En mi primer aniversario como pareja, tuve la suerte de encontrarme con una noche de luna llena pero lo suficientemente baja como para poder ver el cielo estrellado. Por aquellos tiempos la economía era bastante mala así que decidí comprar comida para llevar en nuestro restaurante favorito, nos fuimos a la montaña, cenamos sentados en el suelo encima de una manta y cuando terminamos le di su regalo. Era un libro de frases que yo previamente había rellenado con cosas vividas en ese año y en la última hoja estaba la prefunta del millón! No fue ni la más original ni la más romántica pero en ese momento, para nosotros, fue la mejor forma de pedirle matrimonio!
No importa lugar, no importa como, no importa nada siempre que sea perfecto para vosotros!
Pd: alucinó un poco por ser yo quien se lo pidiera pero le gustó la idea de romper con la tradición de «hombre se lo pide a mujer».