El Vecino: capítulo 18

Inicio Foros Querido Diario Relatos El Vecino: capítulo 18

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #151240

    Ya estábamos en abril y el tiempo pasaba volando.
    En los últimos meses todo había ido genial.
    Cuando volvimos de Valencia yo empecé a trabajar más horas, era la temporada más fuerte del año con las navidades a la vuelta de la esquina.
    Nos veíamos un poquito menos entre semana pero los fines de semana procurábamos siempre pasar juntos al menos un día.
    Salíamos a tomar algo, a cenar, al cine, o simplemente paseábamos, a veces nos quedábamos en casa y organizábamos nuestras noches de música y charlas.
    Cuando pasábamos el fin de semana juntos siempre me quedaba a dormir con él.
    Yo seguía teniendo mis noches con las chicas de vez en cuando y él aprovechaba también a salir con sus amigos, aunque muchas veces terminábamos encontrándonos y volvíamos juntos a casa.
    No hacíamos grandes planes pero para nosotros era suficiente, no necesitábamos hacer cosas extraordinarias para ser felices.
    Durante las navidades su empresa cerraba por vacaciones, y esos días aunque yo salía tarde, siempre venía a recogerme.
    En Nochebuena se fue al pueblo a pasar las fiestas con su familia y yo las pasé en casa con mis padres y mi hermano.
    Aunque nos extrañamos, también nos apetecía estar con los nuestros.
    Yo en Nochevieja no tenía costumbre de salir, por muy raro que pudiese parecer mi forma de disfrutar esa noche era poniéndome un pijama calentito, un brindis con la familia, sentarnos en el sofá a ver el especial de música de turno en la televisión y algún juego de mesa para entretenernos.
    Pero poco después de las 12 aparecieron en mi casa Ana y Carol con Jaime y Mateo.
    Me dijeron que me pusiera algo de ropa cómoda y me metieron en el coche casi empujándome.
    Supe donde me llevaban en cuanto Jaime se desvió de la carretera principal.
    Y allí estaba yo, de camino al pueblo para verle a él con una coleta mal hecha, con un jersey viejo, en vaqueros y deportivas y con ojeras de oso panda por el cansancio acumulado en el último mes de trabajo.
    Los había avisado a todos para que me recogieran por sorpresa y fuésemos a pasar esa noche juntos.
    Quise matarle cuando me bajé del coche por no haberme dicho nada, pero se me pasó todo el enfado cuando le vi la cara, con una sonrisa de oreja a oreja y mirándome como si se le hubiese aparecido un ángel, aunque fuese un ángel con pinta de yonqui.
    Se acercó corriendo y me besó abrazándome tan fuerte como si creyese que iba a escaparme.

    -No podía empezar el año sin ti, sabía que estabas en casa y que Jaime y Mateo no tenían planes así que les llamé… y el resto ya lo sabes.
    -Si, sé que me han hecho salir de casa corriendo sin decirme dónde íbamos y mira qué pintas llevo ¡si no fuera porque te quiero te mataría!
    -Y qué más da la ropa, además, con un poco de suerte esta noche terminarás sin ella…
    -Para eso me has hecho venir…- dije con burla- pues no lo tengas tan claro, estamos en casa de tu madre, con tus hermanas y nosotros cinco, aquí no entramos todos, supongo que estaremos un rato y después nos iremos. Yo mañana tengo comida familiar.
    -Mi madre duerme abajo y mis hermanas mayores están en casa de sus novios. Teneis sitio para quedaros y si no, siempre nos queda subir a la cabaña. Mañana por la mañana prometo que Jaime te lleva a casa sana y salva, pero esta noche eres toda mía.

    Le miré volteando los ojos y riendo.

    -Anda, pasad que están mis tíos y mis primos tomando algo con nosotros, se irán en un rato y después podemos quedarnos aquí.

    Le envié un mensaje a mi hermano para que supiesen en casa donde estaba y avisarles de que llegaría para la hora de comer.
    En el bar de la plaza habían organizado una fiesta pero hacía mucho frío y allí con la chimenea estábamos calentitos así que nos quedamos en casa toda la noche.
    Eran casi las 6 de la madrugada y todo el grupo seguía bastante animado, intenté resistirme a abandonar la fiesta pero me podían el sueño y el cansancio y al final les dejé allí entre risas y copas y me subí a descansar, él decidió acompañarme.

