Veréis lovers, a mis 36 años (que se dice pronto) al fin, he aprendido a querer a mi barriga. Esa que, más grande o más pequeña, me ha acompañado prácticamente toda mi vida.
Ahora echo la vista atrás y recuerdo todas esas batallas que he tenido con la ropa, con el ‘no marcar’, con el ‘mete la barriga mientras caminas’, con los vestidos ‘que me embutían como un chorizo’… No comprendo cómo he sido capaz de salir adelante con toda esa maleta de inseguridades encima. Un premio para mí, por favor.
La cuestión es que en los últimos meses, sea por lo que sea, he comprendido que esa barriga forma parte de mí, es mi cuerpo. Engorde o adelgace, en mayor o menor medida, está conmigo. ¿Por qué tengo que esconderla? Forma parte de mi persona y sobre todo ahora sé cómo vestir para verme cómoda y bien sin que el tamaño de mi barriga suponga un problema.
El otro día, por ejemplo, me puse mis vaqueros habituales, una camiseta de algodón que normalmente solía cubrir mi barriga, y decidí meterla por la parte delantera del pantalón. Me marcaba mucho más la forma de la cintura además de dejar la barriga a la vista. ¡No os imagináis lo bien que me vi! Y tampoco os imagináis la de veces que escuché ese día que casi era mejor que me sacase la camiseta por fuera. Una compañera del trabajo, dos amigas, mi tía… A todas les dije que la camiseta iba por dentro, y todas me miraron como extrañadas por esa necesidad mía de enseñar la forma de mi barriga. Es un look de lo más normal en mujeres delgadas ¿qué pasa conmigo?
No estamos listos para ver barrigas, para entenderlas, ni mucho menos para quererlas y valorarlas. A día de hoy yo he optado por gustarme mucho más pero me da la sensación de que a mi alrededor la gente no lo entiende. ¿Es algo tan extraño? ¿A alguna más le pasa?
¡Muchos besos!