El día en que fui una zorra.

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  • Nandy
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    Nandy on #436107

    Es una historia algo larga pero deseaba mucho contarla.

    Esta es la historia de esa vez… De esa vez en que fui la mala, en que fui una zorra, en que fui lo peor. Esa historia nunca la he contado. A nadie de hecho. No me arrepiento de nada. Lo pagué caro porque el karma existe y me tocó sufrir mucho para expiar ese pecado. Pero hace tiempo que saldé esa deuda y ahora me siento con derecho de recordar.

    Lo amé. Con toda el alma desde los diez años. La vida se lo llevó lejos pero busque la forma de acercar nuestros mundos, de no perdernos, y la encontré. Y estuvimos así muchos años. Unidos en la distancia.

    Mi corazón latía por él y para él. Vivía para esperar el día en que él volviera.

    Me juré a mi misma que no moriría sin besarlo. Que no importaban los años que pasaran, ese beso que nunca nos dimos sería mi asunto pendiente hasta conseguirlo.

    Un día todo termino en una llamada telefónica a larga distancia. Y mi corazón se rompió lentamente, mientras colgaba el teléfono.

    Rompí sus cartas, rompí su foto con la que dormía abrazada cada noche. Mordí mi almohada noches enteras sintiendo que se me consumía la vida.

    Y el tiempo pasó. Y me casé. Justo en el año en que había planeado casarme pero no con quién alguna vez imaginé hacerlo.

    A él lo había guardado en el rincón más oscuro y oculto de mi corazón. Pero seguía allí. Aunque yo no me diera cuenta. Aunque yo hubiera olvidado que allí estaba.

    Mi matrimonio fue un total fracaso desde un principio. Estaba enamorada, lamentablemente no fui correspondida. . Y sentí el rechazo y el desamor a cada momento. Nunca hubo maltrato. Solo indiferencia. La más fría y cruel indiferencia que mataba con sufrimiento a mi corazón enamorado.

    Un día llegué a casa después de un fin de semana en casa de mi suegra. Fui a visitar a mi abuelita y todos me veían de una forma extraña.

    Yo me preguntaba que sucedía pero nadie decía nada.

    De pronto mi prima me tomó de la mano y me encerró en un cuarto.

    «No vas a creer quien vino a buscarte» me dijo.

    Yo lo intuí. Me vió la cara y asintió. Él había vuelto. Años de esperarlo y justo unos meses después de que me casara, el había vuelto.

    El mundo se me hundió. Sentí que me mareaba.

    Mi prima me dio un papelito. -te dejó este número-dijo mi prima. Dijo que lo llamaras cuando estuvieras de regreso. No le dije que te habías casado.

    No escuché más. Corrí al cuarto de mis abuelos, donde estaba el teléfono ,puse pasador a la puerta y lo llamé.

    Escuchar su voz después de tanto tiempo era increíble. El estaba feliz de escucharme y emocionado me invitó a salir.

    – me casé. – le dije interrumpiendo lo que me estaba diciendo. Él no lo podía creer.

    Al final me pidió mi número preguntando si podía llamarme de vez en cuando. Acepté.

    Y a lo largo de muchos años, sus llamadas de larga distancia me llenaron de alegría.

    Siempre fue respetuoso, siempre fue prudente, pero siempre entre líneas me dejó sentir que lo que hubo entre él y yo, seguía allí.

    Y yo siempre traté de echarle tierra a esos sentimientos.

    Yo estaba casada. Tenía hijas.

    No había nada de malo en charlar cinco minutos con un viejo amigo tan lejano y siempre mi esposo supo de mi amistad con él.

    La infidelidad nunca fue tema para mí. Me rehusaba a ser infiel pasara lo que pasará.

    Y así se me pasó la vida hasta que no pude más con tanto desamor, indiferencia, críticas e infidelidades y me divorcié…

    Unos años antes de divorciarme, cuando mi hija más pequeña tenía cinco meses, lo volví a ver. Se fue cuando teníamos once años y en ese momento teníamos 24 años. Fue increíble.