    -No hace falta que te subas conmigo, quédate un rato más y diviértete, lo estabais pasando bien. Siento no ser el alma de la fiesta esta noche, sé que tenías pensado algo distinto, pero es que no puedo más, estas semanas han sido muy duras, hoy salí casi a las 9 de trabajar después de 11 horas.
    -Ey, no tienes que disculparte. Lo único que quería esta noche era verte y estás aquí conmigo, es más que suficiente, todo lo demás puede esperar. Pero si me dejas, quiero dormir contigo hoy, quiero abrazarte y quiero verte despertar mañana.

    Nos acostamos y acomodé mi cabeza en su pecho, así podría escuchar los latidos de su corazón.
    No tardé ni cinco minutos en quedarme dormida.
    Me desperté en la misma posición, había puesto la alarma del móvil pero aún no había sonado. Miré el reloj y eran las 10, me parecía haber dormido 12 horas seguidas y no habían pasado más de 4 pero me sentía bien y había podido descansar.
    Él aún estaba dormido y me dediqué a observarle durante un buen rato hasta que el ruido de las campanas de la iglesia le hizo despertar.

    -Buenos días dormilón- dije.
    -¿Ya estás despierta? Pensaba que hoy tendría que avisar a la grúa para levantarte de la cama.
    -Me he despertado hace un rato ya, pero he descansado, supongo que usarte como almohada me ha venido bien.
    -Si sigues trabajando a ese ritmo vas a caer enferma.
    -Ya llevo muchos años haciéndolo, estoy acostumbrada y sé que es pasajero, 15 días más hasta que preparemos las rebajas y después podré volver a mis horarios normales.
    -Pues entonces en 15 días reserva un fin de semana para no hacer nada, quédate conmigo en casa, duerme, descansa y yo me encargo de hacer que comas en condiciones y si eres buena y me haces caso, hasta puedo darte un masaje.
    -Solo si me cocinas algo de pasta- dije bromeando- Oye, deberíamos levantarnos, tu madre seguro que ya está en la cocina preparando desayunos.
    -Mi madre está en misa, todos los años va con mi tía en año nuevo, asique podemos quedarnos aquí un poco más.
    -¿Y entonces, qué sugieres que hagamos?- dije mientras comencé a besarle y me senté sobre él rodeándole con mis brazos.
    -Elsa, estás cansada, no…
    -Shhh- le hice callar volviendo besarle- no hagas ruido, no quiero que nos escuchen.
    Ayer estaba cansada, pero ahora no, terminé el año muy bien durmiendo contigo, y ahora quiero empezarlo aún mejor ¿no te parece una buena forma de despertar?
    -¿Estás segura?

    Le miré con cierto reproche, inclinando la cabeza.

    -De acuerdo, olvida lo que he dicho-sonrió- no seré yo el que se niegue a esto.

