El tío de mis niñas. Cap 1

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    MPigor on #225434

    Bueno chicas, no es la primera vez que escribo un relato para esta página, este va a tener más de un capítulo, me gustaría que si el primero os gusta, me lo digáis en los comentarios para continuar con él o no. Muchas gracias a todas.

    Principios de julio, doce de la mañana. Estaba en el porche trasero de la casa de mi jefa, vigilando a las niñas que estaban bañándose en la piscina. Estábamos las tres solas en casa cuando tocaron el timbre. Me dirigí a la puerta de la entrada para ver quien era. Cuando la abro me encuentro a un chico alto, corpulento, moreno y de unos 26 años cargado con un par de bolsas.
    Hola, soy Carlos, el hermano de Marga y tío de las niñas, encantado.
    Yo soy María, la cuidadora, encantada.
    Se acerca para darme dos besos de cortesía, y yo respondo adecuadamente.
    Marga me ha mandado para que les traiga estas colchonetas para la piscina.
    Entra tu mismo a dárselas si quieres, están allí ahora.
    Sostengo la puerta para que entre y cierro detrás de mi, le sigo por el camino del jardín que llega hasta el porche trasero. Al verle llegar, las niñas salen corriendo de la piscina para abrazarlo y besarlo. Él suelta las bolsas y coge a cada una con un brazo, la camiseta blanca que lleva puesta se le pega al cuerpo por la humedad que las niñas han dejado sobre ella, ahora se le marcan los músculos del pecho, se nota que los tiene muy trabajados. Por lo que las niñas me han contado, trabaja desde los diecisiete años en un almacén de materiales de construcción que tiene la familia, en el que mi jefa trabaja como contable, y allí tiene que cargar mucho peso a diario.

    Era viernes por la mañana, y por lo que él le estaba diciendo a las niñas, no había mucho ajetreo en el almacén, por lo que decidió salir antes de trabajar y darles la sorpresa. Sabiendo esto, las niñas intentaron convencerle para que se quedase un rato con ellas en la piscina y no tuvieron que insistir mucho, ya que hacía bastante calor. Sin pensarlo dos veces, dejo a las niñas en el suelo, se quitó la camiseta y la dejó tendida en la cuerda de las toallas, se sacó las deportivas y posteriormente la bermuda vaquera que llevaba, quedándose solamente con el ceñido boxer negro de marca que llevaba puesto. Dejó la ropa tirada encima de una hamaca, cogió de nuevo a las niñas y se zambulló en la piscina, salpicando tanta agua que llegó hasta donde yo estaba sentada a la sombra. Las niñas gritaban y reían mientras jugaban con él, intentaban hundirlo aunque no lo conseguían y salpicaban mucha agua.

    Tras un buen rato de juego en la piscina, decidieron salirse exhaustos, él no tenía toalla, así que entré a la casa para buscarle una. Tras dársela, les ofrecí un refresco, las niñas aceptaron instantáneamente y él también. Se sentaron en la mesa del porche y saqué refrescos para todos y una bolsa de patatas que la pequeña me había pedido. Estuvimos los cuatro hablando un rato sobre que tal iba el verano, a dónde irían de vacaciones las peques con sus padres la semana siguiente, temas sin mucha importancia. Cuando nos dimos cuenta era mediodía, las dos de la tarde, mi jefa acababa de llegar del trabajo y me tenía que llevar a mi casa. Cuando llegó al porche y nos encontró a los cuatro se quedó sorprendida, no esperaba que su hermano estuviese allí todavía.

    María, ¿estás lista? que te tengo que llevar a tu casa.
    Un momento Marga, recojo esto y nos vamos.

    Cojo las latas de refresco y la bolsa ya vacías y me dirijo a la cocina para tirarlas a la basura, agarro mi bolso del perchero de la entrada y vuelvo al porche para marcharme. Cuando llego me encuentro a Carlos completamente vestido como si hace cinco minutos no estuviese en calzoncillos, hablando tranquilamente con su hermana sobre las vacaciones.

    María, si no te importa, te va a llevar mi hermano a tu casa, él pasa por allí de camino hacia la suya y así no tengo que ir a dejarte para después que volver, y así tampoco se quedan las niñas solas mientras te llevo.
    Si a él no le importa, yo no tengo ningún problema.
    Que va mujer, como me va a importar, después de lo bien que me has caido.

    Nos despedimos de las niñas, les deseo una buena semana de vacaciones y les digo que ya me contarán qué tal les ha ido todo el siguiente lunes cuando lleguen. Salimos los dos juntos a la calle en absoluto silencio y me encuentro un impecable deportivo rojo brillante de dos plazas aparcado en la puerta, se nota que está recién comprado y muy cuidado, se mete la mano en el bolsillo y lo abre, el pitido de la cerradura me asusta, no me lo esperaba. Se acerca al lado del copiloto y me abre la puerta, espera hasta que me monto con cortesía, la cierra cuidadosamente y se dirige a su asiento. Lo observo a través del cristal mientras me pongo el cinturón de seguridad, entra en el coche, cierra la puerta, se pone el cinturón e introduce la llave en el contacto, de pronto empieza a sonar una música techno a todo volumen a través de los altavoces, baja el volumen rápidamente cuando se da cuenta, a penas se oye el ruido del motor, aunque es posible percibir el dulce ronroneo. El interior del coche está tan nuevo que me da miedo tocar la puerta, me quedo inmóvil en el asiento, no quiero usar el movil porque me parece una falta de respeto, pero tampoco quiero pasar un rato en un incomodísimo silencio con un desconocido hasta llegar a mi destino. Desde mi casa hasta la de Marga hay unos quince minutos en coche, y como estamos en un pueblo, aunque es bastante grande, no hay línea de autobús en la que pueda desplazarme, por eso voy andando hasta allí por la mañana, que hace fresquito y tardo media hora en llegar, pero en verano a medio día hace demasiado calor, así que me lleva Marga.