    Para mi sorpresa, el llegó a verme con una propuesta. La cual yo rechacé. Ya no era posible. Yo había seguido mi camino. El tenía que hacer lo mismo. Entonces nos volvimos a despedir. Supuestamente para siempre.

    Y así pasaron más años. Sin saber nada más de él. Era lo mejor.

    Cuando me divorcié, lo primero que hice fue llamarlo.

    Él no se lo esperaba. Se sorprendió muchísimo.

    Le conté todo. Le abrí mi corazón por completo y él me dijo que era totalmente correspondido el sentimiento.

    Que lo que él había sentido por mí seguía allí. Pero en esos años, algo pasó también allá. El siguió con su vida y estaba a unas semanas de casarse.

    La vida nos jugó sucio una vez más.

    El día de su boda yo estaba mal. Lloré todo el día y todos pensaban que era a causa de lo del divorcio y todo lo que eso implicaba. Pero no era así. Era porque en otro lugar del planeta, él estaba uniendo su vida a una mujer afortunada. Y yo lo estaba perdiendo una vez más.

    Pero seguimos siendo amigos. Ahora la tecnología acordaba distancias y todo era más fácil. Y por mucho tiempo lo que yo sentía por él fue sinceramente amistad y cariño.

    Seguimos en comunicación, y los papeles se invirtieron. De pronto el casado era él.

    Y cuando venía a nuestro país, pasaba a visitarme.

    Siempre era una visita cordial, amable y muy rápida, pero siempre se sentía en el aire un deseo reprimido. Unas ganas locas de que alguno de los dos diera el primer paso y gritara: mierda!!! Me estoy muriendo por besarte!!!

    Pero ninguno de los dos lo hizo nunca. Un saludo, un abrazo de amigos, una plática breve y otro abrazo de despedida.

    Eso era todo.

    Un día descubrimos que los dos jugábamos candy crush y empezamos una inocente competencia que nos llevó muy lejos.

    Pasamos muchas horas en las noches/madrugadas jugando y platicando. Primero del juego, luego de trivialidades, luego de nosotros y poco a poco íbamos cruzando la línea invisible que no habíamos querido cruzar y entre mil indirectas, frases con mensajes ocultos y demás, una noche me harté de eso y le dije claramente: si un día vuelvo a tenerte frente a mí, no te dejaré ir sin besarte. Ya me cansé de fingir y aguantarme las ganas. Así que la próxima vez que vengas, piensa bien si vas a venir a verme, porque ya te lo advertí.

    -no te atreveras- me dijo retador.

    – ya verás que sí – le respondí.

    Bueno, me dijo. Pues resulta que llegaré mas pronto de lo que te imaginas, ya tengo el viaje listo. Yo te aviso cuando esté por allá y tú dirás si nos vemos.

    Y efectivamente, un par de meses después, una noche, encontré un mensaje suyo: estoy en aquí!! Llámame.

    Lo llamé al día siguiente.

    -cuando nos vemos? – me preguntó

    -ahora mismo si quieres.

    – dame media hora. Llegare a tu casa.

    El corazón se me salía del pecho de la emoción. Iba a volver a verlo.

    Estaba feliz. Me dijo que era un viaje por negocios y que había venido solo.

    Estuvimos platicando un rato, recordando cosas, contándonos algunas novedades y luego el silencio entre los dos. Ya no sabíamos que decir. Pero nuestra mirada no se callaba. Estábamos extrañamente nerviosos. De pronto me acerque a él, tomé su mano y la acaricié. Él me correspondió. Luego le dije: yo te había dicho lo que iba a pasar.

    El sonrió. Parecía más nervioso que yo.

    No me importó. Me acerqué más y lo besé tímidamente. Él hizo lo mismo y poco a poco perdimos la timidez, los nervios y el sentido común… Bueno, de ese aún nos quedaba un poquito. Así que nos levantamos y nos despedimos sin soltarnos las manos.

    Esperé ese beso 25 años. 25 años!!!! Eso fue demasiado tiempo. Pero valió la pena. Ya lo creo que sí.

