Tras varios días dando vueltas al mismo tema… necesito compartirlo.
Todos los días cojo el tren, dos veces, las cosas que uno escucha en tan solo media hora de trayecto son increíbles, pero esta semana ha ocurrido algo que me ha marcado.
19:30 h. Cercanías Madrid. Estación de Nuevos Ministerios. Se suben 4 hombres, dos se quedan de pie en la puerta y los otros dos se sientan en los asientos contiguos al mío (a un par de metros de diwtwnfia). El grupo lo forman un chico de unos 30 años y 3 hombres de unos 50-55, todos vestidos con ropa de obra. De repente escucho a uno de ellos gritar (habia bastante gente en medio) «tío, ponte en el centro, que el tren va inclinado». El jovencito se reía. «Gordo, no sabes las ganas que tiene el tren de llegar», «al final vas a conseguir que se rompa»… y varios comentarios más del mismo estilo y repetidos. El hombre, sentado a mi lado, solo respondía «cállate ya, anda» «tu mujer tiene que ser una santa, no sé cómo te aguanta», «que te calles, hombre». Yo no podía dejar de mirar, al cuarto hombre se le veía incómodo, al igual que yo. Estuve a punto de decir algo, se me venían 1.000 cosas a la cabeza, pero no fui capaz de verbalizar nada.
Desde entonces, no puedo dejar de pensar en cómo se estaría sintiendo ese señor, en qué pasaría por su cabeza al llegar a casa y pensar en esa situación.
No creo que ninguno de los involucrados llegue a leer el esto nunca, pero, desde aquí, señor de rojo LO SIENTO. Siento que tenga que aguantar y trabajar con ese tipo de gente todos los días. Y siento que ninguno de los que estábamos allí haya sido capaz de callarle la boca al mamarracho de su compañero. Espero que sea usted muy feliz. Un abrazo