Esta historia, tan real como que me llamo Mayte y como que tengo menos pecho que una niña de 12 años, va a comenzar tal que así, haciendo un pequeño resumen de lo que soy, al menos hoy día. Soy una persona un poco dispersa, impaciente, risueña, MUY risueña (de llegar a cansar), y bueno, mil cosas más, que supongo iréis descubriendo a medida que vayáis leyendo, si no os cansáis antes.
Actualmente tengo 24 años, una tienda de ropa propia que he abierto con la mayor de las ilusiones (o eso creo), y vivo con mi madre. No sé si esta es la descripción que más me gustaría dar de mi, pero estaría feo que empezara a inventarme que vivo sola y esas cosas como muchas veces he hecho en algún intento de ligue… Es que suena muy bien decir que eres JEFAZA, pero si lo acompañas con un «vivo con mi madre», la verdad es que pierde bastante prestigio…¿no? Al menos a mí me lo parece. Aunque quizás a mi me lo parece porque vivo en los mundos de «yupi» y pensaba que con 24 años iba a estar perfectamente independizada y con mi vida tomando un rumbo directo al éxito (yo he sido siempre muy dada a fantasear). La cuestión es que tanto mi vida como yo misma aquí presente, hemos dado unos cuantos bandazos estos dos últimos años… Os cuento; conocí a un chico, del que pocas cosas buenas puedo decir (ojalá mi historia triunfara algún día y pudiera ver la de pestes que hablo de él…) (Ya os he dicho que me gusta mucho fantasear), y bueno vuelvo al tema porque se me va de las manos, y tengo que centrarme. Conocí a un chico que aparentemente era perfecto para mi, el por qué; era muy gracioso (ahora lo pienso y la verdad es que no tenía ni pizca de gracia, pero bueno). Así de simple soy yo y así de fácil soy de conquistar, ensaya unos cuántos chistes que me tendrás en el bote… Bueno, fue un año duro de relación, ya que él, psicológicamente hablando, no estaba muy para allá, y yo, que supongo que después de vivir una «serie de catastróficas desdichas» en mi vida necesitaba principalmente un apoyo, pues me dejé arrastrar a su inestabilidad, tanto que acabé peor que él, porque él al menos era feliz en su egocentrismo en el que su palabra era la verdad absoluta, sus actos también, y así sucesivamente… Ahora, me lo tomo a risa, porque siempre he sido de quedarme con lo bueno y olvidar lo malo, pero en pocas palabras, fue el autor de mi época de mierdas y miserias. Con la separación de unos padres, lo que menos necesita una era que le gritaran, la humillaran, incluso que alguna vez se le fuera la mano, no era digamos el mejor de los apoyos, pero ahí estaba yo, con mi moral por los suelos buscando únicamente en la vida su aprobación. Dejé de ser yo, me convertí en una persona vacía, llena de miedos, de frustraciones, de necesidad de aprobación…fue algo horrible. Se convirtió en algo tan horrible que tuve que tratarme psicológicamente, ya que vivir así empezó a hacerse insoportable. Ir al psicólogo estuvo bien, supongo. Él me decía cosas que yo ya sabía; «te está maltratando psicológicamente», «tienes que dejarlo», «tú no puedes hacer nada para que cambie», y bien, yo eso ya lo sabía, (no perdí tanto el juicio), pero no sabía cómo. Hasta que supe. Hasta que te viene una fuerza que no sabes de dónde ha salido, si han sido los dos platos de macarrones con tomate que te has comido al mediodía para calmar la ansiedad o qué, pero te viene. Y gracias a los astros, los planetas alineados o a los macarrones que pude hacerlo, ponerle fin a esa jodida tortura mental (porque o lo terminaba yo, o eso iba a terminar conmigo, por muchos carbohidratos que comiera). Fue duro, porque no es fácil separarse de alguien cuando lo sigues queriendo, pero a partir de que puse fin a toda esa mierda, comenzó una historia de amor verdadera, y ésta va a ser duradera; la historia de amor conmigo misma. Porque gracias a las hostias que me he ido pegando en la vida como buena inútil que he sido siempre, he podido aprender a quererme. Los gritos ya no dolían tanto, las comparaciones, los insultos, las vejaciones…ya no dolían, ya no duelen, porque me tengo a mí misma como aliada y no permitiré separarme «nunca mais», (como dirían los gallegos), de mis principios. Y bueno, era obvio que tenía que contar algo de mierda en esta historia, pero lo bonito es lo de ahora; lo que está pasando y lo que vendrá. No soy de las personas que dicen «este va a ser mi año» pero ¡qué cojones!, éste lo va a ser, y todos los que vengan. Acéptate, quiérete, tómate las cosas con humor, vive (con todos los pros y los contras que eso conlleva), que la vida es bonita, jodida pero bonita, y que yo sepa, sólo tenemos una, aunque suene a topicazo. Que si tienes pocas tetas, si «la tienes pequeña», si estás rellenit@, si tienes granos…créeme, es lo de menos. Lo que eres y lo que piensas de ti mismo es lo que proyectas, y es lo que los demás ven en ti. Termino diciendo una frase que me encanta; ¡A reír que son dos días! Y a comer platos de macarrones con tomate, que a mi me dieron el valor para cambiar mi vida.