Aquella mañana no era capaz de concentrarme, no dejaba de fantasear acerca del sexo con Ismael Aquello me tenía dispersa y excitada. Miraba el teléfono continuamente, dudaba si enviarle un mensaje, si comenzar de nuevo aquel juego de adultos pero la certeza de que si me lo proponía acabaría follando con él aquella misma tarde hizo que me contuviese. Y no es que no me apeteciese probar todo su cuerpo, es que también sabía a ciencia cierta que una vez conseguido el orgasmo ya no habría juego y esta situación era demasiado excitante como para dejarla ir.
Traté de distraerme en otros pensamientos pero todos acababan llevándome al mismo lugar. A medio día me rendí cogí el teléfono y escribí ” te quiero dentro de mí”. Dejé el teléfono sobre la mesa y dos minutos después el sonido de un silbido me anunció que ya tenía respuesta.
“Nos vemos en mi casa en 15 minutos”
“Si no te importa prefiero un hotel. Yo me encargo. Te mando un mensaje con los detalles”
Cinco minutos más tarde volvía a escribir a Dani. ” Calle Canillas 59. Dame 20 minutos y te doy el número de la habitación”.
Salí de la oficina como cada día a la misma hora en la que salgo a comer a casa pero según bajaba en el ascensor escribía en mi teléfono “gabinete de crisis en la oficina, no como en casa , espero que me de tiempo de ir al cole si no puedo te aviso. te quiero”. Paré un taxi, le dí la dirección y note como la impaciencia me quemaba entre los muslos.
Era un hotel pequeño en una calle estrecha, nada lujoso, era claramente uno de esos lugares a los que la gente va a tener sexo. Y yo era una de esas personas.
La habitación estaba en un edificio anexo cruzando un patio interior al que asomaban numerosas ventanas de las viviendas que rodeaban el hotel. De algunas de aquellas ventanas salia el olor del medio día, guisos y ruidos de cacharros en las cocinas, voces de madres que llamaban a sus hijos y maridos a la mesa. Me quedé parada en medio de aquel patio sacado de una película de Fellini y por un momento pensé que esas mujeres estaban haciendo lo que yo debería de estar haciendo en ese mismo momento y sin embargo me dirigía a la habitación 213 de un sórdido hotel a follar con Dani.
Los muebles y la moqueta parecían haberse quedado en los años 80 y el baño una década antes. Abrí el agua del bidé, me quite las medias y las bragas y lave mi sexo con mucha suavidad. Estaba segura de que si lo rozaba un poco más fuerte tendría el primer orgasmo sin Dani dentro de la habitación ni dentro de mí.
Unos minutos más tarde abría la puerta semi-desnuda sin plantearme siquiera que pudiese ser otra persona distinta a la que yo esperaba. Mordí su boca al besarle, le agarré la mano para hacerle entrar, cerré la puerta y apoyé mi espalada sobre ésta, subí la falda hasta las caderas y Dani supo lo que tenía que hacer.
Yo estaba empapada ya, él alargo su mano y acarició mi sexo después llevó sus dedos a mi boca y a la suya y pude conocer a que sabía mi deseo.
“No creo que aguante mucho más”.
“Al menos déjame hacer que acabes en mi boca” y se puso de rodillas separó mis piernas y hundió su lengua en mi sexo. Sólo con el roce frío de su saliva sobre mi ardor tuve el primer orgasmo de mi hora de la comida….