hasta ante un divorcio no tiene sentido rechazar un jolgorio como el de Carmen.

Aunque si nos ponemos un pelín más puntillosas, las críticas hacia la fiesta de la gallega pueden interpretarse a su vez como una nueva voz del machismo de esta sociedad. Porque no son pocos los que han señalado que siempre somos las mujeres las que tendemos a celebrarnos a nosotras mismas, como tratando de demostrar al mundo lo maravillosas que somos, porque ya todos saben que podemos hacer las cosas sin ayuda ¿por qué entonces continuamos empecinadas en esa reivindicación? Es sorprendente que todavía sea necesario explicar este debate, pero sí, nuestra insistencia no es sino fruto de años y años de machismo que, para ser más exactas, continúa muy latente en la actualidad.

Así que sí, ¡que viva la sologamia, un aplauso para Carmen Blanco y desde aquí desearle toda una vida de felicidad como ella desee vivirla!

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