    No necesitamos decir nada más, nuestros cuerpos hablaron solos, moviéndose acompasadamente, encajando como las piezas de un puzle.
    No dejamos de mirarnos, nos gustaba compartir miradas llenas de amor y deseo.
    Aunque a veces cerraba los ojos durante unos segundos y sentía que seguíamos conectados a través de los besos y las caricias.
    Para mí era algo tan íntimo y tan único que no podría describirlo, ni tampoco imaginar compartirlo con nadie más que no fuera él, y sabía que a él le pasaba lo mismo.
    Después de aquello nos dimos una ducha rápida y cuando bajamos todos estaban en la cocina desayunando, me tomé un café y a media mañana nos volvimos a casa.
    15 días después tuve mi fin de semana de relax, cocinó para mí y me cuidó y me mimó durante todo el tiempo.
    Cuando llegó nuestro primer aniversario nos costó ponernos de acuerdo sobre cuando celebrar esa fecha, para él contaba desde el primer beso aquella mediodía en el garaje, pero yo creía que era más acertado elegir el fin de semana que salí con su hermana.
    Después de discutir aquella noche, fue la primera vez que reconocí que me estaba enamorando de él, y empecé a ver nuestra relación como algo más serio, pero era cierto que a pesar de ser algo informal durante un tiempo, todo había empezado con ese beso.
    Al final nos decidimos por aquel día y en cierto modo lo celebramos de forma parecida a cómo ocurrió.
    Me recogió en la parada como siempre, puso el mismo CD que escuchaba aquel día y nos besamos en el garaje, aunque esta vez no me pilló desprevenida.
    También tuvimos nuestra noche de sexo y música y hablamos sobre lo curioso que nos resultaba no haber perdido ni un poquito de esas ganas con las que nos encontramos un año antes.
    Entre nosotros todo seguía igual, siempre teníamos un tema de conversación para hablar, una canción que escuchar, o un sitio al que ir.
    Un año había dado para conocernos mucho más y la atracción que sentíamos uno por el otro continuaba intacta, y el sexo con él seguía siendo tan increíble como el primer día, o incluso mejor.
    Regresamos de nuevo a la cabaña en las fiestas del pueblo.
    También vinieron con nosotros Ana, Carol, Jaime y Mateo.
    Desde las vacaciones de verano entre ellos habían mantenido contacto y aunque nadie lo verbalizaba, sabíamos que Ana y Mateo habían quedado en varias ocasiones y de una manera más informal, Carol había tenido varios encuentros íntimos con Jaime.
    Me alegraba mucho por ellas, los dos eran chicos estupendos y ellas se merecían todo lo bueno que les pasara.
    No veíamos a la estirada desde las vacaciones de verano, y no pude evitar buscarla con la mirada la primera vez que entramos en la peña, pero no estaba por allí.
    Uno de los primos nos contó después que se había marchado a vivir a otra ciudad, se iba a casar con el dueño de una empresa con la que trabajaba su padre y que había conocido pocos meses antes.
    Se rumoreaba que el chico era bastante adinerado, se encaprichó de ella y constantemente aparecía por el pueblo con regalos caros, incluso le había comprado un coche de alta gama y ella continuamente presumía de los negocios de su novio y de cuantos bienes poseía.
    Deseé en mi interior que fuera feliz aunque dudaba mucho que pudiera, una vida llena de cosas materiales pero vacía de amor del de verdad, del auténtico, no podía estar completa.
    Nos lo pasamos muy bien durante las fiestas, yo me había apuntado a los turnos de barra con él y el resto del tiempo lo pasamos entre amigos y también fuimos a comer un día con toda su familia.
    El sábado por la noche tuvimos un ratito para estar solos, y decidimos montar nuestra propia fiesta privada en la buhardilla mientras el resto aún estaba en la peña.
    Llegó de nuevo mi cumpleaños y volvimos a celebrarlo en el local de siempre, con los mismos amigos, incluyendo esta vez a Mateo y Jaime.
    Un par de meses antes él me había preguntado si tendría problemas para pedir en el trabajo unos días libres antes de las vacaciones de verano, pero no me quiso decir ni cuándo ni porqué.
    Como mi cumpleaños se acercaba, pensé que tendría preparado algún viaje como el que hicimos a Valencia, pero cuando me dio su regalo ¡casi me vuelvo loca!
    Nuestro grupo favorito actuaba ese año en Madrid, pero hasta última hora no se había confirmado y cuando quise mirar las entradas estaban agotadísimas.
    Pero él, no sé cómo, consiguió hacerse con dos y además, había reservado un hotel con spa, así después del concierto pasaríamos el fin de semana juntos.
    Como en invierno apenas había tenido descansos, mis jefes no se opusieron a darme esos días libres en junio.
    Estaba super emocionada, la oportunidad de asistir a ese concierto era única para mí, y además vivirlo con él, compartiendo nuestra pasión por la banda, lo hacía aún más especial.
    Bailé, canté y grité hasta casi perder la voz pero esa noche disfrutamos mucho.
    Llegamos al hotel de madrugada y estábamos muertos de cansancio pero aún tan emocionados por lo que acabábamos de vivir, que nos quedamos durante horas hablando sobre aquello y cuando nos acostamos estaba amaneciendo.
    El concierto había sido un jueves, asique teníamos todo el fin de semana por delante para descansar.
    Al día siguiente después de desayunar nos bajamos al spa, teníamos reservado un circuito termal que incluía piscina hidrotermal con sales, cama de burbujas, volcán de aire, nebulizador, ducha de contrastes, terma romana y sauna.
    Y después de pasar por todo ese montón de sitios, un masaje relajante con aceites templados.
    Salimos de allí casi tres horas después, totalmente relajados aunque con un poco de hambre.
    Fuimos al restaurante del hotel y nos sirvieron un menú degustación con diferentes platos, comimos muy bien y después salimos a dar un paseo.
    Había estado más veces en Madrid, pero casi siempre por trabajo, así que no había visto mucho más allá de algunos centros comerciales.
    Paseamos por Gran Vía, Puerta del Sol, la Plaza Mayor y ya anocheciendo fuimos a ver el Templo de Debod, un lugar precioso y con ese ambiente tan especial que proporcionaban las luces iluminando los arcos.
    Regresamos a cenar al hotel y nos tumbamos un rato en la cama a ver la televisión.
    Esa noche decidimos descansar, y nos quedamos dormidos apenas una hora después, no sin antes habernos dedicado un buen puñado de besos, esos nunca faltaban.
    El sábado nos despertamos pronto y nos fuimos a pasar la mañana al Parque Europa.
    Comimos en una sidrería que había por allí cerca y a las 5 regresamos al hotel.
    Había reservado para mí un tratamiento de chocolaterapia, él se quedó en la piscina y yo pasé los siguientes 60 minutos rodeada de aroma a cacao mientras me hacían un peeling corporal y un masaje con chocolate.
    Mientras subíamos en el ascensor de regreso a la habitación se acercó a mi cuello, respirando aquel olor a chocolate que aún tenía por toda la piel.
    Suspiró profundamente sin decir nada mientras una pareja que subía en el ascensor nos miraba de reojo conteniendo la sonrisa.
    Salimos de allí con toda la tranquilidad que pudimos, pero en cuanto las puertas del ascensor se cerraron me besó arrinconándome contra una de las paredes, rozando su cuerpo con el mío.