    Los siguientes días estuvieron llenos de llamadas y mensajes. Una noche el venía de una reunión de amigos en la cual habían tomado un poco. Me llamó y me dijo: estoy cerca de tu casa. Quiero verte. Que dices?

    Yo por supuesto dije que sí. Me importó tres carajos que ya fueran las once de la noche.

    Solo sería un momento. Necesitaba verlo.

    Llegó. En cuanto cerré la puerta me besó con locura. No me dejaba hablar, casi no podíamos ni caminar mientras nos dirigíamos a la sala.

    Allí si que perdimos el sentido común por completo.

    Yo no podía dejar de pensar en que era un hombre casado. Pero lo deseaba tanto. No dejé que me tocara…. Sus besos quemaban mi boca y mi boca deseaba algo más.

    Lo empujé suavemente al sillón. Me faltaba concentración para desabrochar su pantalón. Estaba en llamas. Necesitaba sentirlo. Lo deseaba todo con él, pero no fui capaz. Solo quise regalarle un momento que quedara para siempre en su recuerdo. No dejé que el correspondiera a mis caricias pero puse en mis manos y en mi boca todo ese amor que traté de sujetar durante tantos años y que se desbordaba allí, en ese momento junto con su orgasmo.

    Fue un momento fantástico.

    Siguieron los mensajes un par de días más pues su marcha estaba cerca.

    La última noche que estuvo aca, su familia le hizo una cena de despedida. Al día siguiente se iría muy temprano. Me llamó para despedirse y le dije que así no. Necesitaba verlo una vez más. Llegó a mi casa.

    Me dijo que yo sabía cómo eran las cosas pero que el sentimiento seguía siendo mutuo. Hablamos de trivialidades. Luego no supimos que decir.

    Me abrazó con ternura. Me dió un beso suave en los labios y caminamos de la mano hasta la puerta. Estaba muy triste y las lágrimas me traicionaron. Él tenía los ojos húmedos también. El sueño llegaba a su final. Era hora de despertar. Abrí la puerta y me dio un beso tímido en los labios.

    Iba a salir cuando yo de pronto cerré la puerta y me lancé a su cuello. El me abrazó con fuerza y nos besamos como nunca. Un beso apasionado, extremo, infinito…

    Luego se fue.

    Corté el contacto con el por mucho tiempo. No quería hablarle. Todo lo que alguna vez había sentido por él despertó con ferocidad y me estaba destruyendo por dentro.

    Después de muchas autoterapias logré recuperar el control.

    Hemos perdido comunicación. Creo que así fue mejor.

    Pagué muy caro ese incidente. La vida se encargó de que así fuera.

    Pero como dije. Ya pague esa deuda.

    Y así fue como mi más larga historia de amor llegó a su fin.

    Responder
    Ene
    Invitado
    Ene on #436793

    «La vida nos jugó sucio una vez más»

    No es la vida, son las decisiones que uds tomaron. El se casó porque quiso, volvió con su esposa porque quiso.

    Me alegro que hayas recuperado el control, porque pienso que le diste poder sobre a ti a esta persona durante mucho tiempo.

    Responder
    Bridget Jones
    Invitado
    Bridget Jones on #436825

    Por esta irreal concepción del mor romántico de cuento de hadas estamos como estamos. Ni somos princesas Disney ni nuestras vidas tienen sentido por tener a un hombre. Digo yo que algo de felicidad habrás tenido con tu familia, tus amigas y amigos, tus hijas. Es para plantearse muchas cosas. Que manera de hacer un dramón. No todo es casarse en esta vida!

    Responder
    Laura
    Invitado
    Laura on #436886

    No sé Rick, parece falso.

    Responder
    Myrella
    Invitado
    Myrella on #436922

    Si todo es verdad, pues has perdido demasiado tiempo por idealizar a alguien.

    Responder
    N.
    Invitado
    N. on #436928

    A ti te sonará guay pero… Es lamentable.

    Y aún más lamentable es que estando casado él fuera quien propiciase cada encuentro sabiendo que solo ibas a ser un tonteo ocasional.

    Mientras la otra en casa.

    Pasa página. Vaya mojón.

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