Nuestra hija Irene nació el 24 de diciembre de 2020, con 26 semanas de gestación y 585 gramos de peso. A pesar de su prematuridad, era preciosa.
Mi embarazo fue bastante normal hasta la semana 20, cuando me hicieron la ecografía morfológica. El obstetra no conseguía apreciar bien el estómago de mi niña, por lo que me citó dos semanas más tarde. Tras un exhaustivo examen, me dice que todo está bien. ¡Uff! El alivio de ese momento es incomparable. Se me ocurre preguntarle por qué mi bebé no está tan grande como debería, ya que me habían dicho que su tamaño correspondía con una edad gestacional 11 días menor. Lo comprueba y en ese momento me dice que me mandan a alto riesgo. El mundo se me vuelve a caer.
Con el paso de los días me dicen que mi bebé tiene CIR precoz (crecimiento intrauterino retardado) y me mandan reposo, además de sugerirme la amniocentesis para ver las causas. Descarto esta prueba porque supone riesgos, pero me preparo para pasar los próximos 4 meses en casa, guardando toda mi energía para mi hija. Tras dos semanas, me vuelven a mirar y la diferencia con la edad gestacional es aún mayor. Insisten en hacer la amniocentesis y finalmente, tras valorarlo con mi marido, decidimos hacerla. Nos dicen que volvamos al día siguiente para ver los primeros resultados, y eso hacemos, con el corazón en un puño.
De aquí en adelante, siento que nuestra vida se cae a un abismo. «Vuestra hija se ha infectado de citomegalovirus y presenta alto riesgo de compromiso fetal». Nos dejan un fin de semana para tomar la más dura de las decisiones: interrumpir el embarazo. El lunes informamos de nuestra decisión y en ese mismo momento comienza el proceso. Me hacen una segunda amniocentesis, en este caso para inyectar un líquido que pararía el corazón de mi hija. Siempre estaré agradecida a la enfermera que estuvo cogiéndome la mano, diciéndome que hacía lo correcto y que si llegaba a nacer, mi hija sufriría mucho y nosotros más.
Nuestra hija Irene murió el 22 de diciembre de 2020, y siempre tendré guardadas en mi memoria sus últimas pataditas dentro de mi vientre, hasta que su corazón se paró.