    -No sé si seré capaz de contenerme hasta llegar a la habitación- dijo.
    -Pues entonces date prisa- dije riendo mientras salía corriendo hacia el fondo del pasillo.

    Casi no habíamos cerrado la puerta de la habitación cuando empezó a deshacerse de mi albornoz mientras no paraba de besarme como si se alimentara con cada roce de sus labios con los míos.
    Esta vez no hubo juegos ni distracciones, nos deseábamos con tantas ganas que no había tiempo para nada más.
    Fue simplemente sexo por puro placer, porque nos deseábamos tanto como el primer día y porque algunas veces la atracción que sentían nuestros cuerpos era casi irracional y no podíamos contenerla, y tampoco queríamos.
    Lo disfrutábamos tanto así, como cada vez que hacíamos el amor dedicándonos todo el tiempo del mundo.

    -Sigo queriendo más, te necesito y no puedo dejar de tocarte y de besarte y de olerte… y hueles tan bien …y tu piel es tan suave…y tus labios cuando hablas, cuando me besas…todo en ti es perfecto y no puedo dejar de mirarte porque tú eres perfecta, por fuera y por dentro y haces que pierda el sentido y que no piense en otra cosa que no sea en ti y en cuánto te quiero.

    Y mientras él decía todo aquello con la respiración entrecortada y mirándome a los ojos, yo me sentía desbordada, por amor y por deseo, y me odiaba un poco a mí misma por no saber decirle todo aquello de la manera en que él lo expresaba porque para mí era exactamente igual y sentía que decirle un te quiero ya no era suficiente.
    Le abracé, tan fuerte como pude, esperando que al menos pudiese sentir que le necesitaba tanto como respirar.
    El resto de aquel sábado lo pasamos en la habitación, queriéndonos, encontrándonos y perdiéndonos de nuevo en nuestros cuerpos.
    Regresamos a casa el domingo después de desayunar, con la sensación de que teníamos ante nosotros un universo infinito para querernos.
    Hacía mucho tiempo que ya no esperaba que nada malo sucediera estando con él, esa sensación había desaparecido durante las vacaciones en la cabaña.
    Pero la vida nos puso a prueba de nuevo y esta vez me pilló totalmente de improviso.
    El lunes a mediodía cuando me recogió noté que tenía gesto preocupado.

