Ánimo, y ni caso a quien no te entiende. A mí me pasa con Lucas, mi perro, que se fue el año pasado y a pesar de que cuando paso llevaba unos meses en casa de mis padres y no le había visto, porque vivo sola en otra ciudad, y pasaba mucho tiempo solo así que para que estuviera acompañado le dejé con ellos, como hacía cuando me iba de vacaciones, y durante bastante tiempo después aún miraba el sitio donde ponía su cama y lloraba por saber que no volvería. Mis padres también lo pasaron fatal, incluso mi madre decía que no sabía cómo se podía tomar tanto cariño a una cosa tan pequeña (era un yorkie) y ella no era nada de mascotas, pero convivir con un animal te hace ver el cariño que dan y si alguien no lo entiende es porque no tienen corazón. Todo esto te lo cuento para que veas que es normal sentirte así pero a mí lo que me reconforta es que durante el tiempo que ha estado conmigo y con mi familia le hemos dado una vida feliz como ellos se merecen. Un abrazo.

Yo te entiendo. Yo tenía una coneja a la que quería muchísimo, y se murió de un día para otro, sin darme tiempo a nada más. Teníamos cita en el veterinario porque la veía apagadilla, me fui a dormir una siesta y ella ya no llegó al veterinario.
Los sentimientos de culpa, de que te falta algo, los «y si hubiera… » siempre van a estar ahí. Y el amor por ellos también, nunca se olvidan. Pero el dolor se va mitigando con el tiempo.
Yo no soy creyente, ni creo en la vida después de la muerte, pero en su momento leí la historia sobre el Rainbow Bridge (puente arcoíris) y me ayudaba a sonreír. Se trata de un lugar hermoso, como si fuera el puente al paraíso, y donde todas las mascotas esperan hasta que los humanos morimos y podemos ir juntos al otro lado.
Puede ser una chorrada, pero me parece muy bonito pensar en que pueda ser verdad y me ayudaba a consolar me.

Mucho ánimo, date tiempo. Y no escuches a los que no son capaces de entenderlo. Me parece muy triste que la gente sea tan cerrada que solo pueda querer a un número limitado de seres, y no sea capaz de sufrir por un animal sin que eso signifique querer menos a sus familiares o amigos.