El conductor me mira y me hace gestos con la mano para que avance y me suba, suspira cada vez con más fuerza y me silba de manera insistente para que continúe mi camino.
Supongo que quiere irse pronto, tendrá planes que hacer, personas a las que ver y nuevos momentos que vivir.
No se da cuenta ,que mi vida se va a parar en cuanto suba de nuevo a ese dichoso y asqueroso bunque metálico, que me llevará de nuevo a miles de kilómetros lejos de él. Parece que le cuesta comprender que quiero quedarme ahí, fijada en ese puto suelo, mientras él me sigue abrazando y besando el cuello.

Otro finde semana que se ha ido,que se ha desvanecido … Y otra vez nos toca despedirnos cuando hace nada te había dicho hola.

Mueve mi barbilla con sus manos, tan dulce que hace que me estremezca y me obliga a mirarle a los ojos. Veo en ellos la tristeza reflejada y aunque la que estoy llorando soy yo ,sus ojos transmiten más desastres que los míos.
Intento memorizar su rostro, antes de irme.
Quisiera decirle miles de cosas antes de marcharme, como que nunca me había sentido así con nadie, que es el primero que hace que mi corazón de miles de saltos cuando le ve aparecer, que desde que le conozco todo tiene más luz y más felicidad, es como si el destino nos hubiera unido desde el principio, como si fuéramos esas dos piezas que encajan a la perfección y que no pudieramos subsistir el uno sin el otro.

Cuando me abraza siento que ese es mi hogar y que no existe mejor lugar para vivir que su regazo.

«Bonita quieres darte prisa o me largo sin ti?» Me grita el simpático conductor desde la tartana del infierno.
«Vete, no vayamos a tener problemas» me dice mientras me besa por duodécima vez consecutiva, y me empuja hacia la realidad más dura y cruel… Irme sin él.

Y yo solo puedo despedirme y avanzar con miedo de mirar atrás, con miedo de al hacerlo romperme en mil pedazos, con pánico de asimilar que de nuevo tenemos que esperar una eternidad para volver a abrazarnos.

Mis piernas con resignación llegan al autobús… subo rápido y le dirijo mi mejor sonrisa al agradable conductor, el cual por supuesto no me la devuelve… «está juventud…» susurra a regañadientes.

Sigo avanzando, buscando el mejor sitio para estar cómoda durante las próximas horas, encuentro uno al lado de la ventana, dejo las cosas y me siento lo más rápido que puedo. Tengo que verle una vez más.

El bus comienza a moverse y mis ojos le buscan de forma desesperada ,pero no le ven dónde está? Donde se ha metido?

El autobús está apunto de abandonar la estación , cuando de pronto le veo, ahí está, lleva una hoja de papel entre sus manos, en ella tiene escrito TE BESO PRONTO❤️

Y yo solo puedo lanzarle un beso desde la ventana y observar como un trocito de mi alma se queda ahí, con el a su lado. Para siempre.