    -¿Has tenido un mal día?- pregunté.
    -Hay problemas en la fábrica. Mi jefe nos ha reunido hoy para contarnos que tiene muchas dificultades para mantener la empresa, hay mucha competencia y este es un negocio familiar y no pueden competir con los grandes. Tienen que reducir gastos, y habrá despidos pero si con eso no es suficiente, puede que terminen cerrando. En principio mi puesto no peligra, pero si las cosas no mejoran…
    -¿No hay nada que puedan hacer? No sé, asociarse con alguien o buscar clientes en el extranjero… no tengo ni idea de cómo funciona pero seguro que algo se puede hacer…- dije preocupada.
    -Ahora mismo lo único que nos puede salvar es que salgan adelante un par de acuerdos que hay pendientes de firmar con uno de los clientes que nos encargaba las piezas, el problema es que fuera de España las consiguen mucho más baratas y mi jefe no puede hacer una oferta mejor, eso le arruinaría.
    -Bueno, tranquilo- dije colocando mi mano sobre su hombro- seguro que encontrará una solución.

    Las siguientes semanas fueron claves, los acuerdos con ese cliente no prosperaron y apenas un mes después, la fábrica tuvo que cerrar.
    Las deudas eran muchas y su jefe tomó la decisión de realizar un despido general e indemnizar a los empleados, al menos así no les dejaría sin nada.
    Era agosto, así que decidimos pasar las vacaciones de verano en la cabaña, estuvimos allí una semana con todos los amigos, al igual que el año anterior y la siguiente semana nos quedamos los dos solos.
    Hablamos mucho sobre el futuro, y sobre la situación a la que se enfrentaba.
    En nuestra ciudad apenas había industria, y pensó que para él sería complicado encontrar un nuevo empleo, así que empezó a valorar la opción de montar un negocio propio, un pequeño taller de fabricación y reparación de piezas, algo con lo que estaba familiarizado y que sabía que podría funcionar.
    El problema era que aunque tenía algunos ahorros, no eran suficientes para cubrir los gastos que suponía la inversión inicial en maquinaria y material.
    Ese verano su tío había venido a pasar unos días a España, aprovechando las vacaciones de los alumnos de la escuela de cocina y le propuso irse con él a Suiza.
    Le ofreció un buen trabajo, con un buen sueldo y no tendría gastos de alojamiento, podía quedarse con su tío y ayudarle en el restaurante, tenía experiencia y podría ahorrar dinero suficiente para invertir en el negocio si se quedaba allí un tiempo.
    En aquel momento en mi empresa las cosas iban bien, las ventas aumentaron y habían contratado a más personal en la tienda, necesitaban una encargada de zona y me propusieron para el puesto.
    Era algo bueno para mí, tendría más responsabilidad, viajaría a otras ciudades de la comunidad y también obtendría beneficios económicos, asique acepté.
    Habían pasado 3 meses y estábamos ya en Navidad.
    Él le había dado muchas vueltas a aquella propuesta de su tío, no quería marcharse pero era una buena oportunidad y aquí no había encontrado nada, asique en enero, después de pensarlo mucho, tomo la decisión de irse a Suiza.
    No sabía cuánto tiempo estaría allí, pero si quería ahorrar dinero suficiente tendría que pasar en Suiza al menos una temporada completa, eso significaba un año entero lejos de mí y se me partía el corazón solo de pensar que tendríamos que separarnos durante tanto tiempo, pero entendí que era la decisión correcta, no podía pedirle que se quedara, por mucho que yo quisiera tenerle a mi lado siempre, él también tenía su oportunidad y no podía negársela solo por mi propio interés.
    El día que nos despedimos fue uno de los peores momentos de mi vida.
    Nunca me habían gustado las despedidas y aquella era especialmente dolorosa, intenté hacerme la fuerte y decirle adiós con una sonrisa, no quería verle subir a ese tren preocupado por mí, quería despedirme bien, desearle un buen viaje y que se marchara sabiendo que le quería y que esperaría el tiempo que fuese necesario para reencontrarnos de nuevo.
    Prometió llamarme a menudo y venir a verme en cuanto pudiese coger unos días de vacaciones.
    Nos abrazamos durante varios minutos y le di un último beso intentando no pensar cuando sería la próxima vez que podría volver a hacerlo.
    Pero cuando el tren se alejó, ya no había consuelo para mí y las lágrimas me ahogaban.
    Me quedé allí sentada en la estación durante un buen rato, con Irene a mi lado, en silencio y sintiendo que no sería capaz de seguir con mi vida si él no estaba conmigo.
    Sabía que volvería, pero en aquel momento me parecía el fin del mundo.
    Los siguientes meses fueron muy duros, intenté centrarme en mi trabajo día a día y en disfrutar los ratitos que hablaba con él por teléfono que no eran muchos, pero escuchar su voz durante unos minutos me daba fuerzas para soportar aquel vacío que sentía en mi interior.
    Muchas mañanas tenía la sensación al despertar de que no podía levantarme de la cama, abría los ojos y me invadía la tristeza, no salía el sol para mí. La angustia no me dejaba respirar, necesitaba tomar aire durante unos segundos antes de poner un pie en el suelo para poder afrontar el día. Con el tiempo intenté ver las cosas de otra manera, y me obligaba a mí misma a pensar que cada día que pasaba no era un día más sin él, si no un día menos para poder verle de nuevo.
    Seis meses después, en agosto, regresó durante una semana.
    Y ese día todo eran sonrisas y nervios, llegué casi dos horas antes a la estación, y no veía el momento de poder abrazarle de nuevo.
    Cuando le vi bajar del tren me abrí paso corriendo entre la gente y salté sobre él como si hubiese encontrado la última gota de agua en el desierto.
    Esa noche nos besamos, nos abrazamos, hicimos el amor, reimos y hablamos durante horas y nada había cambiado entre nosotros, como si los últimos seis meses no hubiesen existido jamás.
    Pasamos toda la semana en la cabaña, solos, aprovechando cada minuto que podíamos robarle al sueño para estar juntos.
    Siete días después regresaron las lágrimas y el vacío, él volvió a marcharse, pero permanecía la promesa de reecontrarnos.
    No volvimos a vernos hasta Nochebuena, ese día yo trabajaba y fue él quien vino a buscarme.
    Había estado todo el día descentrada, y acumulaba mucho cansancio, había viajado bastante en el último mes y el trabajo era una locura, pero se me olvidó todo eso cuando le vi entrar por la puerta de la tienda, y tampoco me importó cuanta gente nos miraba en ese momento porque lo único que quería hacer era besarle hasta quedarme sin aliento.
    Me esperó hasta la hora de salir, esa noche la pasaríamos juntos cenando con mis padres y mi hermano, y al día siguiente, en Navidad iríamos al pueblo a ver a su familia.

