Hoy, si hoy, mientras hacía galletas de avena, me has venido a la mente. Después de casi dos años, he vuelto a recordarte. Esa noche en la que decidiste hacerme el mayor daño de mi vida. Y, ¿sabes qué? Por primera vez, he sonreído. He sonreído al ser consciente de todo lo que ha cambiado en mi vida, no porque te haya perdonado, porque no, no lo he hecho ni creo que jamás lo pueda hacer.
Lo siento, seré mala persona, pero, soy incapaz, ni quiero ni puedo. Mucha gente me dirá que por ello no te he olvidado, es posible, pero es mi sentimiento. Un sentimiento hacia ti, de odio, de odio horrible como no he odiado a nadie en mi vida. Siéntete orgulloso, tenías razón cuando me decías, que iba a recordarte toda la vida, solo que, se te olvido aclarar que, en este caso, no iba a ser desde el cariño.
Hoy, me ha venido a la mente, cada vez que me decías, no eres capaz de cocinar, no eres capaz de adelgazar, no intentes conducir, no sabes. No eres capaz de vivir sola y por supuesto, no quieras tener un perro, porque, no eres capaz de hacerte cargo de él. ¿Un tatuaje? Eres una niñata, llena de miedos e inseguridades, una gorda que me da asco, no ERES CAPAZ.
Cada día a tu lado, me iba haciendo cada vez más pequeñita, te necesitaba como una autentica droga, porque, llegue a creer en verdad, que sin ti no era nada.
¿Sabes qué? En un año, he sido capaz de todo eso y todo lo que me queda todavía por cumplir.
Deje de ser yo para convenirme en tu sombra, en dedicar mi vida a tu bienestar y me olvide de mí. De lo que yo quería, de lo que me gustaba.
Cuanto peor me tratabas, cuanto más violento eras y cada vez que me insultabas, una parte de mí, sabía que no lo quería, pero no, no podía salir de ahí, no era capaz, una fuerza me hacía mantenerme ahí.
Llegue a tener miedo de dormir a tu lado, llegue a ser un alma negra sin ganas de vivir y gracias a la vida, salí a empujones de ese calvario.
Hoy, me apetecía gritarlo, dejarlo escrito, dar fuerzas a quien haya pasado o esté pasando por una situación similar. Porque si, se puede y por encima de nosotras mismas, no hay nadie más importante.
Una persona que te quiere, no te grita, no te desmotiva, no te hace creer que eres la peor persona del mundo. No te amenaza y por supuesto, no es violento contigo.
Porque no es necesario que te peguen un bofetón para que sea un maltrato, a mí no me hizo falta. Me valió con cada insulto, con cada grito, con dejarme tirada en la carretera o con tirarme algo, pero “que me dio sin querer”.
¡Hoy, vuelvo a sonreír, a darme cuenta que podemos ser felices con nosotras mismas y que me quiero como no he querido a nadie!!!