Ahora que me estoy conociendo

Inicio Foros Querido Diario Depresión / Ansiedad Ahora que me estoy conociendo

  • Autor
    Entradas
  • Tatami
    Invitado
    Tatami on #370809

    No busco consejo, ni mucho menos compasión. Creo que lo único que necesito es vomitar lo que tengo estancado dentro, contárselo a alguien, quizá por el simple hecho de decir “eh, estoy aquí, existo”.

    Nunca he sabido quién soy. Creía conocerme, inteligente, desentendida, luchadora… Siempre he causado buena impresión en el resto, y actuaba en consecuencia. Pero la realidad es que en el fondo no entendía por qué gustaba, rechazo los cumplidos, y tapaba con una manta todas mis inseguridades, actuando como si no ocurriese nada. ¿A mí, qué me va a pasar a mí? Le pasa al mundo, que está podrido; os pasa a vosotros, que estáis perdidos. Yo estoy estupendamente, sé muy bien quién soy y lo que quiero, y me voy a llevar por delante a quién haga falta.

    Apenas recuerdo mi infancia. Nunca pensé demasiado en ella. Solía decir que había sido difícil, porque es verdad, pero no indagaba más. Me daba vergüenza, no sabía qué contar sobre ella, y los pocos recuerdos que guardo son tan desestructurados y violentos que temía que me mirasen como a un bicho raro por no haber tenido las mismas facilidades que ellos, haber jugado a los mismos juegos, visitado los mismos lugares o compartido, en definitiva, lo que se considera una infancia feliz y plena. No, yo no tuve de eso, y me avergüenza.

    Pasé por un par de psicólogos de la Seguridad Social por un malestar mental generalizado. No sabía qué me pasaba, no sabía identificar qué era lo que sentía, ni desde cuándo, pero había algo en mí que no funcionaba como debía ser. Tenía ataques de ansiedad, eso era lo que contaba, pero había algo más profundo. Un incesante castañeteo y pensamientos suicidas diarios, más por la certeza de tener una salida que por un deseo de morir, un continuo hastío hacia todo y hacia todos, un no saber a dónde tengo que ir, como si estuviese perdida en medio de una ciudad desconocida donde nadie habla mi idioma, ni yo el suyo.

    El primero, tras dos meses conmigo, me mandó para mi casa sin diagnóstico alguno, porque según él estaba estupendamente. Al segundo, un año después, no le dio tiempo; solo fui a una primera consulta. Me dijo que estaba deprimida, que podía o bien ir al psiquiatra o bien hacer terapia con él, o ambas cosas. Me preguntó si tomaba algún medicamento y le dije que la anticonceptiva porque tengo SOP. Ahora ya no estaba tan seguro de que estuviera deprimida, y me mandó pedir cita con la ginecóloga para que le preguntase si era posible que los anticonceptivos me estuvieran desajustando hormonalmente (como si no los tomara precisamente por los desajustes que me provoca el SOP) y fuera esta la causa de mi depresión, en cuyo caso la solución: dejar de tomarlos y a otra cosa, mariposa. A los 15 días, y sin haber visitado a mi ginecóloga, no me vi con los ánimos suficientes para presentarme allí y decir que no había hecho lo que me había mandado, así que me quedé en la cama.

    El malestar nunca cesó. No sé cuándo llegó, siento que siempre ha estado ahí, yo solo intentaba ignorarlo, le daba un carácter cómico o le ponía nombres. De niña (me remonto a antes de que mis padres se separasen cuando tuve ocho años) tenía un par de amigas imaginarias: una vivía en la cabeza y otra en el corazón. No tenían nombre porque ambas eran una representación de mí misma, con mi mismo aspecto y voz; la diferencia era que la que vivía en la cabeza representaba la maldad y la que vivía en el corazón la bondad. La que vivía en la cabeza siempre me retaba a juegos, algunos peligrosos. Un verano, me retó a correr por encima de una hilera de piedras de tamaño considerable; si me caía, perdía, y ella estaba segura de que me iba a caer. Cuando me caí, se rió: “eres una inútil”, me decía, y yo volvía a intentarlo. La que vivía en el corazón reñía con la otra, ¿por qué me insultaba? ¿Por qué me obligaba a hacer cosas que yo no quería? Pero siempre perdía, la que vivía en la cabeza era mucho más inteligente y sabía cómo ganar las discusiones. Me descubrí a mí misma entrando en el instituto a los doce años aún con esas dos representaciones ocupando un espacio en mi día a día como una voz constante. Yo sabía que ya era mayor para amigos imaginarios, pero simplemente no era capaz de deshacerme de ellas. Como un diálogo interno, cada vez que se me presentaba una toma de decisiones, por ejemplo, tenía que consultar con aquellas dos personalidades cuál sería la decisión correcta, y ellas me respondían como si no fuera yo misma hablando en tercera persona. Al final, con esfuerzo, logré deshacerme de ellas, pero el diálogo interno nunca desapareció.