    -Tienes mala cara, y estás más delgada- dijo mirándome con gesto preocupado.
    -Es solo el trabajo, no te preocupes- respondí – he viajado mucho y ya sabes que en estas fechas es así.

    Intenté quitarle importancia, pero era cierto que su ausencia me quitaba las ganas de todo, no me había cuidado mucho en los últimos meses y empezaba a afectar a mi apariencia física, estaba más demacrada y me sentía triste la mayor parte del tiempo.
    Sabía que no podía seguir así, pero tenía la esperanza de que aquello terminase pronto.
    Durante la cena casi no probé bocado, y mi madre me regañó un par de veces.

    -A ver si estos días que estás aquí la haces comer algo más- dijo dirigiéndose a él- últimamente lo único que hace es trabajar.
    -Mamá, por favor…- la reproché con la mirada.

    Él no dijo nada, pero seguía mirándome con ese gesto de preocupación y con cierto aire de culpa.
    Después de cenar subimos a su casa, nos apetecía estar solos y tener un poco de intimidad.
    Nos sentamos en el sofá, él me rodeó con su brazo y yo coloqué mi mano en su pecho cerrando los ojos, necesitaba sentir los latidos de su corazón, eso me relajaba.

    -Elsa ¿estás bien?
    -Ahora sí, ahora estoy donde quiero estar, necesitaba esto, necesitaba tenerte aquí, te he extrañado tanto…
    -Yo a ti también, cada día es más difícil, me cuesta mucho no estar aquí contigo y más aún sabiendo que lo estás pasando mal.
    -Oye, no hagas caso de lo que dice mi madre, estoy bien, de verdad. Te echo de menos, y sabíamos que iba a ser duro y si me ves un poco peor es por el cansancio del trabajo, pero no tienes que sentirte mal por mí. Con un poco de suerte esto terminará pronto.
    -Quiero que hablemos de eso, aún no sé cuánto tiempo más voy a estar fuera…

    Me incorporé y me quedé mirándole esperando a que aquella conversación no fuese lo que realmente temía.