    Los primeros minutos los pasamos en un incómodo silencio, escuchando una extraña canción que suena de fondo, estoy muy tensa. Cuando acaba la canción él intenta empezar una conversación:

    Bueno María, ¿Qué edad tienes? – Pregunta midiendo cada una de las palabras que dice.
    Dieciocho, ¿y tu? – Respondo por mero respeto y muerta de la vergüenza.
    En dos semanas hago veintisiete. ¿Estás estudiando? – Me pregunta.
    Si, este año he acabado bachillerato y en septiembre empiezo la universidad. Le respondo.
    Wow, que bien, ¿que vas a hacer? – Se nota que es un chico abierto y que no le cuesta trabajo coger confianza con los demás
    Enfermería. – Respondo con timidez.
    ¿En el campus de aquí al lado? – El campus de la universidad está a media hora en coche de dónde yo vivo.
    Si, aquí me pilla super cerca.
    De pronto nos encontramos encerrados en pleno atasco de hora punta en la avenida principal, fantástico. Hay al menos diez minutos más de retención.
    Que bien, entonces tendrás ya buscado el piso y demás.
    No, no me voy a quedar a vivir allí, me estoy sacando el carnet para ir y venir en coche. – Digo incómoda.
    Mejor aún, así te quedas por el pueblo. – Me dice sonriendo. – ¿Por dónde está tu casa? Para dejarte allí.
    Sigue recto y en la siguiente rotonda tomas la segunda salida, allí hay un parque donde normalmente hay espacio y puedes parar sin entorpecer aún más el tráfico. – Le digo aliviada porque se que el trayecto se está acabando.

    Los siguientes cinco minutos los pasamos en silencio, el estilo de música ha cambiado, ahora suena algo que parece pop latino, está muy atento a la carretera, lo miro de reojo cada poco tiempo, dejando mi mente volar, veo como tensa la mandíbula cuando el coche de delante frena inesperadamente y nos quedamos a diez centímetros de él, yo me agarro con fuerza al asiento, él se disculpa por el frenazo y por el susto. Su barba incipiente le oscurece aún más la cara, marcando el hueco de debajo de los pómulos. Tiene un tono de moreno muy natural, su piel debe ser así por naturaleza, aunque se que trabaja a veces bajo el sol, tiene la piel muy cuidada. Agarra el volante con fuerza, tanto que se le marcan los tendones y las venas de las manos, qué manos tan grandes y fuertes. Tiene los labios muy rojos, carnosos y fruncidos, y los ojos oscuros como el carbón fijos en la circulación.

    Me doy cuenta de que hemos llegado cuando detiene el coche en un hueco que hay entre dos árboles, salgo de mi ensimismamiento y me quito el cinturón de seguridad rápidamente, pongo la mano en el manillar y digo:

    Bueno Carlos, muchas gracias por traerme a casa, encantada de haberte conocido.
    De nada María, me alegro, a mi también me ha encantado haberte conocido, espero verte alguna vez más por el pueblo. – Responde amablemente.
    Si, jaja, seguro que nos vemos más, además, me voy a pasar todo el verano con tus sobrinas. – Le digo nerviosa.
    Bueno, pues tendré que ir más a visitarlas por las mañanas.

    No me esperaba esta respuesta que me pilla un poco de improvisto y mi cerebro entra en colapso, así que me despido rápidamente, casi atropellando mis propias palabras y me voy para mi casa.

    Si, cuando quieras, hasta pronto. – Cierro con cuidado la puerta, me giro y me encamino a casa.
    Ya nos vemos. – Dice bajando la ventanilla y agachando la cabeza para ver como me alejo. Giro la cabeza rápidamente y le dedico la mejor sonrisa que puedo crear en ese momento. Con el rabillo del ojo veo como sube el cristal y arranca el coche, saliendo del aparcamiento y dirigiéndose a toda velocidad hacia su destino.


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    silvia
    Invitado
    silvia on #225800

    Me gusta!! Continua porfavor:))

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    Roberta
    Invitado
    Roberta on #226060

    Hola MPIGOR…………. Quiero saber más de Carlos y María……………. me parece todo muy romántico….. espero el próximo capítulo….. ¡Me has enganchado! R.

    Responder
    Silviosa
    Invitado
    Silviosa on #226096

    Me gusta! Deseando que llegue otro capítulo ;)

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    Tu sabes quien soy
    Invitado
    Tu sabes quien soy on #226669

    Quiero mass ??

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