Hemos pasado 15 años de nuestra vida juntos.
Ha sido una relación en la que no ha faltado de nada.
Juntos hemos crecido, hemos aprendido, hemos descubierto lo que es querer a alguien tal cual es, sin aditivos, sin querer cambiarnos el uno al otro.
Me gustaba el humor que tenías, la forma que tenías de analizar las cosas, lo responsable que has sido con el trabajo. Pero todos (incluso yo) tenemos ese algo que como no controlemos poco a poco nos irá comiendo por dentro.
Sabes que siempre estuve aquí, a tu lado cuando algo te preocupaba, te atormentaba, te perturbaba… Te he escuchado, he llegado a sentir el mismo dolor que has sentido cuando algo no iba bien.
De hecho es que con el tiempo, ese tipo preocupaciones invadían más tu cabeza, y eran problemas comunes; te costaba entender por ejemplo que cada uno tenemos nuestra personalidad. Y si había algo o alguien que no te gustaba solo consistía en dejarlo pasar, y seguir con tu vida.
Pero no,las conversaciones se volvieron monótonas, hastiadas.
Había veces que no sabía cómo ayudarte; era misión imposible. Y lo peor de todo, es que sin quererlo fuiste minando mi personalidad, llegandome a agotar psicológicamente, siempre me sentía cansada, aunque no hubiese hecho nada de esfuerzo… Se te fue de las manos.
Ahora que hemos decidido ir cada uno por su lado, no puedo recibir tus llamadas, ni mucho menos verte.
Ahora necesito mi tiempo para mí (ese que yo misma te regalé) para tener mi tiempo de duelo, reencontrarme como persona. Y tú, debes hacer lo mismo; sanar solo o con la ayuda de un profesional.
Porque te recuerdo que fui tu pareja, si, pero no un saco de boxeo o un muñeco de la play con el que descargar a diario las frustraciones.
Ya te lo dije; fuiste, eres y serás alguien muy especial en mi vida.
Pero es hora de desplegar las alas y volar.