Estaba yo comprando un regalo de cumpleaños que consistía en un menú especial de Halloween para entregar en casa. Dos de los sitios que me gustaban insistieron en que el menú sólo se enviaba para dos.

Y empecé a reflexionar sobre que todo está pensado para ser 2.

Me puse a pensar en todas las veces que he ido a comprar al supermercado y las bandejas de carne siempre están pensadas para dos (si no es para una familia). Muchos productos vienen en pareja o en cantidades que hacen que sobrevivan en mi congelador, o tengan que morir en mi cubo de basura.

Siempre queda la opción de ir a los puestos, o al mercado y elegir la cantidad, aunque a veces recibes una mirada extraña cuando compras un único filete, o dos piezas de fruta.

No olvidemos las recetas que nunca están adaptadas para una persona, y en las que hago miles de cálculos mentales para acertar en las cantidades (no siempre funciona)

También me acordé de los viajes, donde siempre hay habitaciones dobles y muy pocas veces individuales, y siempre se termina pagando un suplemento cuando reservas para uno.

Viajes organizados también pensados para dos personas…porque lo normal es que se vaya acompañado, y sino el precio empieza a subir, y aquella oferta, mágicamente, deja de ser una oferta.

Sigue siendo algo fuera de lo común reservar mesa para uno, e ir a comer sólo uno; cuando quizás estás disfrutando de tu comida favorita en soledad.

Quizás sería el momento de normalizar todas esas actividades donde no está bien visto ir solo: ir al cine, al teatro, a un restaurante, a un spa, a una cafetería o a un bar de copas.

Porque lo importante es disfrutar de lo que hacemos, solos o en compañía.

Miriam Gonzalo