Después de 8 años de relación y 5 de convivencia está misma tarde ha llamado a mi puerta una chica que llevaba saliendo casi un año con mi (desde ese instante) ex.
No dudé un instante de lo que me estaba diciendo porque, en el fondo, yo lo sabía. Lo sospeché, me volví loca y él me llegó a convencer y a envolver de una manera que no me explico que me hizo dudar de la realidad misma.
He pensado que estaba loca, que lo que mis ojos veían y mi corazón sentía no era cierto. Y si no hubiera sido por ella que entró en mi cocina y me enseñó en su móvil sus fotos estoy segura de que él habría podido volver a convencerme de que las cosas no eran así.
Se lo pregunté claramente, y yo era la loca, la que veía cosas, la que sospechaba sin sentido porque «a saber lo que había visto yo por ahí antes». ¡Y le creí!
Joder, que me lo creí. Que es que no os podéis hacer una idea de la de explicaciones rocambolescas que me he tragado en los últimos meses. De la de cosas que no encajaban y que me convenció de que eran así.
No se ni cómo me siento ahora mismo.
Por suerte tengo una casa a la que volver, un hogar seguro, trabajo, amigas y familia. Me consideraba una persona cabal, razonable, hasta inteligente a veces. Pero he sido la pardilla más pardilla de todas. Pero PARDILLA así, en mayúsculas y negrita.