Me encanta la ópera. Todo este asunto de Plácido Domingo me pareció siempre espinoso, y mis emociones fueron de la incredulidad a la rabia, porque la verdad que a todos nos duele que una persona a la que admiramos haga algo malo y reprobable. No me gusta que se diga lo de “bueno hay que separar la obra del autor, él sigue siendo un buen artista aunque haya hecho algo así, olvidémoslo”, porque es bastante notable que cada vez que se habla de Maria Callas, aunque sea como artista se menciona de manera implícita o explícita su “tormentosa relación” (por no decir tóxica) con Onassis.
Cuando salió el otro día la noticia de que iba a cantar en la gala De la Cruz Roja de Madrid (para ayudar a los vulnerables, nótese la ironía) me sorprendí bastante, pero en parte entendí que llevar un personaje de esa notoriedad le daba altura al evento. Lo que ya me ha dejado helada con las imágenes del evento, ayer. 3 minutos de ovación. Gritos de “maestro”.
¿Dónde están aquellos que decían que la palabra de una mujer puede arruinar la vida de un hombre? Vamos a ver, me estás diciendo que bastantes mujeres te han acusado de acosarlas sexualmente, tú mismo lo has ADMITIDO y no sólo te invitan a eventos relevantes con tu persona como reclamo, sino que además, te aplauden. Y me duele por todas las víctimas de todos los Plácidos de este mundo, que tienen que callarse ante la vergüenza de no sólo ser ignoradas, sino además ver cómo sus agresores son vitoreados o ensalzados. A todas ellas decirles que yo las creo y las escucho. Y las apoyo. Y espero no ser la única.