Hola, voy a contar una pequeña historia que me ocurrió ayer, una conversación con mi madre. Seguro que con eso ya sabéis casi todas vosotras de lo que estoy hablando, y es que una conversación casual con nuestra madre puede provocar la destrucción de nuestra autoestima. Y después nos toca recomponernos solitas…
Ayer, por cosas de vida, salí del trabajo a media mañana a hacer un recado con mi madre, y cuando terminamos, que ya serían las 12 y media, nos tomamos un café juntas. Mientras me tomaba ese café, me rugían las tripas, pero no estaba segura de sacar el sándwich que llevaba en el bolso porque bueno… ya os imagináis que me lo olía. El caso es que últimamente estamos muy bien, y pensé «a la mierda, que llevo sin comer desde las 7 de mañana». Pues según lo saco del bolso mi madre abre los ojos como platos y dice «¡Ala, si con eso ya has comido!». Tal cual, como si el sándwich tuviera tres tortillas dentro, o como si una persona pudiera sobrevivir hasta la hora de cenar con dos rebanadas de pan bimbo y cuatro rodajas de chorizo.
¿Y qué hice? Me quedé mirando a mi madre con las cejas levantadas, en silencio, hasta que va y ME PIDE. Sí señoras, me pidió un trozo. Ahí ya, ¿qué haces? ¿te ríes o lloras? O sea, me dice que ese sándwich debería ser mi único alimento en todo el día y luego quiere que comparta.
Y así estoy, por un lado, bastante decepcionada porque aunque sospechara que algún comentario iba a caer, tenía la esperanza de que ya no fuera así, y por otro lado, intentado tomármelo con humor, porque si no una no sobrevive a estos ataques.
Un saludo a todas, y mucho ánimo a las que os toca lidiar con comentarios así a diario.