    Tras meses de incertidumbre, decidí probar suerte con una psicóloga nueva. No iba muy convencida, pensaba que me haría las mismas preguntas estúpidas y que daría vueltas y vueltas al mismo círculo sin llegar nunca a ninguna conclusión. Pero me equivoqué, y menos mal que lo hice. Me conocí más en esa hora que en mis 24 años, y salí con una sensación de desnudez más satisfactoria que vulnerable. Pero esa sensación de victoria duró poco. A medida que pasan los días y trabajo más en mí con esa maravillosa persona y profesional, el camino se vuelve cada vez más tortuoso. Yo nunca pensé que tuviera traumas, esa palabra evocaba más la idea de una incapacidad, un recuerdo tremendamente doloroso que te trae angustia y te impide hacer vida, que una completa disociación e inhibición afectiva como la que sufro.

    En la primera consulta le dije: “Ya que hablamos de esto, te voy a contar algo que me ocurrió de niña y de la que no siento absolutamente nada cuando la recuerdo, ni pena, ni rabia, nada”. Y pasé a describirle la noche en que mi madre, que sufría maltrato psicológico y físico de mi padre, le apuñaló en la espalda; y cómo lo presencié todo, mi padre con el cuchillo clavado en su espalda, el charco de sangre, sus gemidos de dolor. Cómo yo chillé, cómo mi madre intentó cogerme en brazos y yo escapaba de ella; cómo le curó la herida, y cómo después él la amenazaba diciendo que la iba a meter en la cárcel, y yo lloraba e sus brazos porque no quería quedarme a solas con mi padre.
    Se la describí como le contarías a alguien que has ido a comprar el pan.

    “No sientes nada porque cuando vivimos hechos traumáticos que nos sobrepasan emocionalmente nuestro cerebro se disocia como un mecanismo de defensa a corto plazo, pero a largo plazo crea un ejército que, si no se controla, se vuelve contra nosotros”.

    Ahí fue cuando escuché la palabra “trauma” por primera vez. Y no se ha dejado de repetir. Como cuando le conté, por ejemplo, que de niña le dije a mi madre que mi tío (escasos años mayor que yo) me había “mirado las bragas”. Acontecimiento que no recuerdo en absoluto, pero que, al hablar de ello, se me sobreviene una suerte de recuerdo, que no sé si es real o inventado, en el que ese niño (de aquella) me metía en su habitación, cerraba la puerta y me decía que me tumbase en la cama.

    Yo nunca pensé que tuviera traumas. Pensaba que mi forma de ser, tímida, complaciente, autodestructiva, inhibida, hermética, reprimida, con ataques de ira incontrolables… Solo era mi forma de ser. Ahora que me estoy conociendo, estoy viendo que llevo toda mi vida guardando la ira en un cajón porque no quiero hacer daño a los demás, porque no quiero ser como mi padre, y lo único que he hecho con esto ha sido anteponer el resto a mí misma, porque no me soporto, porque me considero un peligro. Ahora que me estoy conociendo, estoy viendo que no mantenía relaciones sexuales por placer, sino por complacer, porque descubrí el sexo a muy temprana edad, me masturbaba casi compulsivamente desde que tengo recuerdo; quizá que mi padre violara a mi madre en la misma habitación en la que yo me encontraba creyéndome dormida sea también un trauma que me haya condicionado, hasta el punto de dejar que me violasen mientras me daban de hostias en la cara, con el terror paralizándome el cuerpo y deseando que se acabase lo antes posible. Ahora que me estoy conociendo, estoy viendo que deposité mi estabilidad emocional en mi ex, y cuando este me dejó, no fui capaz ni de llorar porque lo único que sentí fue una nada absoluta, porque estoy inhibida emocionalmente; el sentimiento de abandono siempre ha estado ahí, desde que mi madre nunca estaba en casa porque trabajaba, y al final solo era cuestión de tiempo que me dejase. Ahora que me estoy conociendo, estoy viendo que rehúyo el contacto con los demás porque no soporto que me toquen, que me miren, que sepan que estoy ahí, porque prefiero pasar desapercibida incluso en la historia de mi vida; porque desconfío casi de forma enfermiza, porque siento a la gente como una potencial amenaza y simplemente espero a ver cuánto tardan en intentar hacerme daño.

    Y un largo etcétera de recuerdos de mierda que han copado mi memoria y ahora no puedo hablar de mi infancia porque no recuerdo nada que no sea incómodo de escuchar.

    Ahora que me estoy conociendo, estoy viendo que no soy yo. Soy un producto de lo que han hecho conmigo. Busco por Internet la definición de “trauma” y las consecuencias de sufrirlo en la infancia, y leo una descripción detallada de mí misma, como si en vez de una persona fuera un diagnóstico. Y yo me pregunto, cuando cure todas estas heridas abiertas por las que llevo sangrando toda mi vida sin darme cuenta, ¿qué quedará de mí? Si lo único que conozco es esa niña asustada y sin refugio a la que nunca nadie le preguntó si estaba bien, una niña que nunca tuvo a nadie a quien pedir ayuda y que a día de hoy sigue pidiendo disculpas por tener necesidades. Si tengo que sacar algo bueno de toda esta ponzoña es que me ha convertido en una persona extremadamente resiliente y resistente. De mí me gusta decir que soy como el diamante, frágil pero el material más duro que existe, solo por detrás del grafeno.