    -Sé que ya ha pasado un año y en principio no pretendía estar allí mucho más, pero las cosas van bien en el restaurante, mi tío cada vez recibe más solicitudes de alumnos y quiere ampliar la escuela, pero para eso necesitará que me quede allí al menos otra temporada. Y si me quedo allí un año más, eso me permitirá ahorrar lo suficiente para no tener que preocuparme durante un tiempo por los gastos del taller, pero no pienso marcharme si tú no estás de acuerdo con esto.

    Permanecí allí inmóvil, sin poder articular palabra.

    -Dime algo, por favor. Necesito que hables conmigo y que me digas lo que piensas.
    -Yo no quiero influirte y no puedo tomar esa decisión por ti. Lo que decidas estará bien, y si decides marcharte, yo seguiré aquí cuando vuelvas, por muy difícil que se me haga.
    -¿De verdad crees que podremos con esto? No quiero que lo pases mal porque eso si que no me lo perdonaría.

    Un año más separados, no sabía si sería capaz de soportarlo.
    Le quería y le necesitaba tanto…pero precisamente por eso, una vez más no podía negarme.
    Se trataba de su futuro, de su sueño, y si yo podía hacer algo para ayudarle a conseguirlo, no me interpondría en su camino.

    -Podemos con esto y con mucho más- respondí.

    Esas navidades el tiempo pasó volando, y cuando llegó el momento de volver a Suiza tenía la sensación de que apenas había podido disfrutar de su compañía.

    -Prométeme que vas cuidarte, necesito saber que estarás bien.

    Asentí mientras me abrazaba a él de nuevo intentando contener las lágrimas una vez más.
    Unos meses después, caí enferma.
    Estaba tomando algo con Irene cuando empecé a encontrarme mal, se me aceleró el pulso y notaba que me costaba respirar, la cabeza me daba vueltas y me sentía mareada, tardé unos minutos en poder levantarme de la silla y salir de aquel bar.
    Esa misma tarde mi madre me obligó a ir al médico para que me hicieran un chequeo completo.
    Había tenido un pequeño ataque de ansiedad, además tenía la tensión baja y los análisis indicaban falta de vitaminas, hierro y un montón de cosas más.
    Supongo que me salió de golpe todo el estrés, el cansancio y la falta de cuidado que había tenido con mi salud en los últimos meses.
    Le conté a Irene los resultados del chequeo, y le pedí que no le dijera nada a su hermano, pero estaba preocupada por mí, y media hora después él me llamó por teléfono.

    -Me lo prometiste, me prometiste que te cuidarías, y si no es por Irene, ni siquiera me hubiese enterado de esto.
    -No me sermonees por favor, es lo último que necesito ahora, y menos viniendo de ti.
    -Elsa, no pretendo ser el centro de tu vida, y sé que puedes estar sin mí, pero no puedo evitar sentirme responsable. No podía pedirte que vinieras conmigo, tienes tu vida y tu trabajo y no puedes dejarlo todo por mí pero tampoco puedo pedirte que sigas esperándome eternamente y que sufras por ello. Sé que esto te está afectando, y lo sé porque yo también lo estoy pasando mal, me cuesta levantarme cada día pensando que no voy a verte. Y aunque a mí me destroce la idea de perderte, te quiero tanto, que sería capaz de dejarte marchar si eso es lo que necesitas para estar bien.
    -No, no quiero que digas eso, no quiero ni siquiera que lo pienses.

    Empecé a llorar como una tonta, no quería que me escuchase así, pero no pude evitarlo.

