Amor Secreto

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    anonimo on #434189

    Se sentía sola, a pesar de encontrarse en medio de un gran salón lleno de gente, ese sentimiento la acompañaba desde ya hacía meses atrás, desde aquel día en que su vida dio un cambio de 360 grados. Quien le iba a decir que pasaría de ser la mujer más alegre del universo a ser la más desgraciada, y todo por culpa de su propia madre. Miraba a su alrededor y no veía más que personas bailoteando a su alrededor, pero ninguna de ellas hacia que esa tristeza desapareciera de su alma.
    Todo comenzó el día en su madre la había obligado a casarse con un señor, que le doblaba la edad y al cual no conocía, solo por el hecho de saldar la deuda económica que había contraído a causa del juego. El día de su boda fue el más triste de su vida, cuando debería de ser todo lo contrario. Pasaría a ser un alma libre, a vivir encerrada en una jaula, de oro pero una jaula. Había intentado convencer a su madre para que no la obligara a casarse, pero su esfuerzo fue en vano. Y ahí estaba, junto a un hombre que no quería, y que jamás lo haría, lo único que podría sentir por el sería un odio inmenso cada vez más creciente, con el paso de los días. Y así pasaron los días hasta convertirse en meses, hasta aquel día en que todo iba a cambiar.
    Se celebraba una fiesta sorpresa en casa para dar la bienvenida al hijo de su esposo, que estaba estudiando en el extranjero. En el salón de la mansión se encontraban personas importantes en el mundo de la política, los negocios, etc., pero eso le daba igual, ella solo debía preocuparse de poner su mejor sonrisa, aunque alma solo quisiera llorar, y acompañar su esposo, como hacia siempre. La noche transcurrió con normalidad, como muchas de otras. Felix, el mayordomo de la mansión y el único capaz de conseguir arrancarle una aunque pequeña sonrisa con sus ocurrencias; se acercó a su esposo y le digo algo al oído, que pronto este transmitió a todos los presentes en aquel salón. Por fin había llegado el homenajeado, así que la banda dejo de sonar, y los asistentes formaron un gran semicírculo alrededor de la gran puerta principal, para poder acoger al joven a su llegada. Su esposo la dejo para colocarse en el centro del semicírculo, para ser el primero en recibir a su primogénito con un gran abrazo, después de que lo haberlo mandado a estudiar al extranjero unos días después de la muerte de su primera esposa. Ella aprovecho el momento para marcharse del salón , sabía que nadia la iba a echar de menos, ya que su marido estaría demasiado ocupado con su hijo, presentándolo a aquellas personas tan importantes,
    Llego a su habitación y se deshizo de aquel vestido tan elegante que le había regalado su marido para ponerse aquella noche; desabrocho la cremallera muy lentamente y lo dejo caer por su cuerpo muy lentamente hasta llegar a sus pies, ahí estaba desnuda solamente adornado su cuerpo un par de joyas, de las muchas que tenía. Lo único que le apetecía en ese momento era darse una ducha y meterse en la cama, para olvidarse por un momento de la realidad. Se quedó dormida nada más acostarse. Cuando se despertó su marido no estaba a su lado, a pesar de que la fiesta ya había terminado hacia un buen rato, seguro que seguiría con sus amigos de fiesta en alguna discoteca de esas para ricos. Pero no le importaba nada, le daba igual lo que hiciera. Tenía la garganta un poco seca, ya que hacía un calor inmenso aquella noche, así que decidió, ir a la cocina a buscar un vaso de agua. Salió de la habitación, y la casa estaba toda en silencio y oscuras, no necesitaba luz, se sabía el camino hacia la cocina, de las veces que había hecho ese camino, con el único fin de huir del lugar en el que se encontraba el que decía ser su esposo y que para ella era un desconocido más.
    En esa concina había pasado muy buenos momentos con su amigo Félix , la única persona en esa casa que sabía escucharla, aunque al principio tenía una mera desconfianza de él, por el temor de que su lealtad con su jefe lo llevara a contarle todo lo que ella le había confesado en la más estricta confianza. Pero con el tiempo se dio cuenta de que no, Félix antes que un empleado que le debía lealtad a su jefe, era una buena persona y un buen amigo e incluso el padre que nunca había tenido.
