Hace unos años, si alguien me hubiese preguntado cuáles eran mis sueños, mi respuesta hubiese sido una muy distinta a la que ahora diría.
Nunca he sido como cualquiera de mis compañeros. Y a veces, he sentido que no me correspondía la época en la que me había tocado vivir.
Siempre me ha agobiado tanto no ser como los de mi edad, pensar distinto, y actuar diferente.
Cuando todos pensaban en salir con chicos, en ser mayores y hacer cosas de mayores, yo, tan solo quería vivir la infancia.
Y para nada, digo que los demás se equivocaran. Pero es que yo, tampoco, y constantemente creía lo contrario. Me sentía rara, y en ocasiones me hacían sentir que lo era el doble.
Y ahora van, y comparten historias que dicen “Cada persona, tiene una fase diferente de crecimiento”, y me río. Porque en el fondo, es gracioso.
He de admitir que desde pequeña, he sido muy ingenua, e inocente. Y mil veces se han aprovechado de ello. Y me culpaba. Cuando la culpa era de ellos.
Nunca he sido capaz de contar, lo que en el fondo sentía. Pero, es que yo, estoy orgullosa de la niña y adolescente que un día fui, porque dar lo bueno de uno mismo, no será nunca, nada malo.
Y es que allá ellos con sus consciencias. Yo, me quedo, con la paz que transmite hacer las cosas, con el corazón.
-Rosamarola-