    Yo no me voy a rendir, ¡pero joder! No es justo que ahora tenga que estar yendo a terapia por culpa de terceros, reconstruyendo lo que otros destrozaron, sola. No es justo que condicionemos así la vida de criaturas que no pidieron nacer, ¿a caso pensamos en algún momento que nuestros actos negligentes pueden tener consecuencias negativas para individuos que no tienen la culpa de nada? ¿Por qué tengo que hacer esto? Desahogándome anónimamente en Internet porque siento que no tengo dónde colocar todo este desastre que me han cargado a la espalda.

    Por favor, sed consecuentes. Si no sabéis hacer el bien, al menos no hagáis daño.

    Gracias por leerme.

    Responder
    Yo82
    Invitado
    Yo82 on #371084

    Ufff que duro ha sido leerte, pero a la vez que esperanzador, que valiente eres y que fuerte! Cuando todo este proceso acabe lo que te quedará es una mujer fuerte, una mujer dueña de su destino, que podrá decidir como actuar y como ser. Sigue así. Un abrazo enorme!

    Responder
    Pupa
    Invitado
    Pupa on #371089

    Jo der.

    Un abrazo enorme <3

    Responder
    Sara
    Invitado
    Sara on #371091

    Se me ha encogido el corazón al leerte. Efectivamente, estás sufriendo las consecuencias de algo que no elegiste y que nunca debiste sufrir. Ojalá puedas sanar todas esas heridas y disfrutar la vida como mereces. Te mando un abrazo fuerte y todo el cariño del mundo

    Responder
    Elisa
    Invitado
    Elisa on #371093

    Tienes coraje que te ayudará a recomponer tus trozos y juntarlos y formar así una mujer maravillosa.
    Desde la distancia te mando un abrazo y un aquí me tienes para escucharte

    Responder
    Panda
    Invitado
    Panda on #371097

    Cuando te recompongas llegará la paz, la tranquilidad, las noches de calma, el dormir de verdad, el ir a cualquier lugar sabiendo que lo puedes hacer, que tú estás siempre para ti, llegará el disfrute, el saborear la soledad, no como un castigo sino como elección. Llegarán las metas y los objetivos logrados, y poco a poco, a vivir, vivir de verdad.

    Tómate tu tiempo. Un día llegarás al final del trayecto de esta cura y no te habrás siquiera dado cuenta.

    Responder
    AG
    Invitado
    AG on #371104

    Un abrazo y mucha fuerza

    Responder
    Maria
    Invitado
    Maria on #371106

    Te agradezco mucho que hayas compartido esto.con nosotras. A mí la vida me ha enseñado algo tremendamente útil. Da igual que te preguntes porqué te ha pasado eso sin tener culpa de nada. Lo.importante es que haces tú con eso, y que te reportará en el futuro. Lo genial de tu situación es que puedes ser como tú quieras. Puedes renacer, rehacerte. Podrás aprender a disfrutar de la vida, podrás aprender a no tener miedo. Podrás amar sin medida, a la primera a ti. Podrás hacer muchas cosas que personas sin traumas no harán jamás. Porque estas haciendo un trabajo en ti misma que la mayoría de las personas no hacen en toda su vida. Por muy muy malo que sea el pasado, si sabes y tienes las herramientas para superarlo y aprender de él, la vida te devuelve cosas maravillosas. .te lo prometo. Y tú vas encaminada a ello, con dos ovarios, y todas las ganas del mundo. Te admiro mucho. Un besazo muy muy muy muy fuerte

    Responder
    Hannah
    Invitado
    Hannah on #371108

    Solo decirte que tienes toda la razón. Te han echado tanta mierda encima que al final has acabado aplastada por todo el peso. Mucho ánimo guapa!! Sigue con la terapia y sigue trabajando en todo eso, te pondrás bien con el tiempo.

    Responder
    Macu
    Invitado
    Macu on #371109

    Tras leerte con lágrimas en los ojos, quisiera decirte que no te avergüences jamás por los que otros te han hecho. Te estás reconstruyendo a ti misma, conociéndote a ti misma, y eso es lo más importante. Sin conocerte te puedo decir que la persona a la que estás descubriendo, es muy dura, muy fuerte, muy buena y sobre todo muy valiente, aunque sea anónimo, el que tengas valor para contar está historia dice muchísimo de ti. No dejes de conocerte y nunca dejes de luchar. Un abrazo bonita.

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 55)
Respuesta a: Ahora que me estoy conociendo
Tu información: