¡Hola! Estoy feliz y quería compartirlo con vosotras. Tengo 35 años recién cumplidos y hace quince años me marqué como reto llegar a esta edad con una vivienda en propiedad totalmente pagada y que fuera únicamente mía.
De niña vi como mi tía se quedó en la calle porque el hombre con el que estuvo más de veinte años, la dejó por una más joven y la echó porque la casa en la que vivían siempre fue de él.
Desde entonces viví con eso en la cabeza y cuando cumplí 20 me prometí a mí misma que trabajaría duro para lograr comprar una vivienda a mi nombre.
No ha sido fácil llegar hasta aquí porque mientras mis amigas salían y derrochaban el dinero en fiestas, viajes, copas y ropa, yo era muy comedida con los gastos y solo iba con ellas de vez en cuando. Fueron muchas horas de estudio para sacarme la plaza que quería tener en mi profesión y muchos momentos de frustración cuando creí que estaba perdiendo la esencia por un sueño absurdo. Estudié duro y trabajé para ahorrar y a los 25 pude dar la entrada para comprarme un piso de 3 habitaciones 130 m2. Desde entonces he trabajado duro, ahorrado muchísimo y puesto ese piso en alquiler con intención de saldar la hipoteca lo antes posible.
En el camino me enamoré y él quería que viviéramos en mi piso pero yo me negué. Si íbamos a compartir la vida juntos, empezaríamos juntos el camino, de alquiler, como todo el mundo, pero mi piso era mi inversión y no me la iba a jugar. Eso provocó mal rollo y tensión pero finalmente le convencí.
La semana pasada fui al banco y saldé el resto de la deuda pendiente. Estoy eufórica y feliz. Sabía que no sería fácil pero lo he conseguido y ahora mis padres y mi pareja se sienten muy orgullosos de mí.