No sabíamos si estaba muerto, si estaba en la cárcel, si lo habían raptado… Ni una sola pista. Desapareció hace cinco años sin decirle nada a nadie, dio de baja su número de teléfono, borró la cuenta de facebook y tan pancho.
Denunciamos, pusimos carteles por el pueblo, salió en el periódico y hasta hicimos campaña en RRSS de ‘si has visto a este hombre llama al 6XXXXXXX’.
Nada de nada, lo dábamos por muerto
Pues nada, ayer nos lo encontramos paseando por el pueblo
Yo creía que estaba viendo a un fantasma, fui corriendo y llorando a su encuentro, le empecé a abrazar, a besar, a preguntar dónde había estado, que qué le había pasado y me dijo ‘ay, hija, necesitaba desconectar, me fui a Galicia a un pueblo solitario’.
Me aparté, lo miré a los ojos y le pregunté que si en serio. Me dijo que sí, que necesitaba encontrarse conmigo mismo.
Bueno, un dragón se apoderó de mí y empecé a escupir fuego por la boca. ¿¡Pero eso no me lo podrías haber dicho?! ¿¡No podrías haber llamado aunque fuera una única vez?! Y mil preguntas del estilo.
Se quedó callado, sonrió y me dijo ‘si llego a avisar no me hubieras dejado en paz’.
Me di la vuelta, eché a andar a paso ligero y lo dejé ahí en la acera.
No os hacéis una idea de lo que hemos pasado toda la familia, de la de noches sin dormir, del dolor que hemos sentido… Y el tío que se fue a Galicia con las vacas a pastar para desconectar CINCO años.
Que mi hermana ha tenido un bebé, que mi hermano se ha casado, que yo me he independizado y he encontrado el curro de mi vida y todo eso se lo ha perdido por desconectar.
No sé si alguna día lo perdonaré, mi hermana dice que quiere tomarse un café con él para que no explique, por lo que a mi respecta se puede volver a ordeñar cabras.