Algun@s quizás consideréis que está en el apartado incorrecto pero desde mi indignación como animal-lover era donde más me cuadraba.
Os pongo en situación, estábamos mi adorable perro y yo esperando a un bus porque había quedado con una amiga que venía de otra ciudad y hacía meses que no la veía, cuando de repente oigo el grito de una mujer: ¡Lucas! ¡Lucas, ven aquí! De pronto entre los coches aparcados veo un adorable perrito marrón de raza (es una forma de hablar) pequeña corriendo desbocado por la acera. Cuando veo que no tiene intención de detenerse y que va a cruzar la carretera (una carretera, he de decir de paso, por la que los coches pasan sin mirar. Ya bastante cuesta que nos vean a las personas como para que vean al pobre perro) así que ya nos veis a mi perro y a mí yendo tras él. Intento no correr para no asustarlo y que vaya todavía más deprisa. Lo llamo pero no me hace caso.
Espero a ver si tiene curiosidad por mi perro (que es un amor, está mal que yo lo diga pero cualquiera quiere ir a acariciarlo u olerlo) y me emociono cuando veo que se acerca. Intento cogerlo. Se escapa. Vuelve de nuevo a la carretera. Casi me da un vuelco el corazón. Vuelve a la acera. Vuelvo a respirar. Pero se va corriendo en dirección contraria a una carretera con mucho más tráfico y en el que la gente presta menos atención todavía a los semáforos y demás señales de tráfico. Ahí sí me pongo a correr.
Le grito al grupo variopinto que está en la esquina: ¿Podéis parar al perro? Varios de ellos me miran pero vuelven su vista al móvil y a la conversación respectivamente, mientras yo me quedo a cuadros. Todo esto mientras la dueña corriendo en nuestra dirección mientras el perro está a punto de llegar a la carretera. Por suerte, dio media vuelta y yo me sentí más tranquila hasta que, se va de lado y cruza la primera carretera justo cuando va a pasar un coche. Por suerte, frenaron a tiempo. Costó un poco pero el perro se dejó coger y le pusieron la correa.
La cuestión no es lo que pasó en sí, que también, sino la nula ayuda o mismo interés de quienes estaban allí. De verdad, ¿tan difícil era agacharse y agarrar al perro? Luego se habla de una juventud sin valores pero todos allí estaban entre los 30 y los 40 (que no es que uno sea viejo a esas edades, no me malinterpretéis) y estaban demasiado absortos por sus teléfonos para ayudar a alguien en el mundo real cuando hasta mi perro estaba intentando ayudar a un compañero. Este es en el triste mundo en el que vivimos. En el que mientras tengamos datos todo va bien. Por suerte esta historia ha tenido un final feliz y no hemos tenido que lamentar nada. La cara de la pobre mujer me lo dijo todo y es con esa cara con la que me quedo.