    Mientras se dirigía a la cocina recordó, que la casa estaba sola, ya que los empleados tenían el día libre, pero eso a ella no le importaba, como le iba tener miedo a algo que le había acompañado desde que había llegado a esa casa. Entro en la cocina y se dirigió a la nevera de agua el vaso que había cogido en la encimera, abrió el frigorífico y una brisa de aire frio acaricio su cara haciendo estremecer su cuerpo casi desnudo, pero a la vez agradable. Solo llevaba puesto un camisón muy corto, mientras que su pelo lucia en una alborotada coleta que se había hecho para irse a la cama. Arreglarse no era una de sus prioridades, siempre vestía un modo muy sencillo, a pesar de que tenía un inmenso vestidor lleno de zapatos, ropa y complementos, pero eso no iba a llenar el vacío que sentía en esa casa.
    Cerro la nevera, ya empezaba a sentir un poco de frio, después de estar allí tanto tiempo plantada frente a una nevera llena de comida, recordando el esfuerzo de su padre años atrás para llevar dinero a casa para un cartón de leche, pero que su madre gastaba en las malditas máquinas tragaperras de los bares del pueblo, las mismas que le habían llevado ha esta situación. Cogió la puerta del frigorífico y la batió con rabia, no podía más, el milagro que había estado esperando nunca llegaría y pasaría el resto de su vida en aquella maldita jaula de oro; aun mirando hacia el frigorífico, pero con la mente pensando en todo aquello que le estaba pasando, de su ojo salió un pequeña lagrima que quiso acariciar su mejilla.
    Una mano fría como el hielo toco su hombro, provocando otro pequeño escalofrío que recorio toda su espalda y haciendo que el vaso lleno de agua que llevaba en su mano se derramase mojándola toda antes de caer en el suelo y devolviéndola a la realidad de aquella noche calurosa que cambiaría su vida para siempre.
    Se agachó para recoger el vaso que se le había caído al suelo, y cuando levanto la vista a un milímetro de ella se encontró con unos ojos negros, de esos que hipnotizan con solo mirarte, y unos labios que esbozaban una pequeña sonrisa… No podía dejar de mirar esos ojos: durante unos segundos todo a su alrededor se desvaneció, los segundos parecían horas, pero de esas que de esas que pasen lentamente y quieres que no se acaben nunca. Una sensación invadió su cuerpo, extraña pero placentera.
    El silencio que invadía la habitación se rompió por un fuerte ruido del exterior, haciendo las miradas se apartasen, y que ella bajase su mirada para poder contemplar aquel toros desnudo cubierto únicamente una toalla que rodeaba su cintura. En un gesto de vergüenza ante aquella situación se dio cuenta de que su camisón mojado marcaba cada curva de su cuerpo y que aquella fina tela dejaba ver piel. Sus mejillas empezaron a sonrojarse, como no se había dado cuenta antes. No perdió un segundo más y se marchó corriendo de la cocina dejando atrás aquel hombre que parecía un dios griego caído del Olimpo.
    En cuanto llego a la habitación se deshizo del camisón mojado y se acostó No podía dejar de pensar en el hombre de la cocina; habría sido una ilusión de su mente o una realidad :seguro que era algún empleado de la casa que no conocía.
    Cerro los ojos su mente venia el rostro de aquel hombre tan perfecto, con esos ojos negros azabache, esos labios carnosos deseosos de besar, aquel torso desnudo, por el que resbalaban pequeñas gotas de agua, en que aquella sensación tan extraña que había experimentado. No habían intercambiado ni una sola palabra con él, pero su mirada se lo había dicho todo. Sus pechos se excitaron de solo pensar que aquel hombre entrase en su habitación, como un polizón se cuela en un barco con rumbo desconocido, como sería acariciar aquella piel, saborear aquellos labios, que pedían que los besaran a gritos. Su excitación aumentaba por segundos, extraña a medida que recordaba, aquel hombre. Nunca se había sentido tan atraída por alguien de esa forma.

    A la mañana siguiente se levantó muy temprano, como había hecho desde que había llegado a esa casa. Era su momento favorito del día, ya que a esas horas todo el mundo dormía y se podía disfrutar del silencio. Se preparó su café y se dirigió hacia el jardín, era enorme, pero su lugar favorito era junto a la piscina, desde allí sentada en una hamaca se sentaba a observar el amanecer.