    -Te quiero y te necesito, pero te necesito bien, porque si tú no estás bien, yo tampoco lo estaré- dijo con voz triste.
    -Lo sé, lo sé. Es solo que se me ha juntado todo, el trabajo, el cansancio, los viajes… y tú. El tiempo pasa tan despacio, que algunos días se me hace insoportable, creí que sería más fuerte y supongo que en realidad no lo soy tanto, y me he dejado llevar por la tristeza y me he descuidado un poco pero por favor, no te sientas culpable. Nunca, jamás, en ningún momento voy a renunciar a nosotros por muy duro que resulte tenerte lejos.
    -Lo único que quiero es que te cuides, y que te recuperes. Solo quedan un par de meses para las vacaciones y podré ir a pasar unos días contigo, y cuando vaya quiero verte bien.
    -Lo prometo, esta vez de verdad.
    -Descansa esta noche, y mañana hablamos ¿vale? No olvides que esté cerca o lejos, y pase lo que pase, te quiero, eso nunca va a cambiar.

    No me gustó su última frase, la repetí varias veces en mi cabeza esa noche y tuve la sensación de que había sonado a despedida.

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #151244

    Como siempre, espero vuestros comentarios ????
    Dadle mucho amor ¡que es el penúltimo capítulo!

    Si quereis seguirme en redes sociales para ver avances y otras curiosidades:
    INSTAGRAM: moetsirelatos
    FACEBOOK PAGE: http://www.facebook.com/moetsirelatos/

    Responder
    talia
    Invitado
    talia on #151253

    Bah, nos vas a matar….no puedes dejarnos así, de ninguna manera :(

    Responder
    Anita
    Invitado
    Anita on #151263

    Mimá… que relación más tóxica que el chiquillo se ha ido a trabajar fuera no a la guerra de vietnam!!

    Que dependencia más fea… no me gusta el rumbo que ha tomado. OJO! Que tú escribes muy bien y transmites genial pero la relación en sí… no es para nada sana.

    Responder
    K
    Invitado
    K on #151275

    Yo estoy un año sin mi novio y me muero así os lo digo jajaja. A ver llevan solo dos años juntos y uno enterito sin verse con lo bien que están juntos!!! Me encanta Moetsi!!!! Esperando con ansia el último!!!

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #151280

    ANITA Es que Elsa es muy intensa! Y un pelín dramática también ;) Ha desarrollado mucha dependencia por el vecino en el tiempo que llevan juntos. Pero la relación que tienen para ellos es perfecta, aunque es cierto que visto desde fuera puede resultar insano. Habrá que ver cómo continúa! :)
    K Eres como Elsa entonces ;) Ellos empiezan a salir a principios de 2012 y esta última conversación la tienen a finales de mayo de 2015, es decir, que llevan juntos algo más de 3 años.

    Responder
    Lydia
    Invitado
    Lydia on #151282

    Madre mía !!! La verdad es que lo entiendo por la parte que me toca siendo novia de militar… No pienso que se trate de una relación tóxica con demasiada dependencia. Ese tipo de cosas pasan SIEMPRE que se interrumpe la cercanía física de una pareja. Hace mucha mella tanto en la pareja como en el terreno propio. Pero a mí esa última frase no me suena a despedida para nada, son solo conjeturas de la mente de Elsa al estar mal y negativa. Estoy segura :D

    Responder
    Ana GR
    Invitado
    Ana GR on #151293

    Pues a mí me parece que lo has escrito sin ganas. Demasiadas cosas en un solo capítulo…me gusta como siempre pero Moetsi me decepciona porque creo que te hemos obligado a escribir y no he notado la pasión que transmites con los anteriores. Espero que el último no nos decepcione

    Responder
    Asdfg
    Invitado
    Asdfg on #151304

    Totalmente de acuerdo con Ana GR. Y por favor, no más «asique» (horror). Así que…. Las faltas de ortografía quitan las ganas de seguir leyendo.

    Responder
    Científica empedernida on #151343

    Moetsi, me ha gustado bastante, como siempre. Estoy deseando leer el desenlace final pero, si que es verdad, que los comentarios anteriores tienen algo de razón. Nos tienes acostumbradas a ser más descriptiva y detenerte más en los detalles (ojo, no te lo tomes a mal que es una crítica constructiva). Puede que las lectoras te hayamos forzado un poco a tener los capítulos listos y no hayas tenido tanto tiempo. Aún así, la historia del vecino es de 10. Enganchada es poco!

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 26)
Respuesta a: El Vecino: capítulo 18
Tu información: