Buenos días amores
Es la segunda vez que escribo por aquí y me gustaría que no fueseis muy duras conmigo, sobretodo las que vais de supermadres o de boomers (que por cierto, manda huevos pedir empatía). Tampoco vengo a compadecerme, solo a soltar algo que me tiene harta.

Os pongo un poco en situación, tengo 25 años, trabajo estable y pareja estable de hace 5 años, he sido siempre muy estudiosa y he salido lo mínimo e imprescindible. Además, me considero ahorradora, todos los meses gasto lo mínimo. He intentado ser la «buena hija» que mis padres han querido (atenta a ellos, resolutiva, lista, de ciencias…) siempre pensando que algún día ellos serían los «buenos padres» (comunicativos y comprensivos) que yo he querido. Gran equivocación por mi parte. Por suerte, la psicóloga a la que voy me ayuda mucho con estos temas pero bueno, vengo a contaros un par de experiencias.

Me han criado a base de insultos por mi físico «estás más seca que un cadáver» y a base de un «no sirves para nada, no aprovechas» «mala puta desgraciada». Y a base de golpes cuando hacía algo que no tocaba como preguntarle a una amiga si podía venir a las cinco a casa en lugar de a las cinco y media. Ese día mis gafas salieron volando por el pasillo. Todo esto por parte de mi madre. Recuerdo que me dijo una vez «Ojalá no te hubiese tenido nunca» y me pasé toda la tarde llorando. Tendría unos 14 años. Y, ¿sabéis qué? No fue la última vez que lo hizo. Luego, cada etapa importante de mi vida no la he podido celebrar bien. Siempre me decía no te vas a sacar la carrera, uy pues dejatelo si solo eres un gasto para nosotros. Pero bueno, iba callando y callando y centrándome en ver las cosas buenas porque no todos los días eran malos.

También me gustaría comentar, que es la típica persona que te tira a la cara todo. Le sube el azúcar, culpa tuya. A tu padre le da un infarto, culpa tuya. Llueve, culpa tuya. Y bueno, cuando empecé con mi pareja tenía que aguantar comentarios como «te va a dejar a la mínima» «solo me tienes a mi» «el día menos pensado estarás más sola que la una». Y cuando le intentaba hacer apoyo cuando ella estaba esperando el resultado de si tenía cáncer (salió bien) ella o no me dijo «por tu culpa, no me he divorciado y ahora no soy feliz. Solo me has amargado la vida.» Ah, y también cuando esté verano tuve un susto en el pecho me tiro una super bronca por salir a pasear y que iba a traer el covid a casa.

Todo esto desembocó cuando era pequeña, unos 10 años, en un trastorno de ansiedad, bajo autoconcepto y depresión. Sí, los adolescentes y niños pueden padecerlo también aunque parezcan «tonterías de la edad». En mi adolescencia tuve un intento fallido de suicidio con unas tijeras. Me arrepentí a tiempo al clavarlas. Ahora, de hace un par de años cuando mi madre se vuelve a cebar conmigo me araño. No sabéis lo que calma, el dolor físico lo soporto muy bien, más que el emocional/mental. Pero bueno, este tema lo trato con mi psicóloga y poco a poco voy mejorando.

Ah, y para las que digáis ahorra y vete de ahí, estoy en ello. Nunca hay que precipitarse en temas económicos. Pero el daño no es de ahora, es de toda la vida. Y bueno, al menos ahora tiene temporadas sin sus arrebatos y a mi ya no me jode tanto. No lloro, me muestro impasible y le cambio el discurso. Pero es duro, duro de narices.

¿Sabéis cual ha sido la última? Me dijo que le dije que no los iba a cuidar porque mi hermano no está (vive lejos). Yo no le dije eso, le dije que bueno, ahora que no está él los cuidaría (y cuando venga, lo haremos entre los dos) Se cabreó muchísimo, me retiró la palabra dos días pero antes me dijo, junto a mi padre, que preferían suicidarse a que los cuidase yo.

Y ¿cómo estoy a día de hoy? Entera por fuera, aparento ser fuerte, obedezco a mi psicóloga pero por dentro hay algo en mí que está roto. Tengo buenos momentos con mi familia pero me cuestan horrores. Además, tengo mucha envidia a la gente que tiene buena relación con sus progenitores.

Pensad muy bien lo que les decís a vuestros hijos, amigos y seres queridos. Todo afecta, para bien o para mal.

Gracias por leerme hasta aquí.