    Había nacido en un pueblo muy pequeño a las afueras de la ciudad. Su familia era humilde, su padre trabajaba en la mina a sol a sol para ofrecerles a ella y a su madre una buena vida, su madre por el contrario se pasaba los días en el bar del pueblo jugando a las máquinas traga perras y gastándose el sueldo que su padre traía a casa. Su infancia era feliz a pesar de que tenía que cuidar de su hermana pequeña que estaba enferma y ocuparse de las tareas del hogar. Lo que más le hacía feliz era cuando su padre le contaba cuento de princesas rescatadas de las manos del malvado dragón. Pero mientras iba creciendo se fue dando cuenta de que eso no era así, y que los cuentos que le contaba su padre eran pura fantasía. Tras la muerte de su padre tuvo que dejar de asistir a la escuela, lo poco que iba, y se puso a trabajar en todo lo que podía, con el único propósito de llevar dinero a casa.
    Pero ahora estaba ahí, sentada mirando el amanecer, en una casa que era un palacio , como el de los cuentos que le contaba su padre de pequeña, pero para ella era una jaula de oro.
    Aun estaba cansada de la noche anterior había sido agotadora. Entonces empezó a recordar lo sucedido en la cocina, quien sería aquel hombre, había sido un sueño o quizás fuera un empleado de la casa al que nunca había visto antes. Y con ese pensamiento y el balanceo de la hamaca se quedó dormida.
    Se despertó, el sol que entraban por la ventana no le permitía abrir muy bien los ojos, pero pudo reconocer que se encontraba en su habitación. ¿Cómo había llegado allí?

    Los rayos de sol la cegaban y no la dejaban ve con claridad, hasta que sus ojos se adaptaron a la luz. Tenía un profundo dolor de cabeza, por lo que decidió que iría a la cocina a por algo para el dolor.
    Cuando se quiso incorporar sintió un pequeño pinchazo en su vientre que no le permitía levantarse, por lo que decidió esperar un poco, para ver si disminuía el dolor. Mientras decidió cerrar otra vez los ojos, En ese momento pudo escuchar como alguien se acercaba, eran dos personas y una de ellas era la voz de, pero la otra nunca la había escuchado. De repente se produjo un breve silencio.
    Cuando abrió los ojos, pudo ver al fondo de la habitación a su amigo Félix al fondo de la habitación, estaba con semblante preocupado, que estaba sucediendo. Cuando se disponía a preguntarle qué era lo que pasaba, la puerta del baño se abrió, y allí estaba, era él, el hombre de la cocina, solo que esta vez iba vestido. Llevaba una camisa blanca, pero con unas extrañas manchas de sangre en su camisa, y una toalla en las manos. Esta vez el rostro no era la de uno pequeña sonrisa, como la pasada noche, sino que también tenía un semblante de preocupación. Se dirigió hacia Félix, y ambos empezaron a hablar entre ellos.
    No entendía nada, aquella era una situación muy surrealista. Tenía que hacer algo. Por segunda vez, intento incorporarse en la cama , pero ese dolor en el vientre era cada vez más punzante, y el dolor de cabeza era cada vez más intenso.

    Mientras hacia la maleta intentaba recordar la casa de la que había salido hacia mucho tiempo. Recordaba la última noche que había pasado allí, abrazado fuerte a la fotografía de su madre que había fallecido días antes, que aun conservaba.
    Poco recordaba de su infancia, pero a pesar de eso algo que nunca olvidaría eran los cuentos que la yaya Rosalía, le contaba por las noches antes de irse a dormir. Rosalía, era la cocinera de la mansión, pero para él era una segunda madre, le había enseñado muchas cosas, ya que pasaba la mayoría del día con ella en la cocina.
    La relación con su padre era casi inexistente, casi no estaba en casa , se pasaba todo el día fuera de casa, se pasaba los días viajando, en la oficina ocupándose de las empresas de la familia, o simplemente en fiestas de negocios, o eso le decía a su madre; dejándolos solos a el y a su madre enferma durante días o incluso semanas. Por eso el día en que su madre murió, su padre ordeno a los criados que le preparasen la maleta para llevarlo a un internado, y así no tener una preocupación.
    Ya habían pasado muchos años , desde que había abandonado aquella casa, y ahora por fin volvería. Por las pocas noticias que había tenido durante esos años la cosas habían cambiado mucho en aquella casa. Rosalía se había ido a vivir con su hija a su pueblo natal, la echaría de menos, pero la iría a visitar en cuanto pudiera. En las ultimas noticias que había recibido de Felix, su padre se había casado otra vez. Estaba seguro que seria con alguna de esas mujeres que a menudo sobrevolaban a su alrededor,o alguna oportunista que había conseguido conquistarlo.
    Una vez que la enfermera terminó su trabajo le pregunto si le podía dar un vaso de agua, tenia mucha sed como si estuviera días sin beber. La enfermera le acerco el vaso que se encontraba en una mesilla al lado de la cama y la ayudo. Cuando termino de beber , por fin le pregunto que es lo que le había pasado para estar en ese lugar, a lo que la enfermera le contesto que no sabia que eso lo debería de hablar con el médico , y se marchó, cerrando la puerta a sus espaldas.
    Dos minutos mas tarde escucho como llamaban a la puerta , esta vez era Félix, que traia un ramos de tulipanes , esos que a ella tanto le gustaban.Nada más verlo se le ilumino la cara, sabia que su amigo le diría la verdad si ella se lo pedia. Felix tomó asiento, después de dejar el ramo de tulipanes en un jarrón con agua que había en la habitación; nada mas sentarse le pregunto que tal se encontraba a lo que ella le respondio, que no entendia nada de lo que estaba sucediendo. El rostro del mayordomo borro por completo aquella sonrisa con la que había entrado por la puerta , convirtiéndose en un rostro de tristeza.Ella rápidamente percibio el cambio en su cara a lo que se dispuso a preguntarle sobre lo que le había pasado y que nadie le quería decir. Felix intentando disimular su tristeza , se dispuso a cambiar de tema y le empezó a contar cosas que habían sucedido en su ausencia. Ella al ver esta situación no quiso preocupar más a su amigo. Estuvieron hasta bien entrada la noche, cuando de nuevo la enfermera entro en el cuarto y le pidió por favor que abandonase el cuarto. Cuando ya se marchaba dio mediavuelta y la observo como si quisiese contarle algo que estaba deseando pero no podía por algún motivo.
    La enfermera entro en el cuarto para preguntarles si necesitaba algo , a lo que dijo que si la podía ayudar a ir al aseo. Cuando abrió la puerta del aseo para volver a su cama, allí estaba el otra vez, sentado en el mismo sofá en el antes había estado Felix, estaba leyendo un libro. Ahora que lo tenia un poco más cerca y que había mucha mas claridad pudo fijarse más detalladamente en su rostro. Era perfecto, tenía una piel morena sobre la que resaltaban sus ojos negros, de los que quedo hipnotizada la primera vez que los vio, aquellos labios carnosos con los que había soñado y que la habían vuelto loca.
    La enfermera salío tras ella del baño y dando se cuenta de como lo miraba, se acerco a su oreja y le susurro lo guapo que le parecía su marido; en ese momento ella despertó y cuando iba a rectificarle lo que le había dicho; una mano fría cojió su brazo, y un escalofrío recorrio su cuerpo otra vez. Al girar la cara

    Lo que mas deseaba en ese momento era poder chocar sus labios húmedos con los de aquel rostro, y saborearlos hasta que se fusionasen, como cuando comes tu comida favorita, que degustas cada bocado como si fuese el ultimo, apreciando cada unos de los sabores que lo forman..
    Un pequeño golpe deshizo el encantamiento en el que se encontraba sumida, y la trajo de nuevo a la realidad. Por fin se acostó en la cama , estaba muy cansada por lo que la enfermera le recomendó descansar, y para ayudarla le inyecto una especie de calmante.
    A la mañana siguiente se despertó, no se sentía ningún ruido, estaba todo muy tranquilo. Miro hacia la ventana, y empezaban a entrar los primeros rayos de Sol, y ahí estaba el tumbado en el sofá , durmiendo. Su rostro iluminado , era aun más bello que nunca. Su pelo castaño brillaba con la luz, su piel morena , sus labios… Era demasiado perfecto para ser real , era como un dios griego , de eses que aparecían en los libros que leía con gran interés y que siempre le habían gustado., tenia razón la enfermera y era muy guapo.
    Pronto vio como la puerta se abría y cerró los ojos no quería ver a nadie en ese momento , nadie que no fuese el medico para preguntarle lo que le había sucedido. Sintió como unos pasos se dirigían hacia su cama , al mismo tiempo que el sofá , en el que aun desconocido , se reclinaba hacia delante.
    Era un hombre quien había entrado, y en cuanto lo escucho hablar se dio cuenta de que era el médico, si ese que aun sin haberle dirigido la palabra le había inyectado el sedante la primera vez. Lo reconocía por que mientras se iba durmiendo lo había escuchado hablar , aunque muy borrosa mente, pero si recordaba aquel tono de voz tan particular que tenía, y que tanto le hacia recordar a su padre. Cuando iba a abrir los ojos, y así por fin preguntarle al doctor que era lo que le había pasado, algo hizo que los cerrase más aun.
    No podía creer lo que había escuchado , era imposible, seguro que se habían equivocado de paciente,

    Su cuerpo recibió un espantoso escalofrío que le recorrió toda la columna. Por fin abrió los ojos, quería cerciorarse de que aquello había sido una equivocación. El médico seguía hablando con aquel hombre desconocido, cuya identidad era ahora mismo el menor de sus prioridades. Con la garganta un poco seca, emitió un pequeño ruido que hizo que ambos se dirigiesen a ella. Sus caras no era del todo alegres , aunque hiciesen el esfuerzo por disimularlo. Tras refrescar su garganta por fin había llegado el momento de hacer la pregunta que tanto deseaba hacer. Los dos hombres se miraron; como intentando buscar una solución a ese momento. El médico se giró hacia una silla que se encontraba a sus espaldas y la acerco a la cama , en la que ella seguía impaciente por escuchar la respuesta. Tras aclararse la voz, se inclino y comenzó a contarles todo. Le dijo a causa de los golpes que había recibido, su placenta se había desprendido y por eso había sufrido un aborto, y como consecuencia de eso no podría tener más hijos.
    Su piel empezó a cambiar de color, como podía haber estado embarazada si ella nunca había estado con ningún hombre. Aquello era una broma y de mal gusto, y no tenia ninguna gracia .El medico le dijo que aquello no era ninguna broma ni ninguna equivocación.
    Entonces ahora todo cobraba sentido.
    Era noche y la casa estaba llena de gente , como todas las noches en las que su marido invitaba a sus amigos para organizar partidas de póquer ilegales, en las que todo el mundo acababa borracho y durmiendo por cualquiera esquina de la casa. Su única obligación era la de recibir a los invitados de sus amigos y sus prostitutas, a partir de ahí ella podía hacer lo que quisiese. Al terminar sus “trabajo” como anfitriona se retiraba a su habitación en donde ponía música a todo volumen, para no escuchar a los borrachos , y cogía un libro para así poder salir de aquellas cuatro paredes y viajar a lugares en los que le gustaría estar en ese momento. Pero aquella noche se quedo en el jardín a contemplar la lluvia de estrellas, cuando el cansancio empezó a apoderarse de su cuerpo, supo que era hora de volver a su cuarto, pero antes pararía en la cocina a tomar un vaso de leche. Cuando entró en la cocina , allí estaba al que llamaban su marido con una copa de whisky en la mano, como ya era habitual en el . Al verla sonrió , pero había algo en esa sonrisa que no le gustaba nada.. Sin dirigirla la palabra , se acerco a la nevera, y cuando iba a abrirla , sintió en su cuello un aliento seco, que hizo que su piel se erizase y sus músculos se pusiesen en alerta .Una mano empezó a introducirse por debajo de su camiseta, mientras que la otra la sujetaba contra él. Que es lo que estaba pasando, quería marcharse , pero no tenia la fuerza suficiente para hacerlo.

    A partir de ese momento no recordaba nada, pero entonces empezó a cobrar sentido lo que había pasado, su marido había abusado de ella.
    Empezó a ponerse muy nerviosa al recordarlo y al darse cuenta de lo sucedido. En ese momento solo quería salir de aquella habitación y encontrarlo para matarlo, porque le había hecho aquello. Por su culpa está pasando por aquella situación, de la que nunca más se podría recuperar. A pesar del dolor que sentía, un chute de adrenalina inundo su cuerpo y se incorporó en la cama, tan deprisa que apenas los allí presentes apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Empezó a arrancarse todos los cables que tenía en el cuerpo y puso los sus pies descalzos sobre el suelo. Pero ese chute de adrenalina se vio menguado rápidamente, sus fuerzas aún estaban muy débiles, lo que le hizo flaquear, dejándose caer sin importarle el golpe que se podría haber dado, ya nada le importaba en ese instante. Aunque lo peor estaba por llegar, ya que más tarde descubriría que la perdida de aquel bebe fue a consecuencia de la paliza que le había propinado su propio marido aquella mañana cuando llegaba a casa después de una noche de fiesta y la encontró tumbada en la hamaca durmiendo.
    Su vida ya no podía ir a peor, primero la boda concertada, después la violación, la paliza. Lo único que deseaba en esos momentos era la muerte. Pero había algo, no sabía decir que aún le ataba a la vida.
    Pasaban los días, y a pesar de los esfuerzos gigantescos de los médicos en su recuperación, ella ponía un montón de barreras, que hacían que esta fuese lo más lenta posible.
    Después de varios meses en el hospital ya por fin iba a recibir el alta médica, y se iría a casa de su madre, ya que no quería volver a ver al monstruo que tenía por marido, después de lo que le había hecho. Sabía que no podía denunciarlo, por muchas pruebas que tuviese en su contra, porque nadie la creería frente a aquel hombre que aparentaba ser tan respetable y honesto. Si intentaba algo en contra del sabía que tenía las de perder, así que decidió ser más inteligente, seguiría casada pero de alguna manera le haría pagar todo lo que le había hecho.
    Cuando recibió el alta médica se fue a vivir a una casa junto al lago., allí seguiría con su recuperación. La casa era pequeña pero confortable, estaba situada al lado de un gran lago. La soledad invadía cada recoveco de aquel paraje, pero eso era lo que ella ahora mismo necesitaba, estar sola y poder pensar que es lo que quería hacer.
    Los días pasaban a medida que su cuerpo se iba curando los golpes de su cuerpo, pero no los de su alma; estos los llevaría por siempre. Se pasaba las horas observando la naturaleza. Muchas veces, y cuando sus fuerzas se lo permitían, daba largos caminos por el bosque en silencio, y se quedaba hipnotizada con sonido del viento cuando movía las grandes ramas de los árboles; contemplaba a los animales y envidiaba la libertad que estos poseían y que ella nunca tendría. Por las noches se tumbaba en la mecedora de hall de la caballa y contemplaba el cielo y las estrellas, pesando en que sería de su vida si su madre no la hubiese obligado a casarse.
    Cada semana Félix se acercaba a la cabaña para llevarle comida, la relación entre ambos se había distanciado, ella sentía que su amigo la había traicionado al no contarle lo que había sucedido , pero en el fondo sabía que su lealtad hacia su jefe era muy grande, y lo llegaba a comprender de alguna forma.
    Aquel lunes Félix no llego con su coche verde, que a ella tanto le gustaba, sino que en su lugar llego un coche color rojo que no recordaba haber visto antes. A su llegada se levantó de un salto de la mecedora, y puso un gesto defensivo, de quien sería aquel coche. Pocas personas sabían de la existencia de aquella cabaña, como le había comentado Félix en alguna ocasión, y muchos menos el camino para llegar a ella, debido al escondido camino. El coche aparco, junto a la cabaña y apago el motor. Ella se dirigió hacia él, ya que no veía a nadie, pero en ese momento la puerta del coche se abrió, y su interior salió aquel hombre cuya identidad aún desconocía. Aquel hombre se dirigió hacia ella con una gran sonrisa mientras sujeta la bolsa de comida que le debería de haber traído ese día Félix.
    Cuando lo tuvo en frente sé quedo callada, había algo en el que la adsorbía de tal forma que no era capaz de pronunciar palabra alguna. Este al ver que ella no decía nada, le pregunto qué tal se encontraba en aquel lugar; ella reacciono y bajando la mirada respondió un que se encontraba muy bien. Sin darle tiempo a preguntar a ella, él le explico que estaba allí porque Félix le había pedido el favor de que le llevase la comida ya que él se encontraba ocupado en otros asuntos. Ella con una sonrisa se lo agradeció y cuando se iba a girar para dirigirse hacia la cabaña, empezó a caer una fuerte lluvia que hizo que acelerase más aun sus pasos sin mirar atrás.
    Entro en la cabaña, sin ni siquiera despedirse de aquel hombre, estaba toda mojada y quería sacarse la ropa, lo que menos necesitaba ahora era coger un resfriado. Cuando se disponía a ello, sintió que llamaban a la puerta, y rápidamente se puso el albornoz., quien podría ser ahora.
    Se acercó a la puerta y después de dudarlo un segundo se decidió a abrirla. Y allí estaba él, esta vez todo mojado, pero aun así con esa sonrisa en su cara. Le explico que su coche no arrancaba, y que su móvil no tenía cobertura, y si sería tan amable de dejarle pasar hasta que dejase de llover. Ella apretando fuertemente su albornoz le dejo que pasase, ofreciéndole sentarse junto a la chimenea que estaba encendida. No podía parar de mirar su ropa mojada, como marcaba cada curva de su cuerpo, como dejaba poco a la imaginación cada centímetro de carne.
    Le ofreció una taza de café y una toalla seca para que se pudiese secar. Él se lo agradeció, y se dirigió hacia el baño, ¿cómo sabia dónde estaba el baño si ella no se lo había indicado?
    Aprovechando que él no estaba en ella se dirigió hacia la habitación para vestir algo de ropa, cuando al pasar por delante de la puerta del baño, que estaba entreabierta, pudo observar ahora si aquel cuerpo desnudo y musculoso. Como cada centímetro de piel perfecta hacia que aquel hombre fuese un dios griego en todo su esplendor. No podía dejar de mirarlo, lo que daría por tocar aquella piel, por sentir aquellos brazos abrazándola; pero en el fondo algo le decía que ahora su objetivo era otro y que tenía que estar concentrada en ello.
    Ambos tomaron una taza de café, y se fueron a dormir, ya que la lluvia no había parado aun, y no tenía mucha intención de hacerlo. Él se acomodó en el sofá que presidia el gran salón frente a la chimenea, mientras que ella se dirigió a su habitación. Se acostó en la cama, y no dejaba de pensar en aquel hombre que dormía en su salón, en los deseos que aquel hombre hacía nacer en ella y que no había sentido antes. Una voz en su cabeza le decía que fuese hacia el para saciar esos deseos que sentía, pero otra más fuerte le recordaba lo que le había pasado y el por qué estaba allí. No podía dejar de dar vueltas, así que decidió ir a la cocina a por un vaso de agua para apagar aquel fuego que sentía por dentro. Entro en la cocina, y fue a la nevera, cogió la jarra de agua, y cuando iba a dirigirse hacia el mueble de los vasos pudo ver, una cartera negra sobre el mármol de la mesa. Su curiosidad hizo que la cogiese y mirase en ella, encontró unos cuantos billetes, unas pocas monedas y un carnet de identidad, por fin iba a saber quién era aquel hombre tan misterioso. Al cogerlo y mirar su nombre no podía creer lo que estaba viendo.

    Dejo la cartera en donde la había encontrado y con el vaso de agua en la mano volvió su habitación. Cerro la puerta de la habitación y se tumbó en la cama no podía creer lo que le estaba pasando, aquel hombre que había visto en la cocina , que le había acompañado en el hospital, con el cual había sentido cosas nunca antes experimentadas, era el hijo de la persona que más odiaba en ese momento. Se quedó dormida con ese pensamiento en la cabeza.
    Al despertar se puso las zapatillas y fue directa al salón para su sorpresa aquel hombre ya se había ido, se acercó a la ventana y el coche ya no estaba. Fue a la cocina y se preparó el desayuno, mientras desayunaba una idea rondaba en su cabeza, era una locura, pero había sido la única se le había ocurrido hasta ese momento, solo necesitaba un par de días más para cobrar una forma más perfecta toda día.
    Cada día que pasaba aquel plan cobraba más forma y era aún más perfecto, sería la mejor venganza que podría haber planeado.
    Por fin llego el día, el día en que comenzaría una vida nueva y que cada una de las personas que le había hecho daño pagaría. Lo que le había sucedido había enfriado su alma, no quedaba en ella lugar para una sola migaja de amor. Se levantó y se dirigió al cuarto de baño quedándose desnuda frente al espejo, mientras sus manos rodeaban su vientre; una lagrima salió de sus ojos, pero rápidamente se la limpio y con rostro serio y lleno de ira, hizo para sí misma el juramento de que a partir de ese día nadie más iba a tratarla como un mero objeto y a abusar de ella sino todo lo contrario que ahora sería ella quien llevase las riendas de la vida de los demás. Se dio una gran ducha, se maquillo, y como nunca antes vistió con la ropa que días antes Félix le había comprado. En el momentos en el que saliese por aquella puerta dejaría en el pasado a esa mujer ingenua que todo el mundo manipulaba a su antojo, y pasaba a ser una mujer fuerte y decidida que tenía un objetivo claro en su vida , cobrar venganza por todo lo que le habían hecho sufrir.
