Hola a todas, me encanta leer los desahogos de otras personas en este blog, así es que voy a usarlo yo para el mismo fin.
Aún estoy un poco alucinada con lo que me paso ayer, así que creo que empezaré por el principio.
Para poneros en antecedentes, yo estoy casada, tengo un bebe de un año, y la verdad es que soy feliz. Siempre he sido una chica más bien entrada en carnes (Gorda, para que nos vamos a engañar) pero tengo que reconocer, que aunque mi cuerpo no me ha encantado nunca, con mi cara, mi pelo y mi forma de ser siempre he estado muy contenta.
Con 20 años conocí a un chico encantador, con el sentí complicidad desde el minuto uno, era como si lo conociera de toda la vida, me sentía tan cómoda, que parecía que lo conociera de toda la vida. Pero por desgracia él tenía novia, y además una novia preciosa, no hay porqué negarlo, estaba con el tipo de chica con la que vas a los sitios y la gente te mira con envidia por llevarla al lado. Bueno, pues resulta que esa chica era preciosa, pero tenía una carácter muy complicado, era un tanto voluble, igual lloraba que reía, igual le quería que le dejaba… Y el chico empezó a refugiarse en mí. Pasábamos días enteros juntos, éramos como siameses, estábamos muy pegados, solo como amigos, porque nunca paso nada, pero era increíble la complicidad que sentíamos, lo bien que lo pasábamos… las risas tontas, los abrazos… Yo sentía que no era solo amistad, y por su parte incluso lo veía más receptivo que por la mía, ya que a mí me frenaba mucho que tuviera novia.
El caso es que pasado un año y medio él rompió con su pareja, y evidentemente yo estuve ahí, para apoyarlo, y para lo que fuera necesario, todo el santo día juntos, y cuando no estábamos juntos hablando por teléfono.
Al estar tan apegados, la gente empezó a comentar que él estaba conmigo… Y por supuesto las comparaciones son odiosas, a mis oídos llegó más de una vez algún comentario, y la verdad es que parecíamos una pareja, pero nadie daba ningún paso. A raíz de los comentarios, él se empezó a sentir incomodo conmigo en público, y empezamos a pasar mucho tiempo juntos pero como si tuviéramos algo que esconder. Pasábamos horas hablando en el coche, en el campo, paseando… Pero nada de bares, terrazas, cine… Como él no quería hacer esos planes conmigo, empecé a hacerlos con otros amigos y amigas, y él empezó a liarse con toda chica guapa que se le ponía a tiro, pero si coincidíamos por los bares, o donde fuera, hablaba conmigo, pero muy frio, casi sin tocarme… Fue una sensación rarísima porque no teníamos nada, y nunca había pasado nada, pero empecé a sentirme como la “otra”, y entonces tuve claro que se avergonzaba de mí. Poco a poco él fue teniendo sus líos, luego sus novias, y las cosas se fueron enfriando.
A pesar de todo, yo nunca deje de considerarle mi amigo. Puede que lo considerase un cobarde, pero no era mala persona, y no soy nadie para obligarle a estar conmigo si no quiere. La vida siguió su curso yo conocí a una persona maravillosa que me miraba como si fuera un tesoro, me enamore como una niña y me case. Mi amigo estuvo en mi boda.
Mi pareja siempre me ha dicho que no confía en ese chico, que siempre tiene que hacer comentarios como para dejar claro que “él estaba antes”, además siempre que estábamos en grupo, estando mi pareja presente, tenía que hacer comentarios del tipo “…Te acuerdas cuando estábamos siempre en mi coche hasta las 6 de la mañana?” o “…Te acuerdas cuando todo el mundo pensaba que estábamos juntos?”.
Perdón por la parrafada, lo increíble viene ahora. AYER DE LA NADA ME EMPIEZA A ESCRIBIR PARA SOLO SABER COMO ESTOY, PARA PREGUNTARME SI SOY FELIZ, SI SER ESPOSA Y MADRE ES LO QUE YO IMAGINABA. Y DE REPENTE ME DICE:
“Lo siento, fui un capullo, un cobarde, y sí, creo que en cierto modo me avergoncé de lo que sentía por ti, pero era un niñato, ahora sé que si hay alguien en mi vida que es para mí esa eres tú, nunca me he sentido con nadie como me siento contigo. Me equivoqué, pero si aún hay las más mínima posibilidad, quiero que sepas que estoy aquí, y que siempre estaré para ti, nunca has sido solo mi mejor amiga”.
La verdad, sentí una mezcla de rabia, alivio y tristeza. Rabia por lo que pudo ser y no fue, alivio porque hubo un momento de mi vida en el que pensé que estaba loca, y que me estaba montando una película que solo yo veía, con un chico que era inalcanzable. Y tristeza al pensar que una de las personas a las que más he querido, y a las que sin pedir nada a cambio les di lo mejor de mí, se avergonzaba tanto de mí, como para tardar 12 años en reconocer que está enamorado de mí.
La suerte de mi vida, fue poner en mi camino a quien realmente me merecía, y a una niña maravillosa por la que bajaría la luna si fuera necesario. Nunca pondré mi familia en peligro por algo que ahora ya solo está en su cabeza.