Hola chicas, hoy vengo con ganas de desahogarme un poco y de escribir parte de mi historia por si a alguien le sirve. A mí me hubiese gustado saber hace tiempo que se puede superar una mala historia cuando lo ves todo negro.
Hace 5 años conocí a Alberto (llamémosle así), yo acababa de salir de una relación tormentosa y lo último que esperaba era tener nada serio con nadie.
Me apetecía un poco de risas, jaleo y a casa. Pero sabéis cuándo tenéis esa conexión que crea chispas dentro de ti y te conecta con alguien. Pues eso me pasó. Todo eran risas, jaleo, mañanas de domingo, cantos en el coche, mimos, pelis… y amor. Todo era tan intenso que sentía que me podía comer el mundo cogida de su mano. Empecé a sentirme querida y feliz.
Todo lo que no había sido en los últimos años, lo sentía con él. Sus detalles, su manera de acariciarme el alma, sus besos en las heridas que estaba cicatrizando porque él me estaba enseñando la parte bonita de la vida. Os prometo que era como estar echada en una nube suave y esponjosa y saber que nada podía ir mal. Hasta que empezaron los celos y las peleas absurdas, su orgullo y su control. Joder, me caí de la nube de la peor forma.
Y se acabó, se acabaron los detalles, las mañanas felices y todo eso tan bonito que había empezado y que se había acabado de repente. Yo había aprendido a quererme, así que decidí acabar con todo. Y al poco él empezó una relación con otra persona.
Escuché cómo se me rompió el corazón cuando vi la primera foto. Me sentí engañada y dolida. Decidí seguir adelante, lo intenté con todas mis fuerzas hasta que una mañana de domingo, muchos meses después, me encontré con varias llamadas perdidas de un número oculto. Otra llamada. Lo cogí y escuché esa voz que hizo que cada poro de mi piel se pusiese a temblar. Joder, era él.
Pronuncié su nombre y colgó. Me volví loca. Pasó una semana sin tener noticias hasta el sábado siguiente. Otra llamada. Esta vez no colgó, hablé con ese desconocido que no me dijo su nombre, pero yo sabía que era él. Y todo dentro de mí volvió a latir.
Pasaban las semanas esperando a que llegase el fin de semana para escuchar esa voz. Pasaron los meses y todo se basaba en esperar sus llamadas. Y así empezó a pasar el tiempo. Él seguía con su vida, con su novia y yo mientras tanto esperando con mi vida en pausa para poder hablar con él las migajas de tiempo que dejaba para mí.
Y así pasaron los años, yo intenté seguir con mi vida. Intenté volver a querer y dejarme querer, intenté alejarme, intenté verle y hacerle saber que yo estaría siempre ahí esperándole. Pero cuatro años son demasiados años con la vida parada esperando algo que nunca va a llegar.
Por mucho que él jurara y perjurara que ya no quería a su novia, que seguía enamorado de mí y que quería un futuro conmigo. Yo no podía más. Esta vez sí me cansé de verdad. Ya no cogía llamadas ni respondía mensajes. Ya no le dedicaba canciones ni frases. Y pasó un tiempo en el que todo se quedó en silencio. Yo seguí con mi vida, rota. Y él me había dejado seguir adelante.
Y una noche de diciembre le conocí. Conocí a Álvaro (llamémosle así). Y cuando le vi volví a sentir esa chispa que hacía tanto tiempo que había olvidado. Era una chispa tímida y pequeña, pero que me hizo vibrar entera. Algo empezó. Podría decirse que es amor, pero este amor es diferente. Es tranquilo, bonito, pacífico, intenso y suave a la vez, y me hace sentir una paz interior que nunca había conocido antes.
Desde entonces han pasado los meses, Álvaro y yo seguimos juntos y cada día trabajamos juntos por construir esto tan bonito que tenemos entre los dos. A veces recibo un mensaje de Alberto, me gusta saber que está bien aunque no es feliz. Ahora me dice cuánto se arrepiente de haberme dejado escapar (qué típico, no?), que se ha dado cuenta de que eligió mal y de cuánto me quiere.
Me cuenta que está estancado en su vida y que no ve futuro con su pareja. Ahora sí saca tiempo para verme, pero la que no quiere verle soy yo. Y no porque tenga pareja, sino porque siento que aunque siempre va a ser especial para mí, esta historia se acabó y no quiero hacerle lo que él me hizo a mí.
Pero miro atrás y veo cómo salí de ese bucle de amor tóxico en el que he estado metida tanto tiempo y del que jamás pensé que podría encontrar la salida. Porque ahora me leo y pienso en lo fácil y obvio que suena todo, pero qué difícil era en ese momento tomar una decisión y alejarme definitivamente.
Ahora todo es diferente. Tengo una relación sana con alguien que me quiere de verdad y me quiere bonito, he vuelto a querer y he vuelto a dejarme querer. Esa conexión ha vuelto, esas mariposas que se vuelven locas cuando le veo llegar, los planes de futuro, el pellizco en el corazón cuando dice que me quiere. Porque al final Alberto me perdió a mí y nunca encontrará a nadie que le quiera como yo le quise; y yo lo perdí a él y encontré a alguien que me quiere como nunca me podría haber llegado a querer Alberto.
Gracias a las que me hayáis leído ❤️