    Cerró la puerta con fuerza y se dirigió hacia el taxi que la esperaba fuera. Entrón en el coche e indico la dirección a la que se dirigía. Durante todo el trayecto no podía dejar de pensar en la reacción que provocaría su llegada, en cómo iba a ser su vida a partir de ahora. Estaba nerviosa , sería capaz de mirar a la cara al hombre que le había hecho tanto daño, aguantaría las ganas de abofetearlo.
    Aún estaba a tiempo de parar toda esa locura, podría empezar una nueva vida lejos de ahí en cualquier lugar, en donde nadie la conociese. Pero la rabia y el odio que sentía era muy fuertes como para olvidarlo todo. Mientras todos estos pensamientos invadían su cabeza , sus puños cerrados contenían todo aquel odio que sentía.
    El taxi por fin llegó a la mansión, aquella en la que tanto había sufrido, y la que a partir de ahora se convertiría en el campo de batalla contra sus enemigos. . Todo seguía igual desde la última vez , como si el tiempo no pasase por aquel lugar.
    Salió del taxi y contemplo aquel lugar, tomó aire, por fin había llegado el ansiado momento. Se encaminó a la puerta , sus manos y sus piernas estaban a punto de flaquear pero ya no había vuelta atrás. Subida en aquellos tacones y con paso firme llegó a la puerta, volvió a tomar aire y toco el timbre. Nadie estaba esperándola ya que su vuelta no estaba prevista aun, sino que la esperaban para dentro de unos meses cuando se celebrase la fiesta de Navidad que su esposo ofrecía todo los años.
    Tras unos instantes de espera, una mucha vestida de uniforme apareció tras la puerta, y muy amablemente le pregunto a quien estaba buscando. Ella le devolvió la sonrisa y, quitándose muy lentamente las gafas de sol, pregunto por el señor de la casa. Antes de que la chica le pudiese responder, una voz muy conocida resonó desde lo alto de las grandes escaleras , era Félix , quien se dirigía hacia ella con una gran alegría al verla. Ella también se alegraba de volverlo a ver, a pesar de las visitas que este le hacía continuamente cuando le llevaba comida. Aquella niña ingenua se había quedado en la cabaña, la que había vuelto era toda una mujer.
    Félix, le contó todo lo que había sucedido en su ausencia, como su marido había justificado su ausencia con sus amistades con el hecho de un viaje al otro lado del país para cuidar a unos familiares. No se sorprendió, las apariencias eran unos de los bienes más preciados de aquel ser repulsivo que tenía por marido, pero eso ya no le importaba.
    Su marido no se encontraba en casa por lo que tendría el tiempo suficiente para acomodarse y poner el plan en marcha, pero por ahora lo que más deseaba era dormir , el viaje había sido agotador y estaba muerta de sueño. Así que se dirigió hacia su habitación.
    Entró en la habitación y una sensación extraña invadió su interior, esa había sido el último sitio que recordaba antes de que sucediese todo. Cerró la puerta , y una lagrima se escapó por su mejilla, sabía que lo peor estaba por llegar.
    Cuando ya estuvo más tranquila se dirigió al baño, se tomaría una ducha de agua tibia y se acostaría. Se desnudó frente al espejo y contempló aquel cuerpo desnudo que ya no sentía como suyo. El agua estaba demasiado buena, que cuando se quiso dar cuenta ya pasaba de la media noche , allí se sentía libre como un pez en medio del océano, daría lo que fuera por sentirse así siempre. Salió de la bañera y se envolvió en una toalla, para luego ir al vestidor. Era enorme, había miles de vestidos de todos los colores, pares y pares de zapatos, y complementos a juego. Ahora solo quería algo como para poder dormir, así que cogió el pijama que primero encontró y se lo puso. Nada más acostarse se quedó plácidamente dormida.
    HOLA CHIC@S HACE TIEMPO QUE NO CONTINUO ESTE RELATO, PERO HE DECIDIDO RETOMARLO APROVECHANDO LAS CIRCUNSTANCIAS POR LAS QUE ESTAMOS PASANDO. ESPERO PODER ESCRIBIR MÁS A PARTIR DE AHORA. OS DEJO TODOS LOS CAPÍTULOS QUE TENIA ESCRITOS PARA QUE PODÁIS SEGUIR LA HISTORIA. PERDÓN POR LAS MOLESTIAS-GRACIAS

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Respuesta a: Amor Secreto
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